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Mi Alma Gemela


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  Síntesis  •  600 Palabras (3 Páginas)  •  298 Visitas

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Mi Alma Gemela.

En medio de la nada, en el centro de todo; donde podrías encontrar los más profundos secretos que escondía la historia, guardados por aquellos secos árboles milenarios, de hojas quebrajosas y débiles, precisamente allí se encontraba Apryl, admirada por la tranquilidad del lugar, la melodía del arroyo que se abría paso entre las rocas. Aquel paisaje contrastaba perfectamente con el reflejo de querida Alma, la cual jugaba con las flores que aparecían en su camino, o se iba distraída persiguiendo algún ave traviesa que osaba en el vuelo, mientras ella simplemente escribía.

Papel y tinta entremezclaban sus olores, parecían danzar la poesía acorde la mano de la artista, la cual fluía libremente componiendo la plácida melodía de ensueños. De pronto se oye un estruendo, su corazón parecía quebrajarse en mil pedazos. Temía que la encontrasen, estaba demasiado vulnerable, sus sentimientos yacían esparcidos en el pasto de aquel bosque y sabía que no los podría encontrar en tan poco tiempo, a ellos les agradaba jugar a las escondidas. En ese momento supo que no podía ser vista, sentía que algo le faltaba, más allá del sentir, tal vez el brillo de sus ojos, quizás el arcoíris que se esparcía en su cabello, o peor aún, podría haber sido la alegría de su sonrisa. Alma debía volver.

Por más que busco detrás de cada árbol, roca, flor, o incluso de las lúgubres sombras, Alma no estaba, no aparecía. Apryl desesperada y ya cansada de buscar, se sentó bajo un sauce en busca de sombra y algo de refugio, entonces rompió en llanto, recordó que Alma era su otra mitad, no podía haberla perdido.

El triste sauce contemplaba atento la escena, hasta que finalmente se apiadó de la desconsolada joven, sentía que compartían aquel sentimiento de soledad, y a su vez, encontraba algo de compañía en aquel bosque, el cual lo encontraba trágico y funesto. Rápidamente ofreció sus hojas para secar las lágrimas y con sus ramas acobijó a Apryl, hasta que durmió profundamente.

Otro estruendo logra despertarla del plácido sueño, ya anochecía, y con ello volvía la congoja y la desesperación, Apryl ya no sabe qué más puede hacer.

-¡Cuántos colores hay en el cielo esta noche! - dijo animado el sauce a la joven – Ya no llores más pequeña, mira hacia arriba y diviértete con los festines que hacen estas noches las estrellas.

- No es lo mismo si falta Alma- dijo Apryl con voz pasiva, un tanto melancólica- ¡Mira Sauce, puedo ver la Luna desde aquí!

Sauce al escuchar que Luna se acercaba, estremeció sus hojas, se peinó con el agua de aquel arroyo, estaba un tanto sonrojado y la contempló sigilosamente el riachuelo, para no perder de vista aquel reflejo perfecto del cielo. De pronto, aparece su amiga Alma, bajando desde el cielo envuelta en una gran aureola llena de colores y estrellas, tras ella, Luna.

-¡Alma, creía

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