Muerte de Hugo Chávez
fabiola43 de Abril de 2013
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La muerte de Hugo Chávez ha suscitado numerosos interrogantes sobre el futuro de Venezuela y también de América Latina. Buena parte de los mismos se pueden sintetizar en la pregunta de si es posible un chavismo sin Chávez. La pregunta tiene un ámbito estrictamente venezolano y otro regional, latinoamericano. Éste es, precisamente, el objetivo del presente análisis, indagar en la posibilidad de la emergencia de un liderazgo latinoamericano equiparable al ejercido durante algo más de una década por el caudillo venezolano. La gran influencia ejercida por Chávez sobre casi todos los mandatarios de la región es buena prueba de su capacidad de influencia, una influencia que aquí se considera única e irrepetible. Esto implica que el carisma de Chávez no sólo es intransferible dentro de Venezuela, sino también en América Latina.
Una de las preguntas más formuladas tras la muerte de Hugo Chávez ha sido, sin duda alguna, la de si es posible la pervivencia del chavismo en Venezuela, una vez huérfano el país de su popular caudillo. Una pregunta similar es replicable para el conjunto de América Latina y se relaciona con la posibilidad del mantenimiento del proyecto bolivariano en tanto proyecto regional y con la emergencia de un líder de alcance continental que pueda ocupar el gran vacío dejado por el comandante venezolano.
Podemos basarnos en cuatro puntos para explicar la dificultad de que surja un poderío igual al de Chávez. En primer lugar, ninguno de los posibles candidatos nombrados más arriba tiene el carisma ni la capacidad política de Chávez. Tampoco ninguno es un estadista capaz de alcanzar un reconocimiento internacional. Chávez era capaz de imponer sus puntos de vista a sus colegas regionales, comenzando por la imposición de la figura de Bolívar como un icono regional, incluyendo a países, como México y Brasil, que históricamente poco o nada habían tenido que ver con su figura.
El segundo motivo se vincula a los ingentes recursos que el presidente de Venezuela invirtió en expandir en América Latina el proyecto bolivariano. El dinero venezolano reforzaba el carisma y el carácter de Chávez, y lo mismo ocurría en sentido inverso. Sin estas dotes y estos recursos, que interactuaban de forma clara, la expansión continental del proyecto bolivariano hubiera sido mucho más complicada. El petróleo venezolano y los dólares por él generado sirvieron para forjar alianzas, consolidar amistades y ganar voluntades en buena parte de América Latina y el Caribe. Para los países de América Central y el Caribe, los directos beneficiarios de Petrocaribe, la política de precios baratos y créditos con bajos tipos de interés y a largo plazo les era sumamente conveniente.
Tampoco se debe olvidar la puesta en marcha de otros emprendimientos como Telesur, financiados por Venezuela y que estaban totalmente volcados al servicio del aparato propagandístico chavista.
En tercer lugar, Chávez fue capaz de establecer una relación muy especial con Fidel Castro que le permitió legitimarse a los ojos de buena parte de la izquierda continental. La relación Castro-Chávez ha sido funcional para ambos líderes. A Castro le permitía romper el aislamiento dentro de América Latina en el que se había movido en las últimas décadas; a Chávez adoptar una imagen continental de dirigente de izquierdas, imagen que cultivó con celo en sus primeros años de exposición mediática. La relación se consolidó de tal modo que incluso hubo quienes comenzaron a hablar de una federación binacional, Cubazuela o Venecuba, un proyecto que finalmente fue abandonado por las fuertes resistencias nacionalistas existentes en los dos países implicados.
Por ultimo el liderazgo continental de Chávez se forjó en un momento de expansión del ideal antiimperialista. Como ya se ha señalado, se estaba frente al “giro a la izquierda” en América Latina, cuando uno a uno diversos
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