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Palabra De Homenaje


Enviado por   •  26 de Marzo de 2014  •  666 Palabras (3 Páginas)  •  198 Visitas

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Hay mujeres sutiles, casi transparentes; hay mujeres atrayentes, hay mujeres suaves, diferentes tipos de mujeres, y entre tan diverso y necesario follaje, hay mujeres que marcan vidas, mujeres como Beatriz Flores Alvarado.

Beatriz, una vez que la veías, no era una mujer que se olvidara. Se convierte en una imagen de gran fuerza. Se le recuerda con esa mirada decidida; sus ojos desnudaban cualquier indecisión. De voz firme, como trueno. Y su risa franca, abierta.

Mujer de hacer, con un cuerpo fuerte, como si anticipara la tarea que la vida le daría y ella abrazó en forma absoluta: Iniciar, convocar, resistir, resolver; sacar adelante proyectos, a como diera lugar, de a como fuera. Mujer de entrega, mujer de dar.

Beatriz Eugenia estudió en la Normal de Educadoras. Dio clases al graduarse y estudió preparatoria en el Instituto Tecnológico de Monterrey. Concluyó una licenciatura en Economía y obtuvo el grado de maestría en el mismo campo. Después de varios años de trabajar en empresas regiomontanas, se fue al Distrito Federal para ingresar a la Secretaría de Programación y Presupuesto. Más tarde laboró en el INEGI. Luego ingresó al ámbito gubernamental en Coahuila y, posteriormente —pues uno de sus intereses fueron las manifestaciones culturales—, continuó trabajando como parte de los organizadores del Fórum Monterrey 2007. También apoyó las artes escénica.

Sus amigos más íntimos la recuerdan divertida; una mujer de interés en materias prácticas, en aterrizar conceptos más que navegar en ellos. Es que no había asunto que llegara a su escritorio que no fuera resuelto.

Entrar a su oficina era salir con una solución o con la clara sensación de que los proyectos se ejecutarían mientras estuvieran en sus manos. O con la certeza de que habría mucho más trabajo por ser resuelto, aún y en contra de restar horas al descanso. Aprendimos de ella, su capacidad para integrar un equipo único con intereses colectivos reales, más que brillos individuales.

Y en su oficina, entre tantas tareas ejecutivas y eficaces que ella realizaba, se concretó uno de los más notables proyectos de la administración pública de Coahuila, que vio la luz gracias a la coordinación estoica de Beatriz Flores Alvarado: el Museo del Desierto, un museo que hoy es emblema de Coahuila para México y el mundo; un museo sustentado en proyectos que grupos ciudadanos ya empujaban y que se consolidó finalmente bajo un concepto que unificó diversas temáticas e inquietudes: el territorio del amplio Desierto Chihuahuense.

Este gran museo en el que comarte la responsabilidad de trabajo a más de 65 compañeros, fue un proyecto que requirió fondos públicos estatales, federales, de la iniciativa privada y también donativos específicos que la ciudadanía aportó adicionalmente a través de una campaña de sensibilización previa a

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