Proceso de investigación
orlandobago30 de Noviembre de 2013
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de Investigación
Prof. Adriana P. Frávega
Cuando nos referimos al proceso de investigación aludimos a todas aquellas cuestiones que estarán presentes y marcarán nuestras prácticas destinadas a descubrir o a probar aspectos, relaciones y conceptualizaciones sobre determinada cuestión de la realidad que elegimos estudiar.
Estas actividades de la práctica de investigación tendrán un punto de partida hacia otro punto de llegada (el producto de dicha investigación o aporte al conocimiento científico).
Es decir, que desde decidir el tema/problema a abordar para su estudio hasta las reflexiones y generalizaciones finales alcanzadas vamos transitando desafíos reflexivos, operativos, decisiones materiales, entre otros. Todas estas actividades delinearán la intervención del investigador.
A decir de Juan Samaja “la investigación científica constituiría el método que los integrantes de las comunidades científicas emplean para cerrar las brechas que se abren en sus sistemas de creencias, como resultado de la aplicación de ese mismo método”
Según esta definición el proceso de investigación científica se refiere a un conjunto de operaciones que los integrantes de la llamada “comunidad científica” (los investigadores) ejecutamos sobre las representaciones de los objetos relevantes de las experiencias sociales, a fin de traducir esas experiencias a un cuerpo de descripciones, destinadas a integrar un cuerpo teórico que opera como un sistema formal.
En cuanto a ello es necesario aclarar y desmistificar la visión que prevalece en el imaginario social sobre que los temas o problemas a investigar no salen de una mente iluminada, de alguien llamado “científico” que un día se despierta y ¡Eureka! descubrió una teoría nueva, su ley o algún principio general sobre el aspecto o visión del mundo donde focalizó su interés intelectual.
Por el contrario, los temas y problemas surgen de las experiencias de ciertos sujetos llamados investigadores que ejercen el “oficio”, los cuales son parte del momento histórico de su tiempo (su región, país, pueblo) y, por lo tanto, los asuntos de interés no partirán únicamente de lo que una ciencia o disciplina defina qué hay que investigar y de qué modo.
Como sujetos que ejercemos este oficio tendremos la marca de nuestro tiempo. Somos producto y productores de saberes y conocimientos en virtud de las condiciones de posibilidad histórica de nuestro tiempo y cultura.
Por lo tanto tenemos que entender que la relevancia de un asunto o cuestión a investigar tendrá que ver más con lo que interpretemos que podemos aportar a nuestra cultura y sociedad, como seres histórico-sociales. Así también en la elección y mirada de los temas y problemas nos hallamos permeados por la historia del campo disciplinar en el que actuamos.
Puede suceder que reconocemos un espacio del saber vacante (lagunas) acerca de esa realidad que nos interesa estudiar, o la vigencia de interpretaciones teóricas que no nos convencen tal cual están propuestas y en tal caso, estamos reconociendo ciertos límites a las teorías que circulan. Para ello el investigador tiene que poseer un grado de actualización teórica que le permita realizar esta lectura crítica.
Otra posibilidad para que surja en el investigador el interés por conocer cierta parcela de la realidad, tiene origen en aquellas cuestiones que nos inquietan y que aún no han sido observadas, analizadas e interpretadas, porque nadie las interrogó desde el lugar que nosotros las abordamos. Como ejemplo, recordemos el giro conceptual operado desde estudiar los medios como instrumentos difusores de información (teoría de la Mass Comunication Research) a la propuesta de pensarlos en el juego de las mediaciones socio-culturales, económicas y tecnológicas que planteara la corriente crítica latinoamericana en los años ochenta.
Algunos objetos resultan novedosos, justamente porque nos encontramos en las ciencias -específicamente en el campo de la comunicación- con transformaciones operadas en nuestros países derivados de la revolución científico-tecnológica cuya aceleración en las últimas décadas es una de sus características más destacadas. En los inicios del siglo XIX, por darnos un ejemplo, viene siendo el desafío de muchos investigadores posar la atención sobre las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para encarar la comprensión de los cambios y las consecuencias socio-culturales y económicas que las mismas acarrean.
Por lo mismo, también los desfasajes y/o similitudes operadas entre culturas desarrolladas y aquellas de países “emergentes” como parte de la globalización. Los procesos globalizadotes vienen a operar como la “condición histórica” en la que se advierten nuevos problemas de conocimiento y, por ende, hacen pensar nuevos objetos en relación a la juventud, lo local y lo global, las nuevas identidades culturales, etc. Ortiz sostiene que hay una historia de constitución de las ciencias sociales que no hay que desconocer.
Las intervenciones que realizamos poseen la aspiración de encontrar descripciones y relaciones como también nuevas preguntas de aquello que vamos descubriendo del objeto en el tránsito de la experiencia misma de la investigación.
Estos resultados aportarán al cuerpo de teorías reflexiones nuevas o reforzarán los discursos teóricos que circulan en el campo. Recordemos las distintas teorías y perspectivas teóricas que revisamos en la Comunicación Social. Es por ello que parte de la actividad del investigador consiste en revisar lo ya dicho sobre el objeto a estudiar y las cuestiones incorporadas en sus planteos. Tradicionalmente a esta tarea se la llama revisión del estado del arte de la cuestión que no es ni más ni menos que esa búsqueda genealógica de las líneas de estudio y de cómo han ido construyendo los objetos.
En cuanto a las generalizaciones a que arribemos, si bien estarán en vinculación con esos marcos teóricos revisados y de los cuales partimos, no debe entenderse que al comunicarlas debamos hacerlo con un leguaje “formal” vacío de contenido para que esos hallazgos sean validados. Tal modo de comunicar el producto de las investigaciones nos llevaría a usar fórmulas matemáticas o expresiones de la lógica análogas a los teoremas geométricos o los cálculos que utilizan las ciencias duras (física, matemática, biología, entre otras).
Este modo de comunicar las teorías científicas fue el pregonado por los neo-positivistas del Círculo de Viena y defendido con fuerza a principios del siglo XX. Según esta corriente quien aspirara a pertenecer a la ciencia tenía que cumplir, entre otros, con el requisito de traducir sus descubrimientos a un lenguaje lógico-matemático como modo de legitimar el discurso del conocimiento teórico alcanzado ¡Y esta regla de actuación era aplicable también para los científicos de la vida social!
¿Podemos imaginar cómo haríamos para dar cabal cuenta de los conflictos y complejidad de sentidos, relaciones de poder, distintas posiciones de los sujetos que muchas veces reconocemos al investigar la realidad mediática, barrial, educativa, social en general? Y ¿cómo poder traducir a un esquema las específicas y particulares transformaciones que vivimos en la Argentina en lo político, gremial, económico?
La respuesta para nosotros es que las descripciones, comprensiones, explicaciones y nuevas preguntas que surjan de las investigaciones se referenciarán provisoriamente en las propuestas teóricas y los conceptos que ya circulan en el campo o disciplina dentro del cual actuamos, pero además estarán vinculadas siempre a las cuestiones de esa “realidad” que estamos problematizando. La “realidad” que elegimos investigar, no se nos presenta nunca de forma simple sino de manera compleja, y justamente esto es lo que queremos descifrar.
Al sostener que la teoría y conceptos que elegimos para mirar los objetos de estudio son provisorios, queremos mostrar que no es un marco (el clásico “marco teórico”) de cual se parte para reproducirlo en la práctica de cada investigación y aplicarlo a la “realidad” estudiada. Defendemos la postura de que la teoría es parte constitutiva del pensamiento para la acción.
¿Qué queremos expresar con esto último? Que las teorías o los marcos conceptuales actúan siempre como posibilidades de pensar y asumir posiciones respecto a lo que nos rodea o sucedió (también para buscar entender hacia dónde va el futuro), para problematizar lo ya dicho porque actuamos sobre el mundo que nos circunda para comprenderlo y explicarlo.
Además, sea cual fuere la estrategia metodológica que diseñemos, las conceptualizaciones que realicemos estarán presentes en el trayecto que recorremos al investigar, tanto al inicio, en su curso, como al final de la intervención.
Ya lo señalara Bourdieu: la teoría atraviesa todas las instancias de una investigación, desde la formulación de problemas, hipótesis y objetivos, en la elección y diseño de las técnicas hasta llegar a la interpretación y reflexión final sobre el objeto de estudio. Pero ello no implica que debamos aferrarnos a esa “lectura” teórica si la información que vamos obteniendo nos indica que hay que cuestionarla.
Apuntes sobre las posiciones adoptadas al caracterizar el proceso de investigación desde las ciencias sociales:
- La ciencia es conocimiento escrito y público que se desprende de un sujeto (o grupo de sujetos).
- Los saberes
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