Redemption
Enviado por yamilalorena • 28 de Octubre de 2014 • 2.515 Palabras (11 Páginas) • 148 Visitas
Seth suspiró frustrado, mirándose a sí mismo en el espejo mientras trataba de
hacer algo con su cabello rebelde.
Era inútil.
Incluso peor que el revoltijo de rizos que no podía controlar, era la ropa que
Lydia había elegido para que él usara. Los pantalones negros que se abotonaban a los
costados eran extremadamente incómodos y solamente llegaban hasta sus rodillas.
De ahí para abajo, tenía unas blancas… ¿cómo dijo que se llamaban? ¿Medias? Y
zapatos raros con hebillas que le apretaban los dedos y friccionaban sus talones peor
que las botas de su armadura.
Pero lo que más odiaba, era el saco dorado, de cuello alto y todo bordado con
una camisa blanca que tenía montañas de encaje femenino cayendo como una
cascada por el frente. Ella decía que era un fular (pañuelo). Él decía que era horrendo.
Y ese mismo encaje que picaba, sobresalía al terminar la manga, cubriéndole ambas
manos, hasta los nudillos.
Se había estado quejando de esta monstruosidad desde el momento en se la
habían puesto. La única razón por la que finalmente había accedido a usarla era
porque ella había señalado el hecho de que no era posible que fuera más incómoda de
usar que su armadura ‐ algo en lo que él no estaba de acuerdo para nada. Solamente
un idiota se reiría de un hombre con armadura. Vestido de esta forma, sólo un idiota
no se reiría de esto.
Y dos, no tendría que usar la cosa por mucho tiempo más. Tan pronto como
terminaran, ella le había prometido que le arrancaría la ropa y lo haría deliciosamente
feliz por haberle seguido la corriente.
Ella no sabía que él lo habría usado de todas formas. Todo lo que tenía que hacer
era sonreír y él estaba perdido.
Pero aun así...
‐Me veo como un jodido idiota.
Vestido con un traje de cola y una corbata, Asmodeus resopló detrás de él.
‐Te respondería, pero el hecho de que ahora tengas más poderes de los que
tenías cuando yo te servía en el Reino Inferior, y el hecho de que me gustan las partes
de mi cuerpo en su actual localización, me impiden que te diga una sola palabra al
respecto.‐ Le sonrió a Seth mostrándole los colmillos. ‐Perdóname.
Sí, claro. Su expresión decía que lamentaba todo menos eso. De hecho, esa
expresión decía que el bastardo estaba más que entretenido… a expensas de Seth.
Viste. Ese es el punto. Asmodeus nunca se hubiera atrevido a reírse de él
cuando estaban en Azmodea y Seth tenía su armadura puesta.
Pero en este traje... La burla era un imperativo moral.
Él estaba tentado a ofrecerle dinero al demonio para que cambiara de ropa con
él.
Desafortunadamente, Asmodeus era un demonio amorfo que podía tomar
cualquier forma que quisiera y, para la boda, la pequeña basura había decidido medir
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sólo 1.80 con cabello rubio, casi blanco y corto, en picos. Aunque, pensándolo bien, él
podría usar sus poderes para, sencillamente, cambiarse la ropa por algo diferente.
Como una armadura.
Pero eso le molestaría a Lydia.
Por ella, él sufriría.
Quizás no en silencio, pero….
Evitó quejarse al encontrar la mirada de Asmodeus en el espejo. Esos ojos grises
eran la única cosa que mantenía en todas sus encarnaciones. Ojos que veían mucho
más allá de la superficie en cualquier ser.
Durante el encierro de Seth Azmodea, el demonio había sido el único, además
de Jaden, que nunca lo había lastimado. De hecho, fue Asmodeus quién le enseñó a
pintarse la cara para intimidar a los demás.
Y a pesar de lo que había dicho Asmodeus, Seth nunca le había hecho daño.
Lo malo era que Asmodeus era lo más cercano que tenía a un amigo de verdad…
y esa era la razón por la que el demonio, que había sido liberado del servicio de Noir
unos cuantos años atrás, durante el confinamiento de Seth, había sido el elegido
como su padrino.
Asmodeus se acercó para enderezarle el fular.
‐Tengo que decir que estoy contento de que seas el único al que ella quiso vestir
así. Porque es horrendo en proporciones épicas y pareces una mujer vestido así.
Seth lo miró enfurecido.
Alégrate de que ahora sea más civilizado y que seas uno de los únicos cuatro
invitados que tengo.
La sonrisa de Asmodeus se ensanchó.
‐Me alegra infinitamente Guardián, Amo y Señor. Además, no querrías que tu
padrino demonio tuviera sangre en su esmoquin alquilado durante la boda, ¿o sí? Eso
podría angustiar a la Señora Chacal.
Una oleada de furia
...