Reseña Histórica De La Oratoria
alisjh11 de Diciembre de 2014
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Los Romanos eran un pueblo especialmente dotado para la palabra, pero hasta la introducción del helenismo en Italia, en el siglo III a. C. no se dieron cuenta de lo poderosos que podrían ser si la empleaban bien, tomando ejemplo de los griegos y teniéndolos como maestros. Todos conocemos los nombres y las obras de los grandes oradores griegos Demóstenes, Esquines y Lisias. Los Romanos quisieron estudiar el estilo, la composición y las formas literarias de estos oradores para dar brillantez a sus discursos.
Desde los comienzos del siglo II a. C. se habían establecido en Roma muchos oradores griegos (rhetores graeci)que enseñaban elocuencia en griego. A pesar de que el senado expulsó a los filósofos y oradores griegos en el año 161 a. C., no se consiguió que dejaran de enseñar filosofía y elocuencia.
A imitación de los griegos muchos oradores propiamente romanos (rhetores latini) se dedicaron a enseñar elocuencia, oponiéndose de esta forma a los griegos, pero no se oponían del todo, ya que el arte que ofrecían a sus alumnos era totalmente griego, si bien se lo enseñaban en latín. Ésta fue la manera de que la oratoria griega se extendiera por toda Italia. De este modo se cumplió el tópico horaciano de que Graecia capta ferum victorem cepit
De todos los oradores de estos siglos tenemos conocimiento por el Brutus de Cicerón, ya que los pocos fragmentos que nos quedan de ellos no nos permiten una crítica suficientemente responsable. Sin embargo Cicerón tenía cercanía en el tiempo y elementos de juicio suficientes para hacerlo. En esta obra aparece una enumeración, además de una crítica, de los principales oradores latinos de los siglos III y II a. C.
Los principales oradores también eran los que se distinguieron en la política y en las armas: Appius Claudius Caecus, Q. Caecilius Metellus, Q. Fabius Maximus "Cunctator", M. Portius Cato, Ser. Sulpicius Galba, P. Cornelius Scipio Aemilianus, L. Licinius Crassus, Ti. y C. Sempronius Graccus, etc.
A principios del siglo I a. C. aparecieron en Roma diferentes corrientes oratorias:
1.- La corriente asiática (rhetores asiatici), que se distinguió por su forma florida, por su ritmo oratorio, por su sutileza e ingenio y un estilo a veces rebuscado y sentencioso.
2.- La corriente neo-ática, sin artificios, con frases breves, directas y secas, tomando como modelo al orador griego Lisias. Tuvieron poco éxito y no formaron escuela.
De estas escuelas tenemos noticias por el Brutus de Cicerón. Parece ser que los de la escuela ática pensaban que Cicerón era demasiado asiático.
El principal oponente de Cicerón en la oratoria romana del siglo I a. C. fue Q. Hortensius Hortalus, digno representante de la corriente asiática. Tenía una gran facilidad natural para la elocuencia. Hortensio fue el principal y más famoso orador de la Roma Republicana hasta que Cicerón le venció en el Pro Quinctio (81 a. C.). En ese momento su estrella empezó a declinar al tiempo que refulgía más la de Cicerón. Se enfrentaron en muchas ocasiones (Verrinas, 70 a. C.) pero más tarde se hicieron amigos y participaron juntos en diferentes causas en el foro. En sus discursos se advertía el uso de divisiones metódicas y recapitulaciones que nadie había utilizado antes que él. Cuando comenzó a fiarse de su habilidad natural y de su elocuencia innata su reputación bajó y quedó en el olvido. No se conserva ninguno de sus discursos.
Las obras de todos estos autores se han perdido. Sin embargo nos queda una obra de retórica: Rhetorica ad Herennium. Se trata de un manual de oratoria que da una idea bastante completa de lo que enseñaban los "rhetores latini". El fondo de sus ideas está sacado de los griegos, aunque los ejemplos, frases, y textos son latinos. Demuestran una lengua todavía un tanto imperfecta. No sólo no menciona un solo autor griego, sino que incluso los
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