Siempre La Misma Pregunta

Siempre la misma pregunta ¿Cómo? ¿Por qué? Y luego no se pregunta. Siempre el mismo dolor, al oír una noticia, al escuchar una tragedia y la misma pregunta ¿cómo? ¿Por qué? Siempre la misma expresión de asombro cuando hay algo mal, asombro que es hipocresía, a decir verdad hace mucho que ya no es una sorpresa. Y una y otra vez se siente la frustración porque no se puede hacer nada, porque no se hace nada, porque ya es muy tarde, porque sigue siendo tarde y nunca es a tiempo; y se puede sentir aquel lazo que aprieta y no deja escapar, un cuerpo inmóvil que ya ha dejado de intentar soltarse de aquel lazo invisible que no le deja pensar.

Dolor y frustración tras la pregunta ¿Cómo? ¿Por qué? -¿qué se debe hacer?- un trago, tal vez apacigüe el dolor; una botella, regala el olvido y, la muerte, quizá devuelve la paz; la paz, parece lejana, parece ajena, una utopía jamás antes sentida, una sonrisa jamás antes vivida, es recordar reír: sin saber que se siente, sin la esperanza de volver a la tranquilidad.

El abandono que llama, la soledad que se hace compañía y la oscuridad la luz de cada día. El adiós del ayer, del hoy y, del después. Insensible aroma a muerte y tristeza, a rabia y rencor, a cristales de los ojos, ojos llenos de sal, llenos de mar, llenos de tormenta y calamidad.

Y entonces un día, se puede salvar; y entonces un día se sigue caminando ¿cómo? ¿Por qué? -¿Quién podría saberlo?- algún día aquel paso firme se vuelve liviano, algún día aquella mirada de niño, se vuelve mirada de anciano; antes se era viejo para tener mirada de anciano (aquella mirada), ahora se es joven y se tiene la misma mirada, perdida y desahuciada, aquella mirada recorrida y cansada, dejada y desolada, triste y desesperanzada (desesperada), aquella luz opaca, casi apagada, esperando fundirse para quizá le sea devuelta la paz.

-Hadshman Novik-

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