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Sociologia

vaovao2 de Diciembre de 2012

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CRISIS Y CAMBIOS EN LAS SOCIEDADES MODERNAS

TEMA I.

I. LA SOCIOLOGIA. SU OBJETO DE ESTUDIO

Las ciencias sociales están tendiendo cada vez más a una mayor integración y complementación entre las distintas disciplinas que las conforman. No obstante, cada disciplina se afirma en su propio espacio y objeto de estudio particular. En este capítulo se aborda la discusión sobre el objeto de estudio de la sociología, visto en su vinculación con otras disciplinas científicas, enfatizando particularmente el tema de las relaciones sociales.

Se intenta reconstruir el recorrido histórico de la sociología en América Latina, a partir de su institucionalización profesional, destacando de qué manera tanto su objeto de estudio como su inserción e incidencia social han estado condicionados, por una parte, por la influencia de los paradigmas de origen norteamericano y europeo, y por otra, por las propias características de la estructura social latinoamericana. Y finalmente se enfatiza la importancia de lo social y la revalorización que ha venido experimentando este tema a partir de la década de los 90`.

Acaso uno de los temas más recurrentes en el debate entre los sociólogos sea el de la definición del Objeto de Estudios de la Sociología. En diferentes épocas y en distintos enfoques teóricos de esta disciplina científica ha estado presente la preocupación por producir definiciones que susciten consenso dentro de la comunidad de sociólogos acerca de en qué consiste la sociología, cuál es su objeto y campo de estudio particular, qué tipo de vínculos mantiene con las demás disciplinas de las ciencias sociales y cómo entender su presencia dentro de la sociedad.

No obstante este empeño, aún persiste entre los sociólogos diferencias de criterio alrededor de estos asuntos, que se evidencian tanto en las variadas definiciones que ofrecen los manuales introductorios a la disciplina, como en las diferentes maneras de acercarse al quehacer académico y al ejercicio profesional de la carrera. Estas diferencias han llevado en no pocas ocasiones a opiniones, entre propios y extraños, de descalificación de la consistencia científica de la sociología y de su capacidad de definir un objeto de estudio propio de generalizada aceptación, por lo que la imagen y auto imagen de la disciplina se ha visto afectada muchas veces.

Quizás la definición que se suele conseguir más frecuentemente tanto en la literatura científica como en la opinión de profanos, es aquella que designa a la sociedad como el objeto particular de estudio de la sociología. De acuerdo con ello, la sociología sería la disciplina científica encargada de estudiar a la sociedad, su estructuración y funcionamiento y los cambios que ésta experimenta.

Esta definición, aparentemente obvia, neutra y de universal aceptación, no obstante, no satisface a las distintas corrientes del pensamiento sociológico. Pareciera entonces que estuviéramos frente a una disciplina signada por la anarquía, la confusión y falta de claridad acerca de su destino social, donde, repitiendo a Raymond Aron, aparentemente en un punto, y prácticamente en uno solo, están de acuerdo los sociólogos: la dificultad de definir la sociología.

¿Tendrá sentido a un siglo y medio de existencia de la sociología persistir en un debate, al parecer sin final, sobre el objeto de estudio de esta disciplina? ¿Qué extraña fuerza le insufla permanencia a este debate? ¿Esta aparente indefinición, resta fuerza y estatuto científico a la sociología o más bien es una de sus singularidades y virtudes? ¿Cuáles serían los límites tanto cognitivos como histórico-sociales a partir de los cuales definir la pertinencia de este debate?.

En nuestra opinión este debate es consustancial a la naturaleza misma del conocimiento sociológico, un conocimiento mutable, dinámico y dialéctico, que se valida y legitima en su confrontación con los cambios que experimenta la realidad social. Se trata de un debate que demanda de los sociólogos una postura ética de autoreflexividad e historicidad, en el sentido de renunciar a una concepción de los hechos sociales como una sucesión de acontecimientos externos, reificados y sin mediación alguna de los actores sociales. Una postura que reivindique el rigor empírico, alejando toda tentación dogmática.

La realidad social es el límite en este debate, que fuerza a respuestas sobre la capacidad de intervención social de la sociología en el aquí y ahora de un presente histórico, nacional e internacional, signado predominantemente por confusiones, incertidumbres y crisis. Citando a Gregorio Castro, de lo que se trata es de “restituir el valor social contenido en el trabajo intelectual inherente a la investigación y producción sociológica. Contribuir a que el sociólogo asuma su trabajo desde las posibilidades de eficiencia y de intervención social que resulta probable suponer en la gestión de la disciplina, reivindicando un espacio cuya legitimidad tenga su fundamento en la capacidad de responder al país como exigencia, por encima y en contra de la burocratización de las utopías, de los pragmatismos radicales; en estos tiempos donde el humanismo es una vergüenza y la reflexión una herejía”1.

Un objeto en permanente construcción

En tanto que disciplina de las ciencias sociales, la sociología orienta su acción cognitiva a descubrir la realidad social. Este acto de descubrimiento presupone una construcción conceptual de la realidad de manera racional y conforme a la propia realidad para explicarla, eliminando las apariencias engañosas. Construir conceptualmente la realidad social es tanto como elaborar un mapa de la misma, mapa que no es la realidad ni su reflejo, pero que la representa, interpreta y hace inteligible. Pero, ¿en qué consiste la realidad social, qué la constituye y a qué ámbito particular de la realidad social aboca la sociología su estudio?.

Cuando hablamos de realidad social estamos refiriendo al conjunto de relaciones muy variadas que establecen los hombres entre sí y con la naturaleza. Estas relaciones se realizan como un hecho total a través de distintos ámbitos que constituyen las dimensiones de la realidad social, a saber: económico, político-ideológico, social y cultural. Estos diferentes ámbitos de la realidad se comportan como un hecho total, de intervinculación múltiple y compleja, cuya separación (sólo analítica), ha dado lugar históricamente a áreas particulares de estudio de diversas disciplinas de las ciencias sociales, tales como la economía, la politología, la sociología, la antropología, la administración, etc.

Cada una de estas disciplinas guardan en común el estudio de la realidad social, pero se distinguen en la perspectiva de interés particular a que cada una se aboca. Vale decir que cada una de estas disciplinas construye conceptualmente su propio objeto de estudio, dando origen a variados niveles de conocimientos de la realidad, cuya separación progresiva a través de múltiples áreas y ramas de conocimientos pareciera transmitir la sensación de fragmentación de la realidad social, que sólo es aparente.

La sociología adopta como perspectiva particular de estudio las relaciones sociales, presentes constitutivamente en las distintas dimensiones de la realidad social. Ningún ámbito de la realidad está desprovisto de relaciones sociales. La producción económica, por ejemplo, en tanto que hecho social, supone determinadas formas de relacionarse socialmente los distintos agentes y factores de la producción, vistos históricamente. Igual ocurre en el ámbito de lo político, lo administrativo, lo cultural, etc., donde indefectiblemente se mantienen relaciones sociales entre actores muy diversos. Este hecho ha despertado algunas críticas hacia la sociología, que pretenden verla como una disciplina sin objeto particular, que construye su campo de estudio con las parcialidades de otras ciencias, inmiscuyéndose en otras áreas de competencia ajena.

En verdad la sociología lo que intenta es generar conocimientos sobre las relaciones sociales visto en su comportamiento total. Comprender las relaciones sociales de cualquier sociedad, por ejemplo, supone conocer su estructura económica y diferenciación en clases, estratos y grupos; su medio geográfico, sus leyes e instituciones sociales; su lenguaje, valores y sistema de creencia de los miembros de esa sociedad; sus relaciones con otros pueblos y su interacción con el resto del mundo, etc. El entretejido complejo y dinámico de todas esas variables multidimensionales, en lo que se refiere a las relaciones sociales, constituye pues, el objeto de estudio de la sociología. Un objeto complejo y total, de ahí que se diga que nada humano es ajeno a la sociología.

Pero además de total y complejo, las relaciones sociales tienen un carácter dinámico e histórico. Varían en el tiempo y el espacio y son irrepetibles. Esta característica, precisamente, hace de la sociología una disciplina en permanente revisión y reelaboración de su objeto, así como de sus conceptos y enfoques teóricos sobre la realidad.

Cuando la sociología aborda el estudio de las relaciones sociales, intenta explicar tres asuntos claves privativos a su interés. En primer lugar, explica la existencia y permanencia en el espacio y el tiempo, de los colectivos humanos y la inserción de los individuos en esas colectividades. Es decir, explica la presencia de los sujetos, la acción social y la relación individuo/sociedad; en segundo lugar, la organización social como el marco o los marcos de organización y

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