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Sopa Compartida


Enviado por   •  16 de Abril de 2014  •  486 Palabras (2 Páginas)  •  936 Visitas

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Cuento: “La Sopa Compartida”

Objetivos: Reconocer las riquezas que cada uno tiene y aportara en el curso. Rescatar la visión que tienen los demás de mí mismo, quienes me conocen de verdad y que personas son las más cercanas a mí.

Lea con atención el siguiente texto:

“La sopa compartida”

En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.

“Lo siento”, dijo ella, pero ahora mismo no tengo nada en casa”.

“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño. “Tengo una piedra de sopa en mi bolso; si usted me permitiera echarle en una olla de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Eso sí, una olla muy grande, por favor”.

A la mujer le picó la curiosidad, puso la olla al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a todos sus vecinos. Cuando el agua comenzó a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó:

“¡Deliciosa! Lo único que necesita son unas cuantas papas”.

-¡Yo tengo papas en mi cocina!- , grito una mujer.

Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de papas peladas que fueron derecha a la olla. El extraño volvió a probar el brebaje.

“¡Excelente!, dijo y añadió pensativamente: “Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso…”

Otra ama de casa salió corriendo y regresó con un pedazo grande de carne que el extraño, tras aceptarlo, lo introdujo en la olla. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:

“¡Ah, que sabroso !Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto…”

“Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con un canasto lleno de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en la olla, el extraño probó nuevamente el quiso y, con tono autoritario, dijo:

“La Sal”

“Aquí la tiene”. Le dijo la dueña de casa.

A continuación dio otra orden:

“Platos para todo el mundo”.

La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron

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