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TECNICAS GRUPALES


Enviado por   •  30 de Junio de 2013  •  4.422 Palabras (18 Páginas)  •  456 Visitas

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TÉCNICAS PARA EL TRABAJO EN GRUPOS.

El trabajo en grupos es crucial en los momentos actuales. Esto no es casual, sino el producto de los nuevos propósitos sociales, los cambios operados a este nivel y la dinámica que de este hecho se derivan.

En el campo de las ciencias, al estudiar la personalidad y su configuración, así como lo relativo a lo particular e individual que la tipifica como única e irrepetible, toma en cuenta su vida en el contexto grupal, sea este su grupo de pertenencia o el de referencia. Para ello se apoya en el fundamento en el que se plantea, que cada individuo es en esencia, el producto del sistema de influencias externas que son asimiladas, procesadas y finalmente interiorizadas por este.

La vida cotidiana de cada uno de nosotros cobra un mayor sentido porque está mediada por todo un sistema de relaciones interpersonales, de vínculos afectivos y otras formas de interacciones sociales. Por ejemplo, nos consagramos para obtener un buen resultado, no pensando sólo en nosotros mismos, sino en alguien que nos es muy cercano o puede que ni siquiera conozcamos, pero nos anima el hecho de que el producto del esfuerzo que realizamos es en bien de los demás.

Los grupos humanos como entidades psico-sociales son el producto histórico de su real y mediata existencia. En el proceso de evolución sistemática de cualquier grupo, intervienen diversos factores, los cuales determinan la configuración de la subjetividad individual de cada uno de sus miembros y la expresión de esta en las redes de relaciones que se establecen entre ellos y con el resto de la sociedad, modelándose así, la estructura que lo define en su dinámica funcional interna y la proyección de su impacto en la sociedad, lo cual deviene en subjetividad del hecho colectivo, o sea, se conforma también la subjetividad grupal.

Al origen de un grupo le es atribuible siempre alguna intención, esta puede ser más o menos formal, con una proyección pro social o no. Ahora bien, si pretendemos poner en práctica alguna estrategia educativa para lograr efectos modificadores al interno del mismo, hay que tener bien claro lo siguiente, el grupo se consolida como entidad en la misma medida en que tal intencionalidad adquiere algún sentido para todos y cada uno de sus miembros, autorregulando su comportamiento en pos de la actividad que los sustenta para la consecución del propósito o meta que está vinculado con dicha intencionalidad.

Existen técnicas en las cuales nos podemos apoyar para realizar el trabajo grupal. Pero es importante aclarar algo, éstas no son el elixir benefactor que en manos de alguien pueda proporcionar instantáneamente el efecto deseado, ni son tampoco el antídoto de socorro para desarraigar los males o procurar la solución mágica de los problemas existentes en el seno del grupo o en el contexto en que este se inserta e interactúa. La cuestión es mucho más complicada. La técnica en abstracto no existe, ella es una elaboración teórico-metodológica de anuencia práctica que se potencia y alcanza legitimidad, como adquisición personal y como instrumental, en la misma medida en que se asume y aplica desde tal perspectiva.

Trabajar en grupos tiene múltiples ventajas tanto para las personas como para las instituciones donde esta modalidad se pone en práctica.

Para las personas

 Se trabaja con menos tensión.

 Se comparte la responsabilidad.

 Es más gratificante.

 Se comparten los premios y reconocimientos.

 Puede influirse mejor en los demás.

 Se experimenta la sensación de un trabajo bien hecho.

 El enfrentamiento a los problemas es menos angustioso.

 Genera confianza y seguridad.

Para las instituciones

 Aumenta la calidad del trabajo.

 Se fortalece el espíritu colectivista y el compromiso con la entidad.

 Se reducen los tiempos en las investigaciones.

 Disminuyen los gastos institucionales.

 Existe un mayor conocimiento e información.

 Surgen nuevas formas de abordar un problema.

 Se comprenden mejor las decisiones.

 Son más diversos los puntos de vista.

 Hay una mayor aceptación de las soluciones.

Técnica EN y PARA el uso de las técnicas grupales: algunas consideraciones generales.

Hablar de técnica nos sugiere, por una parte, hacer alusión de alguna manera a lo concerniente con una cierta pericia, habilidad, maña, arte, destreza, competencia, etc., o sea, una determinada adquisición en términos de capacidad por parte del sujeto; y por la otra, se puede estar haciendo referencia a recurso, instrumental o dispositivo metodológico, concebido para su aplicación en la praxis en una realidad concreta.

En el caso que nos ocupa, el concepto de técnica abarcaría las dos acepciones, y no por mera casualidad, sino porque nos proponemos como contenido esencial del curso y apoyándonos en este material, capacitar, y aún más, entrenar a los trabajadores sociales sobre el tema; y con ello, desarrollar en estos la técnica (capacidad, habilidad) para la aplicación de las técnicas grupales (dispositivo, instrumental) en los diferentes ámbitos y contextos donde se desempeñan. Se trata entonces, de que los trabajadores sociales lleguen a adquirir pleno dominio de las cuestiones medulares en pos de lograr la efectividad de los resultados de la técnica o las técnicas aplicadas, a saber, (¿por qué?, ¿cuándo?, ¿a quiénes?; ¿cómo?) y sobre todo ¿para qué?

En los momentos actuales, son pocos los que se oponen, al menos tan abiertamente, como sucedía hace algún tiempo, al uso y el valor de las técnicas grupales. A ello han contribuido en cierta medida, los criterios en los que se fundamenta desde las más diversas aristas de la praxis profesional y científica, que el empleo de las técnicas contribuye al funcionamiento y consolidación del grupo como entidad, al posibilitarles a sus integrantes espacios de participación para la reflexión, el análisis, la toma de decisiones, el manejo de conflictos y la solución de las más diversas problemáticas a nivel personal, grupal y social.

Como se puede apreciar, hoy los embates son ya más moderados, el énfasis crítico no está enfocado al uso de las técnicas, pues en este sentido existe algún consenso, sino lo que se cuestiona más bien es el procedimiento metodológico que se sigue en algunos casos y la consistencia teórica de los fundamentos esgrimidos para su aplicación o como derivación de esta. Resulta obvio pensar lo contrario, la utilización de las técnicas grupales exige de conocimientos y habilidades por parte de quienes las usan, para que efectivamente, se puedan obtener los resultados esperados y ponderar su legitimidad científica.

La persona que asume el rol de coordinador debe considerar las cuestiones antes señaladas y replantearse, si fuese necesario, nuevas maneras y desde las perspectivas más loables la aplicación de las técnicas grupales para acceder al logro del objetivo planteado (el para qué). Debe tener en cuenta además, las experiencias anteriores que tienen los miembros del grupo en dinámicas de este tipo ya que pueden existir prejuicios con respecto a la aplicación de determinadas técnicas. Una mala experiencia anterior puede entorpecer el trabajo, como también una buena experiencia ya vivida puede viabilizar el mismo. Es importante también, conocer las expectativas que tienen los miembros del grupo y su disposición a colaborar durante el desarrollo de la actividad o taller donde se aplicará tal procedimiento.

El impacto que pueda derivarse de la aplicación de las técnicas en los miembros del grupo o el segmento de la realidad que se concibe como objeto, estará siempre en correspondencia con los criterios antes planteados. Es por ello que insistimos en tomarlos muy en cuenta por parte de los coordinadores o facilitadotes del grupo.

La técnica en cualquier caso y del cual no se excluyen las consideradas como técnicas grupales es un recurso que está a disposición de un sujeto para su aplicación o uso, toda vez que se propone incidir en la transformación del objeto de su intervención. En dicho proceso, la técnica es solo una parte, que dada su connotación instrumental o metodológica permite confluir a un determinado resultado, pero que su efectividad concomita con otros factores que le son intrínsecos a dicho proceso.

SOBRE LA FACTIBILIDAD DEL USO DE LAS TÉCNICAS GRUPALES EN EL TRABAJO SOCIAL

La factibilidad acerca del uso de las técnicas grupales del que trata este acápite tiene como propósito la valoración sobre las posibilidades de su aplicación en determinada realidad. Cuestión esta en la que existen controvertidas y antagónicas polémicas.

Algunos de los que incursionan en el tema plantean que existen áreas o sectores de la cotidianidad donde es más propicio utilizar las técnicas, llámesele participativas o dinámicas, en el trabajo con grupos. Están incluso, quienes desde una posición más radical le confieren a determinadas áreas o sectores una cierta exclusividad para recibir las bondades que pudieran derivarse de la aplicación de las técnicas. Para ello, tanto los unos como los otros, esgrimen disímiles argumentos, –desde los más mesurados y comprensibles hasta los más burdos e inconcebibles-.

Cualquier valoración sobre la filiación a los criterios antes expuestos conllevaría a hacer un análisis reflexivo a partir de las siguientes interrogantes; ¿será la medida en que se estima que en determinadas áreas o sectores resulta más propicia o favorable la aplicación de las técnicas grupales, la condición que resulta ser necesaria y suficiente como para determinar su uso?, ¿existen las tales áreas que se reservan o tienen ese derecho de exclusividad en cuanto al uso de las técnicas para el trabajo en grupo?

Con relación a la primera de las interrogantes, quisiéramos antes de disponernos a emitir alguna respuesta sobre la misma aclarar lo siguiente; compartimos el criterio acerca de la existencia de áreas o sectores que efectivamente son mas propicios para el uso de las técnicas. De hecho, hay que admitir que estas tuvieron su origen a partir de situaciones o problemáticas acaecidas y exigencias muy puntuales de determinados contextos. Fue precisamente en este proceso de demanda y búsqueda socializada en el que surgieron las técnicas grupales y donde se han venido probando y validando en sucesivas aproximaciones. Proceso este, gracias al cual, también se ha solidificado su fundamentación teórica, metodológica y práctica; pero ello no quiere decir en modo alguno, que sólo tener en cuenta lo propicio o favorable posea en sí misma la connotación de condición que resulta ser necesaria y suficiente a la hora de decidir sobre la aplicación de las técnicas grupales en determinados contextos.

Es recomendable tener en cuenta este elemento, incluso así lo sugerimos, pero es menester que se consideren otros criterios, para poder percatarnos de la factibilidad que puede tener el uso de las técnicas grupales en otros contextos hasta ahora excluidos, ya sea por desconocimiento, prejuicios, esquematismos u otras razones. Es más, estimar otros elementos, puede hacernos conscientes de la conveniencia de su no aplicación por determinadas circunstancias que así lo exigen. Algunos de estos elementos pudieran ser, entre otros, la composición del grupo desde el punto vista étnico, ideológico, etareo, etc. Además, tener en cuenta la actividad que une a los integrantes del grupo en cuestión. Tales consideraciones son medulares a la hora de considerar la factibilidad del uso de las técnicas.

La apreciación antes descrita deja por sentado que el asunto de la exclusividad de algunas áreas o sectores como beneficiarios de las bondades de las técnicas grupales no es tan así. Las condiciones reales existentes en algunas de tales áreas y las utilidades o ventajas que pueda haber generado la utilización de las técnicas en ellas, no excluye de tales posibilidades a otros contextos sociales. En tanto, consideramos que el problema de la aplicación de las técnicas grupales en aquellos ámbitos que no son los habituales o comunes es algo relativo y no absoluto.

Las técnicas como instrumental que sirve a propósitos grupales diversos pueden ser aplicables en cualquier contexto o ámbito social siempre que se considere que ello es factible. A continuación exponemos con mayor especificidad el asunto.

Consideraciones a tener en cuenta para determinar el grado de factibilidad de la aplicación de las técnicas grupales.

Para determinar el grado de factibilidad del uso de las técnicas grupales en un contexto o escenario cualquiera que este sea, es necesario tener en cuenta algunas consideraciones que nos permitan evaluar el asunto con la mayor objetividad posible, tales consideraciones son las siguientes:

a) Previo a la aplicación de las técnicas

 ¿En que medida su uso puede contribuir al logro del propósito, meta u objetivo del grupo respecto al objeto del que se trate (el grupo en si mismo, el escenario en el que interactúa de manera intencional u otra?

 ¿Existen las condiciones objetivas y subjetivas necesarias como para garantizar que el proceso fluya de manera satisfactoria, sin contratiempos irremediables?

 ¿Se dispone de algún procedimiento para la evaluación sistemática y final del proceso que se lleva a cabo de manera que nos permita proseguir o enrumbar desde nuevas perspectivas el proceso que se lleva a cabo?

 ¿Qué antecedentes existen sobre el uso de este u otros procedimientos similares o no y sus posibles efectos tanto positivos como negativos con el nuevo procedimiento a aplicar?

b) Durante el proceso de aplicación de las técnicas:

 ¿Cuál ha sido la realidad de la marcha del proceso, cómo ha venido evolucionando: aciertos desaciertos, incongruencias, logros, dificultades?

 ¿Qué estrategia seguir en lo adelante, continuar por el camino escogido o se trata de buscar nuevos derroteros?

 ¿Qué tanto nos vamos aproximando al logro del propósito final: monitoreo de los resultados parciales obtenidos hasta el momento?

c) Posterior a la aplicación de las técnicas

 ¿Cómo trascurrió el proceso (participación, colaboración, comunicación, desempeño de roles etc.)?

 ¿Qué impacto dejó en los participantes (en lo cognoscitivo, afectivo-motivacional y volitivo?

 ¿En qué medida se logró el propósito, la meta y objetivo planteados?

 ¿Qué recomendaciones se pueden hacer para futuras aplicaciones?

ORIENTACIONES METODOLÓGICAS PARA LA UTILIZACIÓN DE LAS TÉCNICAS GRUPALES.

La efectividad de las técnicas grupales ha sido demostrada en diferentes ámbitos de la sociedad, ellas han sido utilizadas por expertos y también por novatos en el asunto. Los conocedores del tema continúan insistiendo; y no por casualidad, en que se deben seguir un conjunto de normativas para la adecuada utilización de las técnicas de trabajo en grupo.

Por las cuestiones antes planteadas se puede inferir que la simple utilización de las técnicas no genera los posibles cambios esperados, para que estos se produzcan es necesario que exista además, un verdadero proceso interactivo entre los miembros del grupo, de manera tal, que les permita la construcción de nuevos conocimientos, la propuesta de posibles alternativas o estrategias vinculadas al hecho o problema que se aborda. Tal posibilidad también depende en gran medida, de la intención ideológica y del propósito del coordinador y la medida en que este es capaz de implicar en ello a los restantes miembros del grupo.

Sobre la selección de las técnicas a aplicar

Las técnicas se seleccionan siempre a partir del objetivo que nos proponemos y de la propia estructura del grupo (del para qué, sin dejar a un lado el por qué, el cómo, el dónde y el a quiénes). Se toman también en cuenta otros elementos como pueden ser: el tiempo de que disponemos, los recursos humanos y materiales con que contamos, el dominio y habilidad que se tiene para la aplicación de las técnicas y para el manejo del grupo, entre otros. Este asunto será tratado con más detalle en lo adelante.

Sobre el uso de las técnicas grupales

• Las técnicas se usan para que las personas participen en el conocimiento de un hecho o problema, investiguen o propongan vías de solución, etc. También se utilizan para animar, desinhibir o integrar a los miembros del grupo o participantes, entre otras.

• Las técnicas no son herramientas aisladas aplicables mecánicamente a cualquier circunstancia, contexto o grupo. Pues al obrar de esta manera se puede caer en los siguientes deslices:

1. El uso simplista de las técnicas o el llamado síndrome del “tecnicismo, dinamiquerismo” o lo que es igual, el uso de la técnica por la técnica.

2. La generación de conflictos en el grupo.

3. No lograr los objetivos esperados.

4. No potenciar el desarrollo personal y social de los miembros del grupo.

5. Desvirtuar la realidad.

6. La pérdida de confianza de los participantes en la técnica como instrumento.

7. Dejar la sensación en los participantes de que es una pérdida de tiempo, si acaso provoca algún placer y nada más.

• Ellas surgen como herramientas educativas, abiertas, provocadoras de la participación para la reflexión y el análisis sin cerrar mecánicamente un tema para siempre.

• Toman en cuenta la realidad cultural e histórica de los grupos con los cuales se trabaja, sus códigos de comunicación, sus tradiciones, sus valores, sus luchas, su lenguaje, etc.

• Al utilizarlas debemos tomar en cuenta el contexto y coyuntura, que deben ir ligados al proceso organizativo del pueblo, estar en función de los objetivos y tener su base en una concepción metodológica dialéctica.

• La metodología en cuestión nos permite tener como punto de partida lo que el grupo hace, sabe y siente, (triple diagnóstico), a partir de esa práctica realizar un proceso de teorización (proceso de reflexión sistemática, ordenada y progresiva que permite pasar de la apariencia de un hecho a su esencia para después) regresar a la práctica, para transformarla y mejorarla. Pero este no es el punto final, sino por el contrario, es un nuevo punto de partida.

• Las técnicas grupales sirven a propósitos educativos diversos, se aplican con mucha fuerza en la educación popular, pero hablar de un proceso educativo popular es hablar de una forma especial de adquirir conocimientos, de una METODOLOGÍA, es decir de una coherencia lógica entre los objetivos, los contenidos, los métodos y las técnicas con que se pretende lograr la apropiación de los contenidos con el fin de generar acciones transformadoras que hagan realidad los objetivos planteados. Esta coherencia entre contenido y forma sólo es posible lograrla mediante una metodología dialéctica.

En la aplicación de una técnica se siguen los siguientes pasos:

1. La motivación inicial para ubicar a los participantes en el tema que se va a tratar.

Una vez realizada la motivación y de acuerdo con el tipo de técnica que utilizamos, preguntamos a los participantes:

o ¿Qué escuchamos? (técnicas auditivas)

o ¿Qué vimos? (técnicas visuales)

o ¿Qué sentimos? (técnicas vivénciales)

o ¿Qué leímos o apreciamos? (técnicas gráficas)

2. Análisis más a fondo de los elementos presentes en la técnica (su sentido, qué pensamos), para ello, se le pregunta a los participantes:

¿Qué piensan ustedes sobre los elementos vistos, dichos o vividos?

3. Posteriormente relacionamos todos esos elementos con la realidad misma.

o ¿Qué relación tiene esto con la realidad?

o ¿Cómo se da en nuestro grupo, barrio (parroquia), ciudad, municipio, provincia (estado) etc.?

Es muy importante tener en cuenta, que en este momento, la técnica que sirvió para motivar se deja de lado para entrar de lleno a analizar los aspectos de la realidad que interesan.

4. Llegar a una conclusión o síntesis de lo discutido.

o ¿Qué conclusión podemos sacar?

o ¿Cómo resumimos lo discutido?

o ¿Qué aprendimos?

¡ATENCIÓN COORDINADOR! Algunas precisiones para el uso efectivo de las técnicas de trabajo en grupo.

Para que funcionen bien, las técnicas deben ser utilizadas en pequeños grupos de personas (6 a 10 ó 12) que estén motivadas. En algunos casos específicos el número de participantes puede ser superior, depende entre otros factores del tipo de técnica a utilizar.

El papel del coordinador es fundamental, pues él es quien cuida de que el problema esté bien planteado, que sea asimilado por todos, incentiva la participación, asume el control y garantiza que las fases de la investigación o el proceso de aplicación de la técnica se sigan rigurosamente.

Tiene además, la tarea de crear la atmósfera de relajamiento, de confianza y de recepción de ideas que es muy propicia para la liberación de la imaginación.

No es aconsejable asumir de manera acrítica una técnica cualquiera que esta sea y aplicarla a cualquier realidad. Es precisamente dicha realidad y sus particularidades la que determinan en última instancia la técnica y el procedimiento a seguir. De ahí la habilidad del coordinador para elegir las técnicas más convenientes y lo que es más, ajustarlas creativamente al contexto del cual se trate, es decir recrearla de acuerdo a las circunstancias o situación - problema que se confronta y, especialmente, de acuerdo a las características del grupo.

Como antes se planteó, no se trata de aplicar cualquier técnica a cualquier realidad, no es la técnica por la técnica. En ningún caso se justifica que equis técnica pueda aplicarse en todas las circunstancias. Es por esta razón que los especialistas recomiendan "no casarse" con una técnica o con un grupito de ellas, en las que se tiene un mayor dominio teórico y facilidades para su aplicación. Lo que se sugiere es que dada la especificidad de cada situación en particular se elija la técnica o las técnicas más convenientes para su aplicación.

Nunca actúe con una mentalidad estrecha ni asuma una actitud conformista, sea racional, las técnicas bien aplicadas pueden generar resultados muy valiosos, a veces hasta inesperados, aprovéchelos siempre que sea pertinente, pero por favor, no exija más allá de lo que la técnica puede aportar.

Jamás proceda de manera esquemática, el propio proceso en el que transcurre la aplicación de las técnicas incita a la creación. Hay que despojarse de los procedimientos rutinarios o litúrgicos. En la aplicación de las técnicas cualquier vestigio de formalismo es infortunado, pues conllevaría a la monotonía en el actuar y a la superficialidad de los resultados, desnaturalizando así su verdadera esencia.

Por último deberá ayudar al grupo a alcanzar sus objetivos (producción de soluciones) a través de su participación en las propuestas y que se produzca la generación de las mejores ideas.

Las cuestiones antes descritas adquieren una connotación de carácter práctico, la cual debe ser considerada en toda su extensión, si de aplicación de técnicas grupales se trata. Obviar tales cuestiones sería, en esencia, desconocer fundamentos que le son legítimos por naturaleza a este dispositivo instrumental para el trabajo grupal.

Ahora bien, el asunto no queda ahí, se hace necesario considerar otras cuestiones que subyacen a cualquier intención práctica. Se trata de la problemática siguiente: ¿cómo elegir la técnica ideal? Tendríamos que empezar por decir, que si bien, como ya se planteó, no existe un contexto que tenga la exclusividad para el uso de las técnicas grupales, tampoco existe una técnica que tenga en sí misma el don de ser la más ideal así por así, por ser tal y nada más. Es por ello que se hace necesario determinar, dada la especificidad de cada realidad en particular, cuál es la técnica o grupo de ellas que resultarían ser las más ideales para aplicar, lo cual supondría, considerar elementos que van más allá de la técnica en cuestión.

Sin ánimo reiterar, sino imbuido por la necesaria claridad que se requiere del asunto es que se presentan a continuación algunos criterios que hay que tener en cuenta para esta elección, y que deben tenerse en cuenta cada vez que haya que seleccionar una técnica entre varias:

• El objetivo que se propone alcanzar (a partir de ahí determine, los propósitos, metas y objetivos más específicos.

• La estructura del grupo en cuestión: su funcionamiento como entidad.

• La experiencia, el entrenamiento y el grado de madurez del grupo.

• El número de miembros del grupo.

• Las particularidades o características personales de los miembros.

• La atmósfera o ambiente externo donde está insertado el grupo.

• Las circunstancias concurrentes del momento.

• El tiempo de que disponemos.

• Los recursos humanos y materiales con que contamos.

• La habilidad del coordinador para la aplicación de las técnicas y para el manejo del grupo.

Reglas para una buena discusión en grupo

1. Oír y respetar los puntos de vista de todos los miembros del grupo.

2. Ayudar a que todos se sientan parte de la discusión.

3. Nunca diga que usted no está de acuerdo personalmente con alguien, más bien diga cómo usted opina, cuál es su criterio.

4. No se sienta obligado a refutar a alguien que tenga una opinión contraria.

5. Ayude conscientemente a que todos participen.

6. Sea abierto y promueva a que los demás digan lo que piensan.

7. Cada miembro es responsable del desarrollo exitoso de la discusión.

8. Manténgase abierto y busque los méritos de las ideas de los demás.

9. La única pregunta estúpida es la que no se hace.

10. Evite cualquier actividad que retarde el desarrollo del trabajo.

11. Evite los conflictos personales.

12. Evite ser sarcástico (irónico) con otros miembros del grupo.

13. Nunca subestime las ideas y preguntas de los demás.

14. Evite las conversaciones que distraigan la atención.

15. Mantenga su actividad amistosa y de apoyo.

16. Cuando sea apropiado resuma lo que ha dicho.

Funciones o roles de los participantes en las discusiones y análisis grupales

 FACILITADOR. Su actividad consiste en conducir el proceso de trabajo sin interferir con sus criterios y opiniones sobre el asunto que se analiza, debe enfocarse básicamente en la activación del grupo aportando técnicas, definiendo causes para que la discusión no se salga del objetivo aprobado para el trabajo. Es una especie de policía de tránsito que regula el movimiento de los vehículos para lograr una mayor fluidez y evitar los choques.

• Está neutralmente al servicio del grupo.

• No evalúa ni contribuye con ideas.

• Concreta la energía del grupo en una tarea común.

• Sugiere métodos y procedimientos alternativos.

• Protege a cada individuo y a sus ideas de los ataques.

• Estimula a participar.

• Ayuda a que el grupo encuentre soluciones.

• Coordina la logística para antes y después del trabajo.

 REGISTRADOR. Tiene la responsabilidad de recoger la memoria del trabajo que desarrolla el grupo, debe tener una alta capacidad de interpretación y dominar algunas habilidades para escribir utilizando simbologías de fácil entendimiento por todos los participantes. Se recomienda que utilice pancartas para reflejar los planteamientos.

• Capta, recoge el flujo de planteamientos de los miembros.

• Servidor neutral del grupo.

• No evalúa ni contribuye con ideas.

• Apoya al facilitador.

• Garantiza el trabajo sin interrupciones.

• Confecciona un resumen de la reunión (memoria del grupo).

 MIEMBRO DEL GRUPO. Constituyen la mayoría de los participantes en el trabajo y tienen la tarea de aportar activamente sus opiniones y criterios sobre el asunto en el cual se está trabajando.

• Aporta ideas.

• Escucha ideas de los otros.

• Expresa sus preocupaciones abiertamente.

• Hace compromisos.

 DIRIGENTE. Este papel existe fundamentalmente en los grupos formales, en ello lo importante es que el jefe no domine o limite con sus opiniones la participación del resto de los integrantes del grupo.

• Identifica el propósito del trabajo.

• Identifica las restricciones.

• Aporta ideas.

• No domina la discusión.

• Escucha las ideas de los otros.

• Adopta la decisión “última” si no se alcanza consenso.

Propuesta de algunas técnicas de aplicación grupal.

A continuación aparece un conjunto de técnicas recopiladas de diversas fuentes. Las mismas han sido diseñadas y validadas por reconocidos profesionales y especialistas provenientes de prestigiosas entidades académicas, científicas, sociales y otras. Muchas de estas técnicas han sido utilizadas con más o menos éxito en los más disímiles contextos grupales. Nuestra pretensión no es en modo alguno brindar un formulario para aplicar de manera acrítica, sino poner a disposición y consideración de los trabajadores sociales un recurso que les puede ser muy valioso en la medida que sean capaces de recrearlo desde la propia realidad que se proponen transformar.

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