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TEORÍA GENERAL DEL ESTADO SU DISTINCIÓN.

AmadoSosaEnsayo7 de Noviembre de 2015

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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

División Sistema Universidad Abierta

Licenciatura en Ciencias Políticas

y Administración Pública

Asignatura:

Teoría General del Estado

Profesor:

Manuel Antonio Romo Aguirre

Alumno:

José Amado Sosa Dueñas

EXAMEN EXTRAORDINARIO


Fecha: sábado 20 de junio de 2015.

FORMAS DE ESTADO Y FORMAS DE GOBIERNO: SU DISTINCIÓN.

Podemos colegir que el poder político no reviste en todos los casos la misma forma sino que se manifiesta a través de estructuras formales distintas.

Debemos hacer primeramente una aclaración importante: formas de Estado y formas de gobierno no son lo mismo. El Estado es la unidad total –pueblo y gobierno a la vez-; el gobierno es una parte del Estado, la parte encargada de llevar al pueblo a la consecución del bien público temporal. En otras palabras, el Estado, en su unidad y totalidad, es el titular de la soberanía; en tanto que el gobierno es el conjunto de órganos estatales a los que está confiado el ejercicio de esa misma soberanía.

LAS FORMAS DE GOBIERNO.

Gobierno, el tema de las formas de gobierno, en un plano de teoría política, aparece ya en la antigüedad clásica greco-latina, en las obras de Platón.  A su modo de ver, los gobiernos iban pasando, en su evolución, de formas más perfectas a una situación de decadencia política. El gobierno mejor y más perfecto era la aristocracia, o gobierno de los hombres más sabios, fundado en el ideal de justicia; venía después la timocracia o gobierno de clases, que ya  no se inspiraba en la justicia sino más bien en un sentimiento de gloria y honor; más adelante aparecía la oligarquía, cuando los propietarios adquirían el poder político. Al final de este proceso degenerativo, venía la democracia, como consecuencia de la emancipación de las masas; y en último término, la tiranía, que suponía la presencia de un gobernante fuerte, capaz de acabar las rebeldías y disensiones de las masas.

Aristóteles, por su parte, hizo estudios muy bien elaborados acerca de las formas de gobierno. El gran pensador de Estagira nos dejó en la tercera parte de esta última obra, dedicada a la Teoría del Ciudadano y Clasificación de las Constituciones, parágrafo quinto, un texto clásico, que por su importancia y claridad, vamos a transcribir. Dice así: “Los términos de constitución y gobierno tienen la misma significación, y puesto que el gobierno es el supremo poder de la ciudad, de necesidad estará en uno, en pocos o en los más. De las formas de gobierno unipersonales solemos llamar monarquía o realeza a la que tiene en mira el bien público; y el gobierno de más de uno, pero pocos, aristocracia. Cuando en cambio, es la multitud la que gobierna en vista del interés público, llámese este régimen con el nombre común a todos los gobiernos constitucionales, es decir, república o gobierno constitucional. De las formas de gobierno mencionadas sus respectivas desviaciones son: de la monarquía, la tiranía; de la aristocracia, la oligarquía; de la república, la democracia. La tiranía, en efecto, es la monarquía en interés del monarca: la oligarquía, en interés de los ricos, y la democracia en el de los pobres, y ninguna de ellas mira a la utilidad común”.

De este iluminante texto, podemos deducir con claridad que Aristóteles emplea un doble criterio para clasificar las formas de gobierno; uno de carácter numérico, según el cual cuando el gobierno de la ciudad está en uno solo, hay monarquía; en pocos, aristocracia; en la multitud, república; y otro sin duda el más importante – de carácter cualitativo, que es la atención del bien o interés público, según el cual las formas de gobierno se divide en puras o rectas y en impuras o degeneradas. Las formas puras se dan cuando los que gobiernan tienen la mira puesta en el bien público de la ciudad y no en el interés particular de ellos mismos. Por lo contrario, las formas impuras o desviadas se dan cuando los gobernantes buscan su interés propio y no el bien público.

En el lenguaje moderno, la república de que hablaba Aristóteles ha pasado a ser la democracia, en tanto que la democracia a que él se refería, con un sentido peyorativo, ha pasado a ser demagogia. Puede decirse también que la tiranía de nuestros tiempos abarca algo más que el mal gobierno y de un solo hombre. Se extiende a los grupos dominantes en el Estado. Y la peor forma de tiranía es la de los partidos únicos en los regímenes totalitarios o semitotalitarios.

Aristóteles, con una perspicacia y una penetración dignas del más autorizado cultivador de la Ciencia Política de nuestros días, anota que el mejor régimen político no es simplemente el que corresponde a las condiciones ideales, ya, que no existe ninguna sociedad ideal, sino el que es posible y adecuado al carácter y necesidades reales de cada pueblo. En vista de las limitaciones de la naturaleza humana parece más factible y conveniente la república (politeia), como una posible combinación del dominio de los grupos pequeños e influyentes y de la influencia de la multitud. En otras palabras, una democracia moderada, como diríamos en nuestro tiempos.

Las ideas de Platón y Aristóteles acerca de las formas de gobierno fueron más tarde sujetas a una nueva elaboración por parte de Polibio, político e historiador griego. Le impresionó, en concreto, la robustez y la estabilidad de la vida pública romana. Y creyó encontrar el secreto de ello en el principio de la constitución mixta, conforme al cual se mezclan equilibradamente en el Estado las diferentes formas de gobierno.

Polibio aceptaba las tres formas de gobierno señaladas por Aristóteles; Pero haciendo un análisis agudo de las mismas, encontraba que cada una de ellas llevaba en su interior el germen de su propia descomposición, por los cual fácilmente degeneraban, con el tiempo, en formas desviadas o corrompidas. Era necesario, pues que una y otras se combinaran a fin de que se sirvieran mutuamente de freno y contrapeso. Y eso era precisamente lo que había ocurrido en Roma en el tiempo de su mayor auge administrativo, político y militar. En la constitución romana encontraba Polibio una sabia y prudente mezcla de las tres grandes formas de gobierno: Los cónsules representaban el principio monárquico: el senado el aristocrático; y los comicios o asambleas populares, el democrático.

Pensaba también el historiador griego, siguiendo a Platón en su teoría de las transformaciones naturales de las formas de gobierno, que la humanidad seguía un cierto ritmo en sus cambios políticos, desde el gobierno de un solo jefe hasta el de la multitud.

Polibio en realidad, con su gran perspicacia política, se adelantó a su tiempo.

Santo Tomás de Aquino, a la luz del más poderoso renacimiento intelectual de los siglos medios, renovó el pensamiento de Aristóteles y Polibio con las aportaciones cristianas, y nos dejó muy interesantes ideas acerca del régimen mixto, como el más deseable para el equilibrio político de las naciones. Examinó los distintos tipos de regímenes políticos e hizo una clasificación de los regímenes simples con ligeras variantes al modelo clásico: 1. El reino; 2. La aristocracia; 3. La oligarquía; 4. La democracia. En cada uno de ellos veía el gran pensador un valor relativo: el gobierno de un solo hombre es el mejor desde el punto de vista de la unidad; la monarquía y la aristocracia social con los regímenes mejores desde el punto de vista de su ordenación especial a la vida virtuosa de la ciudad; la aristocracia es el mejor régimen desde el punto de vista de la competencia, al gobierno de un solo hombre, y desde el punto de vista de la tranquilidad pública y de la lealtad de los ciudadanos, la democracia es el mejor régimen.

Pero como cada uno de esos regímenes simples es corruptible y la vida política de toda comunidad oscila entre dos constantes peligros, la sedición y la tiranía, Santo Tomás busca el mejor régimen político en un régimen mixto, que debe tener normas de organización tomadas de los diversos regímenes simples, pero no de cualquier manera sino prudentemente combinadas y mezcladas para producir un régimen nuevo que sea viable y tenga fisonomía propia.

En los tiempos modernos encontramos algunas interesantes variaciones al modelo clásico. Maquiavelo, por ejemplo, establece la siguiente clasificación bipartita de las formas de gobierno: “Todos los Estados y soberanías que han tenido y tienen potestad sobre los hombres, fueron y son Repúblicas o Principados”.

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