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TEORIA KEYNESIANA


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  7.424 Palabras (30 Páginas)  •  262 Visitas

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TEORÍA KEYNESIANA, KALDOR Y DESARROLLO

Introducción

Nicholas Kaldor (1908-1986) fue uno de los más influyentes economistas de Cambridge, de Inglaterra. Además de profesor en Cambridge, fue consejero de las Naciones Unidas, de gobiernos laboristas británicos y de otros gobiernos de países subdesarrollados. Su obra cubrió temas sobre el crecimiento y el desarrollo, impuestos, monetarismo y teoría del equilibrio.

A igual que otros economistas de Cambridge, Kaldor fue crítico de la teoría neoclásica del capital. Si bien esto tiene implicancias para las discusiones sobre crecimiento y desarrollo, hubo también otros aspectos de la teoría neoclásica que fueron objeto de la crítica de Kaldor, y tienen consecuencias en las discusiones sobre desarrollo.[1]

Tal vez el más relevante, es que Kaldor fue crítico de la idea neoclásica sobre que el problema central de la economía es la asignación de recursos escasos entre usos alternativos. Kaldor sostiene que de esta manera se pone la atención en la “ley de las proporciones variables” (Marshall) o en la “sustitución limitada”, cuestiones que son elevadas a principios a partir de los cuales se elaboran los sistemas de precios y de producción, donde lo que importa fundamentalmente son las elasticidades de sustitución.

Kaldor afirma que este enfoque pasa por alto la esencial complementariedad entre factores de producción (como capital y trabajo) o la relación entre los diferentes tipos de actividades (sectores primario, secundario, terciario; relación entre agricultura e industria, etc.) que son más importantes que la sustitución para entender el cambio y el desarrollo económico. Si los factores de producción y las actividades son complementarias, no puede haber algo así como un equilibrio de pleno empleo, ya que a medida que se desarrolla el proceso de asignación de recursos y de producción, las posibilidades de producción de la comunidad de conjunto se incrementan, la productividad de los recursos no es la misma en todas las actividades, y la producción incrementada y la acumulación del capital son partes del mismo proceso (véase Thirwall, 1983 donde se discuten estos aspectos del pensamiento de Kaldor).

Por este motivo Kaldor sostiene que el concentrarse en la sustitución hace a la teoría del “equilibrio puro” carente de vida y dinamismo.[2] Es que no puede tratar el problema de los precios como señales o incentivos para el cambio. Por otra parte estos problemas no pueden ser solucionados, como apunta Thirwall (1983), introduciendo el tiempo como una dimensión o suponiendo tendencias exógenas, debido a que el desarrollo y el cambio no pueden predecirse, y las cosas no cambian a tasas constantes exógenas.

En el esquema neoclásico tampoco hay un enfoque en el cual el desarrollo sea dependiente del sendero de la evolución, y los recursos tienden a tomarse como “dados”. Obsérvese que en el texto deEnsayos sobre desarrollo económico que hemos seleccionado como bibliografía, Kaldor critica a la teoría neoclásica porque otorga demasiada importancia a la escasez de recursos en la explicación del atraso. Recuérdese también que en la teoría de las ventajas comparativas todo lo decide la dotación de factores, que aparecen como “dados”. Es un enfoque pasivo, que hasta cierto punto naturaliza el atraso. Y por último, la teoría del equilibrio general supone los rendimientos constantes, cuando la realidad es que las actividades industriales están sujetas a rendimientos crecientes.

La crítica de la ley de Say en Keynes

Según la teoría neoclásica, y la ley de Say, siempre hay un precio al cual la oferta iguala a la demanda, y los mercados se vacían. De manera que la producción sólo es restringida por los recursos, no por la demanda; es también la idea de Ricardo, que la demanda está limitada sólo por la producción. Según esta visión, provisto que los precios sean flexibles, hay plena utilización de los recursos.

Tal vez el objetivo central de Keynes en la Teoría General fue demostrar que la ley de Say no se verifica en el sistema capitalista. Dada la importancia de esta crítica para la conformación de la corriente poskeynesiana, repasamos sus puntos salientes.

En primer lugar la ley de Say no se cumple en el mercado de trabajo, porque, sostiene Keynes, a diferencia de lo que dice la teoría neoclásica, los trabajadores no pueden decidir cuánto trabajo ofrecer, según la evolución de los salarios reales. Es que en una economía monetaria los trabajadores no tienen manera de fijar el salario en términos reales con sus empleadores; si quisieran hacerlo estarían obligados a una recontratación permanente, y de hecho la economía no podría funcionar. Por lo tanto la curva de oferta de trabajo de los neoclásicos no tiene forma de concretarse. En consecuencia las curvas de oferta y demanda de trabajo no pueden fijar el nivel de empleo, y la teoría neoclásica del empleo (y la aplicación de la ley de Say a ella) no se sostiene.

En segundo término Keynes planteó que el aumento del ingreso no va acompañado del correspondiente aumento del gasto del consumo, debido a la propensión marginal decreciente del consumo. De manera que no toda oferta de bienes de consumo genera su correspondiente demanda.

En tercer lugar Keynes sostuvo que la tasa de interés no es determinada por las curvas de oferta de ahorro y demanda de inversión; y que la caída en la eficiencia marginal del capital, combinada con la preferencia por la liquidez, puede explicar que no siempre el ahorro fluya a la inversión. Subrayamos en este punto que, según Keynes, la tasa de interés no es el factor clave a la hora de tomar la decisión entre consumir y ahorrar.[3] El ahorro y el consumo no dependen, en el esquema de Keynes, de la tasa de interés, sino del ingreso. La tasa de interés jugará un rol en la decisión posterior, de cómo conservar los ahorros, si en dinero, o en bonos; razón por la cual la tasa de interés será un fenómeno monetario.

Por lo tanto, insistimos en esto, la tasa de interés en el sistema keynesiano –a diferencia de lo que se deriva de la ley de Say–, no garantiza que el ahorro fluya siempre a la inversión.

Esta crítica a la ley de Say es constitutiva de la corriente keynesiana de Cambridge. En particular Kaldor reivindica la crítica de Keynes a la idea de que la tasa de interés siempre iguala el ahorro con la inversión, y que provisto que la tasa de interés baje lo suficiente, la inversión no tiene razón para debilitarse. Pero agrega, con referencia a los países subdesarrollados, la cuestión de los salarios de subsistencia y sus consecuencias para que opere la ley de Say en las relaciones entre la industria y la agricultura. Un tema que está en la línea del pensamiento de otros autores keynesianos sobre el desarrollo (véase más abajo).

Antecedente en Harrod – Domar

Además de la tradición que viene de Keynes, el otro punto de partida de Kaldor son las ecuaciones de crecimiento de Harrod (y Domar).

En su origen la teoría de Harrod fue en lo esencial una teoría del ciclo económico, pero ha sido ampliamente utilizada para las discusiones sobre crecimiento y desarrollo.

Por empezar Harrod define que la tasa de crecimiento, g, es igual a la tasa del ahorro dividida por la relación capital / producto. Esto es,

g = s/v (1)

donde s es la propensión al ahorro y v = K/Y. De manera que también v = dK/dY; pero siendo dK = I, es v = I/dY.

(1) nos dice que la tasa de crecimiento será tanto mayor cuanto mayor sea la tasa de ahorro, y cuanto menor sea la relación capital/producto. En realidad g = s/v es un truismo, ya que afirma simplemente que, ex-post, el ahorro, S, es igual a la I, la inversión.[4]

Luego Harrod define la tasa garantizada de crecimiento, gw, que es la tasa a la cual la tasa del crecimiento del output potencial y la del output real son iguales; en otras palabras, es una tasa a la cual hay plena utilización de la capacidad productiva. Lo importante aquí es que gw es la tasa de crecimiento que dejaría a los empresarios “en un estado mental en el que están dispuestos a continuar en un avance similar” (Harrod, 1973, p. 95); esto es, satisfechos, de manera que no quieren alterar la relación entre el capital y el output.

Ahora bien, para que esto suceda, debe existir un cierto equilibrio entre el crecimiento del output y el crecimiento de la demanda. Esta es una cuestión que en las presentaciones habituales de macroeconomía, o en los enfoques neoclásicos, se deja de lado, pero que en los keynesianos tiene mucha importancia.

Recordemos que usualmente, en los ejercicios que se hacen en macroeconomía, por ejemplo, se dice que un aumento de la inversión, dI, genera un determinado aumento del ingreso, dY, y que ambos están vinculados por el multiplicador, 1/s. En un grafico de DA-Y esto significa que la curva de DA se desplaza hacia arriba, y cuando cruza la bisectriz la economía ha llegado al equilibrio. ¿Fin de la historia? Sí en los manuales, pero no en la visión keynesiana, como explica Pasinetti (1983). Es que el aumento de la inversión habrá generado un aumento de la capacidad productiva, para la cual debe existir la correspondiente demanda. Esto es, la oferta, según los keynesianos, no genera su propia demanda.

Por lo tanto en el planteo de Harrod se presta mucha atención a la interacción entre el efecto multiplicador, que afecta al crecimiento del ingreso, y el efecto acelerador, que afecta al crecimiento del capital, y por lo tanto de la capacidad productiva. El multiplicador está determinado por la distribución del ingreso y por la propensión al ahorro, mientras que el acelerador está determinado por la intensidad del capital. Y ambos no siempre coinciden, según Harrod.

Efectivamente, si consideramos a vr = dK/dYp = I/dYp como el incremento requerido de la ratio capital-producto para producir un flujo adicional de output (donde Yp es el output potencial), dada la tecnología prevaleciente. Y siendo dY = 1/s dI, es claro que para que haya una plena utilización de la capacidad (esto es, para que Yp/Y = 1) a medida que la economía crece, debe darse que:

1/vr I = 1/s dI.

Resolviendo esta ecuación diferencial, obtenemos la tasa de crecimiento garantizada:

gw = s/vr (2)

Ésta es la tasa de crecimiento que se necesita para que la inversión planeada se iguale al ahorro planeado para mantener a la economía en un crecimiento estable, de manera que los inversores no revisen sus planes de inversión hacia arriba o hacia abajo. De aquí puede darse una primera divergencia, entre g y gw.

Por otra parte Harrod planteó la existencia de una tasa natural de crecimiento, gn, que es igual a la tasa de incremento de la población más la tasa de crecimiento del producto per cápita, t.

gn = l + t

Harrod sostuvo que para que haya un crecimiento sostenido con pleno empleo debía darse gn = gw, o sea s/v = l + t. Pero nada garantiza que se cumpla esta igualdad.

En síntesis, en el sistema de Harrod habría dos desequilibrios básicos, entre g y gw, y entre gn y gw. Esta posibilidad de desequilibrios en el modelo se debe a que los cuatro parámetros (s, v, l y t) son independientes; el comportamiento de cada uno no tiene nada que ver con los demás, y el crecimiento será esencialmente inestable.

Una teoría endógena del ciclo (lectura optativa para alumnos de Desarrollo)

Ya mostramos que siendo la tasa de crecimiento efectiva, g = s/v, puede haber una discrepancia entre esta tasa de crecimiento real y gw.[5]

Pero no sólo puede haber una diferencia, sino que la misma será acumulativa.

Efectivamente, de (1) y (2) se deriva que

gw vr = s = gv

Ahora bien, Harrod sostiene que la propensión al ahorro es estable. De manera que si, por ejemplo, g > gw, será necesariamente v < vr. Esto significa que en este caso los empresarios no estarán conformes con la relación K/Y existente, y aumentarán (según el principio del acelerador) los pedidos de bienes de inversión (incluyendo stocks de mercancías) para satisfacer la demanda. Pero esto generará más ingreso (por el multiplicador), y por ende más pedidos de bienes de capital. El proceso es explosivo, aunque se puede detener cuando se llega a un estado de falta de recursos. Lo inverso sucede si g < gw; en este caso los empresarios buscarán bajar v, lo que provocará (por el multiplicador) mayores caídas del ingreso, lo que provocará (por el principio del acelerador) mayores caídas de la inversión, etc. De nuevo, el proceso es acumulativo. Con esto Harrod presentaba una teoría del ciclo; éste no se debía a factores externos, ni a olas de optimismo y abatimiento, que por lo general no explican nada.

Crecimiento estable en Kaldor

La posición de Kaldor, a diferencia de Harrod, es que entre las cuatro variables (s, v, l y t) hay una relación de dependencia mutua, de manera que puede existir un crecimiento estable.[6]

En primer lugar porque el crecimiento demográfico, l, no es un factor independiente del ingreso; depende de la tasa de incremento de los medios de subsistencia, y éstos del crecimiento del ingreso.

En segundo término Kaldor no habla de una propensión a ahorrar de la población de conjunto, sino de la propensión a ahorrar de la clase capitalista. El ahorro de los trabajadores es pequeño en comparación con el ahorro del ahorro que se hace sobre los beneficios, y vamos a dejarlo de lado en lo que sigue.

De manera que el ahorro, S, será igual a la propensión a ahorrar de los capitalistas, sc, sobre los beneficios B:

S = sc B

Y la propensión a ahorrar es s = sc B/Y. Luego, siguiendo a Keynes, sostiene que la participación de la inversión en el producto está determinada por el aliciente a invertir, independientemente de las propensiones a ahorrar, de manera que

s = I/Y (3)

Obsérvese que ahora s no es independiente de la inversión, I, porque los capitalistas adecuan su ahorro a la inversión. Dicho en otros términos, Kaldor hace endógena la propensión a ahorrar. A bajas tasas de acumulación, la propensión a ahorrar es baja, y viceversa.

A su vez, a partir de (3) es fácil deducir que

B/Y = 1/sc I/Y

Ésta es la “ecuación fundamental de Cambridge” (Kaldor). Lo importante es que debe interpretarse en el sentido de que la propensión a invertir, I/Y, es la variable independiente que determina, dada sc, la participación de los beneficios en los ingresos. Cuanto más aumenta la participación de la inversión en el ingreso, más aumenta la participación de los beneficios en el ingreso. Es la idea de que los empresarios ganan lo que gastan. Por otra parte, un aumento autónomo de la propensión a ahorrar de los capitalistas baja la participación de los beneficios en el ingreso.

Además, si recordamos que gw = s/vr, y que s = sc B/Y, se deduce fácilmente que la tasa de beneficio, B/K es:

B/K = g/sc

Se ve entonces que la tasa de beneficio aumenta cuando aumenta el crecimiento; y que aumenta cuando baja la propensión al consumo de los capitalistas. Esto significa que la tasa de ganancia no depende de la escasez del capital, como sucede en la teoría neoclásica. Tampoco depende de la tasa de interés; ni de la eficiencia marginal del capital, en el sentido que lo había planteado Keynes. Esta cuestión desaparece de la problemática analizada por Kaldor. La política monetaria será importante para financiar la inversión; pero la tasa de interés no parece incidir en la decisión de invertir. En tanto la tasa de interés se mueva dentro de ciertos límites (no puede superar a la tasa esperada de beneficio sobre la inversión fija), no afecta a la inversión. Kaldor sostiene que su planteo está de acuerdo con las afirmaciones de los hombres de negocios, de que la tasa de interés no influye en sus decisiones de invertir (Kaldor, 1962).

Por otra parte relaciona t, la tasa del progreso técnico, con la inversión. Esto es, la tasa de crecimiento del progreso técnico no depende del avance del conocimiento, sino del ritmo con que el sistema asimila las mejoras técnicas, que a su vez es un resultado de la creación de nuevo equipo, esto es, de la inversión (Kaldor 1957, 1962, 1963). Con esta idea plantea la existencia de una función de progreso técnico que establece una relación positiva entre la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo y la inversión bruta por trabajador. Luego, en otras versiones, establecerá la relación entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento del output en la industria manufacturera (lo desarrollamos más abajo), pero lo importante aquí es destacar el rol que otorga Kaldor al dinamismo de los empresarios para explicar los avances de la productividad.

Dado el dinamismo de la inversión, el progreso técnico no genera desempleo, ya que aumenta el ingreso y el crecimiento del ingreso determina el crecimiento de la oferta de trabajadores.

En definitiva, el sistema tenderá a un estado en que la tasa del crecimiento del producto, Y (que será = Yp), será igual a la tasa de acumulación del capital, K. Las diferencias entre las tasas esperadas de rentabilidad, y la tasa real, llevarán a este equilibrio. Se trata de un crecimiento en equilibrio balanceado.

En este esquema entonces las tasas de crecimiento de la fuerza de trabajo y del progreso técnico son endógenas, dependiendo en última instancia del dinamismo de los capitalistas.

Ampliación 1: beneficios e inversión en Keynes y Kaldor

Es importante entender la relación entre inversión, beneficios y demanda, a la que nos hemos referido, y que está en el centro de los planteamientos keynesianos sobre crecimiento y desarrollo.Transcribo este pasaje tomado de Astarita (2008):

“En el sistema de Keynes encontramos una secuencia entre beneficios e inversión en la que es importante detenerse. Se ha visto que la eficiencia marginal del capital está determinada por los ingresosesperados por parte de los empresarios; estos ingresos esperados, a su vez, están condicionados por la demanda esperada. Pero la demanda esperada depende decisivamente de la inversión, de manera que hasta cierto punto la demanda está condicionada por los beneficios y éstos por la inversión. Esto es, los empresarios obtienen beneficios en la medida en que deciden invertir, ya que los beneficios dependen de la demanda; y deciden invertir porque esperan altos beneficios. Aunque Keynes nunca llegó a formular la cuestión de esta manera, el planteo está implícito en su teoría. Como observa Nicholas Kaldor, Keynes en realidad “…considera que las rentas empresariales son el resultado de sus decisiones de inversión, en vez de a la inversa” (Kaldor, 1973, p. 205).

De hecho Kaldor basó en esta idea su modelo de crecimiento. Así Kaldor (1957) plantea que la inversión depende de los beneficios, y de la variación del ingreso; pero a su vez los beneficios y el ingreso están determinados por la inversión. Para evitar una remisión a una relación circular “hacia atrás” infinita, postula que en última instancia existe un impulso a la inversión que obedece a losanimals spirits. En su opinión, esta independencia de la inversión constituye la mayor diferencia entre “la forma de pensar keynesiana y la prekeynesiana” (Kaldor, 1973, p. 205). En la doctrina de Keynes, el impulso a invertir viene de que, de alguna manera, los empresarios esperan que la demanda en el futuro, y en particular la demanda de bienes de consumo, se mantenga alta.

Si bien desde una perspectiva diferente, también encontramos este planteo en la teoría de la inversión de Kalecki. Según Kalecki (1984), los empresarios ganan lo que gastan; o sea, sus beneficios están determinados por sus decisiones de invertir y consumir. Aunque tampoco el planteo está desprovisto de ambigüedades, ya que Kalecki sostiene que el crecimiento de los stocks de capital, generados por la inversión, debilita a largo plazo el beneficio, lo cual repercute negativamente en la inversión”.[7]

Ampliación 2: Inversión y ahorro, primacía y residuo

La otra relación que es necesario comprender para penetrar en el edificio keynesiano es la relación entre el ahorro y la inversión. También transcribo un pasaje mi libro sobre Keynes, en que trato el problema.

“Entre los factores que determinan el ingreso en la teoría de Keynes, el consumo es el determinante, y la inversión es arrastrada, en última instancia, por el consumo. Pero a su vez la inversión tiene primacía con respecto al ahorro; esta relación entre el ahorro y la inversión constituye un giro significativo con respecto al planteo neoclásico. Para ver por qué, recordemos que en el sistema neoclásico encontramos la siguiente secuencia: el ingreso está dado, por la ley de Say; del ingreso se derivan el consumo y el ahorro;[8] el ahorro, a su vez, fluye a la inversión, por lo cual la decisión de ahorrar determina la inversión. El ahorro es el factor activo y la inversión es un residuo. Además, los flujos de ahorro y la inversión determinan la tasa de interés; y son igualados ésta.

En Keynes, en cambio, el ahorro y la inversión no son igualados por la tasa de interés, sino por el ingreso. Ésta es, a consideración del propio Keynes, la novedad inicial y más importante de su tratamiento de la relación entre ahorro e inversión.[9] De manera que cuando aumenta la inversión, aumenta el ingreso, y este aumento del ingreso genera un aumento correspondiente del ahorro.

Para fijar los conceptos, podemos decir que en Keynes:

a) el ingreso no se supone que esté al nivel del pleno uso de los recursos;

b) la inversión es el factor activo con respecto al ahorro;

c) el ahorro es un residuo.

Y la secuencia es:

1) la eficiencia marginal del capital y la tasa de interés, de conjunto, determinan la inversión;

2) la inversión, por efecto del multiplicador, genera un determinado ingreso;

3) este ingreso da lugar a un ahorro con el cual se financiará la inversión.

Esta precedencia de la inversión sobre el ahorro es subrayada por Keynes, en oposición a la teoría tradicional:

El análisis tradicional ha advertido que el ahorro depende del ingreso, pero ha descuidado el hecho de que éste depende de la inversión, en tal forma que, cuando ésta cambia, el ingreso debe cambiar necesariamente en el grado precisamente necesario para hacer que la variación en el ahorro sea igual a la de la inversión (Keynes, 1986, p. 165).

De estos distintos enfoques –Keynes y neoclásicos– se desprenden, naturalmente, distintas políticas económicas. Es que en la visión del neoclásico la inversión, y por consiguiente el crecimiento a largo plazo, dependen de la tasa de ahorro de los individuos. Si en un país se invierte, en promedio, el 30% de su PNB, y en otro el 15%, el neoclásico lo explicará por las respectivas propensiones del ahorro; que tienen relación con los gustos y preferencias del “individuo representativo” de cada país. Aquí la política económica se debe limitar a promover, a lo sumo, el ahorro. Por eso una alta tasa de interés, en esta visión, puede considerarse favorable para el crecimiento de largo plazo, en la medida en que aumenta la propensión a ahorrar y elimina las inversiones menos productivas.[10]

En la visión keynesiana, por el contrario, el crecimiento de largo plazo depende, en primer lugar, de una alta propensión al consumo, que estimula la demanda total, y por lo tanto las inversiones. A su vez, las inversiones son alentadas por una baja tasa de interés. Además, en la medida en que la inversión se realice, se genera el ingreso que da lugar al ahorro correspondiente que financia la inversión. Por eso un sistema bancario que genere crédito con fluidez es esencial para el crecimiento. La preocupación central en este enfoque es alentar el consumo y la inversión, porque el ingreso no es decidido por las decisiones de ahorrar, sino de consumir e invertir; el ahorro es residuo: “El ahorro, de hecho, no es más que simple residuo. Las decisiones de consumir y las decisiones de invertir determinan conjuntamente los ingresos (ibid. p. 65)”.

Esta idea, que el ahorro es residuo, está muy presente en Kaldor y en otros poskeynesianos a la hora de discutir el crecimiento y el desarrollo. Por ejemplo, Kaldor afirma que su modelo

“… como todos los modelos keynesianos, supone que los ahorros son pasivos; el nivel de inversión se basa en el volumen de las decisiones de inversión realizadas por los empresarios, y es independiente de las propensiones del ahorro; postula una economía en la cual el mecanismo de generación del beneficio y del ingreso creará el suficiente ahorro (dentro de ciertos límites) para balancear la inversión que los empresarios deciden llevar a cabo” (Kaldor, 1962, p. 175).

Obsérvese que en el texto a leer de Ensayos… Kaldor subraya que la reducida tasa de ahorro en los países subdesarrollados es la consecuencia y no la causa del atraso.

Todo lleva a que el centro de la historia esté puesto en las empresas. Es la decisión de invertir de éstas la clave para el crecimiento y el desarrollo económico. En la visión neoclásica el centro de la historia está en las preferencias intertemporales (cuánto quieren consumir hoy, cuánto ahorrar para el futuro) de los hogares.

La diferencia con el keynesianismo en este sentido es notoria. Esto explica que en autores del desarrollo influenciados por Keynes no se advierta una preocupación por elevar el ahorro, sino por la manera de desatar un proceso de inversión, o aumentar la tasa de inversión en los países subdesarrollados.

Más sobre la influencia de la demanda

Si bien los autores keynesianos subrayaron el rol de la demanda en el crecimiento y el desarrollo, en ciertos períodos difirieron en la importancia que le hacen jugar. Por ejemplo en Thirwall el rol de la demanda es casi excluyente a través de todos sus escritos. En su modelo el ingreso de un país está liderado totalmente por la demanda; en particular depende de manera directa de la elasticidad ingreso de sus exportaciones, e inversamente de la elasticidad ingreso de sus importaciones.

En Kaldor, en cambio, el planteo estuvo más matizado. En sus modelos de 1957 y 1962, que hemos citado, el rol de la demanda está subordinado al rol de la inversión. Allí supone el pleno empleo,donde el nivel del output está limitado por los recursos disponibles y no por la demanda efectiva (Kaldor, 1957). Además, la demanda agregada y la oferta agregada en términos reales son igualadas a través del movimiento de los precios, en relación a los costos (= a los salarios). Supone que si los precios suben en relación a los salarios, aumentan los ahorros con relación a la inversión, lo que lleva a que se reduzca la demanda en términos reales. Lo inverso sucede si bajan los precios. De manera que se genera una situación de equilibrio con pleno empleo, en el cual la participación de los beneficios en el ingreso tiende a ser estable.

Kaldor consideraba que, a pesar de aceptar el pleno empleo, el suyo era un planteo keynesiano, desde el momento en que la igualdad entre el ahorro y la inversión estaba provocada por los movimientos de precios y el ingreso, y no por lo tasa de interés (como sucede en la economía neoclásica). Y además, por el rol dinámico que tenía la inversión en su modelo.

En cambio, en escritos posteriores, cambió este parecer. Así, en Kaldor (1986) se sostiene que la depresión de los años 1970 no se debió a problemas en la oferta (y en particular, a restricciones que hubieran aparecido en el mercado de trabajo), sino a desproporciones entre las propensiones a importar y exportar de los países industrializados, bajo condiciones de liberalización del comercio, y a las distintas formas en que se formaban los precios de los productos industrializados, y de los commodities de materias primas. En los primeros operaban formas monopólicas, y los ajustes se hacían por cantidades; en particular, ante la incertidumbre las empresas reducían la producción. Los precios de las materias primas, en cambio, eran flexibles, y oscilaban fuertemente. Además, las técnicas ahorradoras de trabajo generaban aumento tendencial del desempleo en los países atrasados, y deterioro de los términos de intercambio de sus exportaciones.

En otros textos, referidos a los países atrasados, Kaldor destaca el rol de la agricultura para generar demanda de los bienes industriales durante los primeros tiempos de la industrialización, y el rol de las exportaciones, también para generar demanda de los bienes industriales, en la segunda etapa de la industrialización. Volvemos luego sobre esta importante cuestión.

Algunas consecuencias del modelo de Harrod para países subdesarrollados

Es importante tener en cuenta que los modelos de crecimiento que fueron elaborados inicialmente para los países adelantados son aplicados por los keynesianos también al análisis del desarrollo de los países atrasados. Por ejemplo Thirwall (2007) plantea que para la mayoría de los países atrasados gn > gw, debido a que el crecimiento de la fuerza de trabajo es alta, la propensión al ahorro es baja, y la relación K/Y es relativamente alta (debido a la baja productividad de la inversión).

Por lo tanto se producen serios desequilibrios entre la tasa de crecimiento de la población y la tasa de acumulación del capital, algo que Keynes hubiera reconocido como una causa central de desempleo en los países atrasados. Sería un desempleo debido a la falta de capital para trabajar. En estos casos la receta de bajar salarios no es solución del problema. Se podría pensar en elevar la tasa de ahorro; pero los keynesianos critican esta solución, porque uno de las ideas centrales es que lo que dirige la economía capitalista es la decisión de invertir.

Kaldor y la distribución del ingreso (lectura optativa para alumnos de Desarrollo)

Hemos visto que en el sistema de Kaldor la tasa de beneficio, B/K, depende de la tasa de crecimiento y de la propensión al ahorro. Esto significa entonces que el beneficio se determina antes y con independencia de los salarios. Lo cual demuestra que los beneficios tienen una suerte de “prioridad en el reclamo del ingreso” –como dice Pasinetti (1989)–, de manera que los salarios pasan a ser, lógicamente, un residuo.

Se trata entonces de un cambio importante con respecto a Ricardo y Marx. En este respecto Kaldor (1973) plantea que la teoría de la distribución de Ricardo y Marx, que gira en torno a la idea del salario “dado”, habría sido apropiada para las primeras etapas del capitalismo, cuando habrían prevalecido los salarios de subsistencia, y existiría una creciente relación capital/producto. Pero esta primera fase habría llegado a su fin cuando el stock del capital habría alcanzado el nivel en que la relación capital/producto fue la deseada por los capitalistas.

La división del capitalismo en dos etapas cumple un rol fundamental para el análisis de los economistas de Cambridge. Efectivamente, desarrollando la teoría de la demanda efectiva keynesiana, se considera que a partir del momento en que el capitalismo ha alcanzado su etapa madura, los capitalistas no pueden apropiarse de todo el excedente proveniente del progreso de la productividadsin que el sistema caiga en la depresión, ya que en ese caso existirían insuficiencias en la demanda. Esto ocurre porque una vez que los beneficios han permitido la acumulación del capital y el consumo de los capitalistas, es necesario que los salarios aumenten a la misma tasa que aumenta la productividad para que exista una demanda suficiente, al nivel del pleno empleo. Como dice Pasinetti, comentando el modelo kaldoriano, “…una vez que los beneficios han permitido la acumulación del capital y el consumo de los capitalistas, los beneficios del progreso técnico van a parar a los trabajadores” (Pasinetti, 1983, p. 120).

Desarrollo y “multiplicador de comercio externo”

Veamos ahora el rol que tiene en Kaldor el crecimiento del sector agrícola para la demanda de bienes industriales.

Empecemos señalando que según la teoría neoclásica, si el sector industrial tuviera sobreproducción con respecto al sector agrícola, se produciría una baja de los precios industriales hasta el punto en que los productos manufacturados se vendieran al sector agrícola (que habría mejorado los términos de intercambio); de manera que los mercados se vaciarían, y la economía iría al equilibrio.

Kaldor pensaba que este esquema neoclásico no tenía aplicación a las economías subdesarrolladas, donde existe desempleo encubierto y sobreoferta de mano de obra (véase el modelo de Lewis, 1973, en especial). Más en particular, la teoría neoclásica no puede acomodar hechos como el “desempleo encubierto”, la “economía dual” o la distinción entre una empresa capitalista y una precapitalista, típicos en los países en desarrollo. Esto se debe a que supone que la estructura de la demanda determina la distribución de recursos entre sectores; que la competencia y la movilidad aseguran que los precios de los factores tienden a igualarse con sus productividades marginales; y que cada factor tenderá a usarse donde más contribuya al producto nacional.

Ahora bien, si en los países subdesarrollados existe sobreoferta de trabajo y empleo encubierto, no hay manera de que los salarios se fijen según la productividad marginal del trabajo. Por lo tanto los salarios, dice Kaldor, están fijados por el salario necesario para la subsistencia de los trabajadores. Pero si esto es así, los salarios industriales no pueden bajar por debajo de ese mínimo; por lo tanto los precios industriales no pueden bajar para vaciar los mercados. En consecuencia la producción industrial estará restringida por la demanda de la agricultura. Esto es, el ingreso del sector de la agricultura, dados los términos de intercambio, es el que realmente determina el nivel y la tasa de crecimiento de la producción industrial.

Por otra parte, en las etapas ulteriores del desarrollo este rol lo pasan a jugar las exportaciones, que constituyen el mayor componente de la demanda autónoma. Si aumentan las exportaciones, aumentará el producto y se tenderá a establecer un círculo virtuoso acumulativo. Esta idea es central en el pensamiento de Kaldor.

Agregado (lectura optativa para los alumnos de Desarrollo)

La idea de la restricción al crecimiento que pueda provenir por el lado de la balanza de pagos y la evolución de las exportaciones e importaciones tiene una larga tradición en la literatura keynesiana. Ya en los treinta Harrod planteó la cuestión del multiplicador externo, a partir de una serie de ecuaciones muy sencillas.

Como punto de partida estableció que la producción es igual a los bienes consumidos internamente, C, más los bienes exportados, X. Esto es,

Y = C + X

A su vez el ingreso, Y, se gasta en los bienes producidos internamente para el consumo, y los bienes importados, M. Por otra parte m es la propensión a importar, de manera que

M = mY.

Dado el equilibrio entre el gasto y el ingreso, tenemos que

Y = C + X = C + M.

Por lo tanto

X = M = mY; de manera que Y = X/m

Esto significa que el nivel del ingreso está determinado por la propensión a importar. De esta forma Harrod brindaba una explicación alternativa al mecanismo de ajuste de la balanza de pagos “a lo Hume” (basado en la teoría cuantitativa y la redistribución de los recursos), que hacía hincapié en la demanda y la producción.

Posteriormente Thirwall desarrolló la idea, relacionando el crecimiento del producto (o del ingreso) con las elasticidades ingreso de las exportaciones y de las importaciones.

Siendo

εx = ∂X/∂Y* Y*/X la elasticidad ingreso de las exportaciones; y

εm = ∂X/∂Y Y/X la elasticidad ingreso de las importaciones;

Estableciendo además que X = X (Y*) y M = M (Y) [obsérvese que no se hace intervenir el tipo de cambio], se obtiene fácilmente que la tasa de crecimiento del ingreso, gy, es:

gy = εx gy*/ εm

Esto es, la tasa de crecimiento del ingreso depende positivamente de la elasticidad ingreso de las exportaciones (y de la tasa de crecimiento del ingreso en el exterior), e inversamente de la elasticidad ingreso de las importaciones. El rol de la demanda de las exportaciones es clave en este modelo de Thirwall.

Todavía a mediados de los sesenta Kaldor sostenía que la principal constricción al crecimiento de la economía británica era la falta de trabajo. Pero en los años posteriores giró cambió su punto de vista, y planteó, en el sentido que lo sostienen los modelos de Harrod y Thirwall, que la tasa de crecimiento del ingreso (y del output industrial) está determinada por la tasa de crecimiento de las exportaciones, en relación a la elasticidad ingreso de las importaciones (véase Thirwall, 1983).

Rendimientos crecientes y causación acumulativa

Una de las claves del pensamiento de Kaldor sobre el desarrollo es haber adoptado la tesis de que en la actividad industrial manufacturera existen rendimientos crecientes a escala. En este sentido Kaldor se reconoce deudor de la tradición de Adam Smith y de Allyn Young.[11] La existencia de los rendimientos crecientes a escala socava el concepto neoclásico de equilibrio competitivo, para introducir una visión en la que se producen procesos acumulativos que llevan a diferencias económicas crecientes entre regiones y países.

Al adoptar la idea de los rendimientos crecientes a escala Kaldor reemplaza la idea, que había expresado en sus modelos de crecimiento de 1957 y 1962, de que la tasa de aumento de la productividad depende de la tasa de inversión, por el enfoque más general que hace depender el progreso de la productividad de la tasa de crecimiento del output en la industria manufacturera. La productividad aumenta debido a la existencia de rendimientos crecientes, tanto internos como externos a las empresas, y a la introducción del cambio técnico. Aquí el cambio técnico sería inducido por el aumento de la demanda (en un sentido parecido al que plantea Schmookler, desde una perspectiva neo-schumpeteriana, como se verá más adelante en este curso). De manera que el desarrollo económico está asociado al desarrollo de la industria:

En esta visión la influencia dominante sobre la tasa de crecimiento económico pasa a ser la tasa de crecimiento del output manufacturero; al aumentar la productividad en este sector tiende a aumentar la productividad en los otros sectores. La industrialización, sostiene Kaldor, acelera la tasa de cambio tecnológico en la economía de conjunto.

Las principales ideas de Kaldor en este respecto han sido sintetizadas en Thirwall (1983); básicamente consisten en las siguientes proposiciones:

a) Cuando más rápida es la tasa de crecimiento del sector manufacturero, más rápida es la tasa de crecimiento del PNB; la manufactura es el motor del crecimiento. Una alta tasa de crecimiento en el sector de la manufactura es característico de la transición hacia la “madurez”. La “inmadurez” la define Kaldor (1968) como el fin de la economía dual, cuando la sobreoferta del trabajo se agotó (véase la relación con el modelo de Lewis, que se estudia en este curso).

b) Cuanto más rápida es la tasa de crecimiento del output industrial, más rápida será la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo, debido a los rendimientos crecientes a escala. Los rendimientos crecientes constituyen un fenómeno macroeconómico, relacionado a la interacción entre la elasticidad de la demanda de los bienes manufacturados, y su oferta, y la expansión de todos los sectores y ramas industriales (véase nota 10).

c) Cuanto más rápida sea la tasa de crecimiento del output en la manufactura, más rápida será la tasa de transferencia del trabajo desde otros sectores de la economía donde hay rendimientos decrecientes (típicamente Kaldor piensa en la agricultura) o en los cuales no hay relación entre el crecimiento del empleo y el crecimiento del output. Al reducirse el empleo en estos sectores aumentará el crecimiento de la productividad fuera de la manufactura. De manera que aumenta la productividad en toda la economía.

d) El crecimiento del output manufacturero no está restringido por la oferta de trabajo. En las etapas tempranas del desarrollo está restringido por la demanda de la agricultura, y luego por las exportaciones.

e) Una rápida tasa de crecimiento de las exportaciones y del output tenderá a desatar un proceso acumulativo, o un círculo virtuoso de crecimiento, a través del vínculo entre el crecimiento del output y el crecimiento de la productividad. Esto implica que la región con una industria avanzada tendrá ventajas acumulativas, que derivan de la expansión de los mercados para sus productos y de la caída de los costos. Esto inhibe el desarrollo de las zonas más atrasadas. No habría entonces convergencia en el desarrollo entre regiones o países.

En síntesis, según este enfoque el cambio se hace progresivo, y se propaga de forma acumulativa. Esto significa que no puede haber algo así como un estado en equilibrio con una asignación óptima de recursos, porque la situación no tiene nada de estacionaria. Por el contrario, hay permanentes cambios y desequilibrios, tanto en la cantidad como en la eficiencia con que son utilizados los recursos, haciendo imposible la existencia de óptimos paretianos de pleno empleo.

En segundo término, es el aumento de la escala de actividades la que hace rentable aumentar la ratio capital / trabajo (recuérdese que la tasa de beneficio depende del crecimiento). Cuanto más grande es la escala de actividades, más variada y más especializada es la maquinaria que se puede usar rentablemente para ayudar al trabajo. Los rendimientos son crecientes al diversificarse las actividades, y aumentar la escala, y toman la forma de un aumento de la productividad del trabajo. La relación capital producto, por el contrario, tiende a permanecer constante.

En tercer término, al haber rendimientos crecientes el desarrollo industrial tiende a polarizarse en ciertos “puntos de crecimiento” o en “áreas exitosas”, que atraen inmigración de las áreas circundantes. Hay un proceso de polarización –Myrdal lo llamaba “causación circular y acumulativa”– que lleva a una creciente división del mundo entre áreas ricas y pobres, aumentando la distancia entre el PBI per capita. De nuevo, la teoría del equilibrio general no tiene aplicación para el estudio de los fenómenos del desarrollo.

Bibliografía

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