UN CUENTO DE HADAS

En el año 1977, don Miguel Fierro Samaniego debió trasladarse con su esposa, doña Martha Baquero Hidalgo y su pequeño hijo, a los Estados Unidos para optar un masterado en Ingeniería Oceánica.

En el país del norte, la familia Fierro recibió una gran noticia. Para septiembre, los médicos anunciaron el nacimiento de un segundo niño. Después del primogénito Miguel Sr., se aguardaba la llegada de "una mujercita".

El 6 de septiembre nació Martha Fierro. Inmediatamente la emoción embargó a la pareja ecuatoriana, que tan lejos de su tierra y, en especial de su Riobamba querida, abrazaban a su tierna hija que parecía tan frágil entre sus manos, pero, al mismo tiempo, se preparaba para ser protagonista de una historia de fantasía. Una historia que se desarrollaría sobre el tablero de ajedrez, entre peones, alfiles y caballos.

Llega al país

Tras el alumbramiento, la familia Fierro regresó al país. Antes, para que Martha no se quedara sin la nacionalidad ecuatoriana, la inscribieron en el Consulado de Ecuador en Kingston, Rhode Island.

En sus primeros años, la pequeña Martha se inclinó por la natación y la gimnasia olímpica. Los dos deportes fueron muy queridos por ella.

Sus padres la inscriben en la academia de Luis Bajaña, en la que aprendió los secretos de la natación. Su especialización: el estilo mariposa.

Más tarde, también el tenis pasa a formar parte de los deportes preferidos por Martha Fierro; irónicamente, el ajedrez aún no aparece en su vida.

Únicamente, su mamá -quien se confiesa como una ajedrecista frustrada- tiene en sus planes al "deporte ciencia" como el futuro de su hija.

Martha estudia la primaria y parte de la secundaria en el colegio La Moderna.

Estudios en los Estados Unidos

Después, cuando su papá debió viajar nuevamente a los Estados Unidos, para obtener un doctorado en su especialidad, traslada su instrucción USA High School Bryan, en Nueva York.

Es durante este tiempo en el que doña Martha de Fierro comienza a "presionar" a su hija para que incursione en el ajedrez.

"Al comienzo no me sentía tan bien porque es fastidioso que a una la presionen", señala la deportista al recordar ese crucial momento.

Luego agrega, "ese año que me presionó a que me inclinase por este deporte fui a los Estados Unidos de vacaciones, entonces fui entendiendo más y más el ajedrez y, (sonríe), la presión cambió. Yo empecé a insistirle a mi mamá que me llevara a las clases". Ese fue el inicio del amor de Martha por el ajedrez.

Cambió su vida

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