Vivian
ValerieRETesis16 de Abril de 2014
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Vivian.
Habían siete rosas sobre la gran mesa de roble rojo, tres girasoles pequeños, ocho amapolas rojas, cinco tulipanes blancos, dos orquídeas blancas, cinco hortensias violetas y una hermosa joven tejiendo los tallos de las flores con cuidado. Tenia el rostro empapado en sudor, su lacio cabello negro pegado a su frente, miraba a través de sus delgadas gafas concentrada en su trabajo haciendo una graciosa mueca con sus carnosos labios.
–Vivian, ya esta la corona de la señorita Julia –Dijo un joven apareciendo detrás de una montaña de flores encima mesa.
–Gracias Pablo.
Vivian sonrió y esta sorprendió a Pablo, el solo agacho la mirada y le devolvió la sonrisa sin que ella se enterara escondido detrás del montón de flores.
–¿Crees que puedas terminar la corona de Alicia hoy?, ya es muy tarde y tu tienes cosas que hacer –Dijo Pablo tratando de dar una idea entre dientes.
–Tengo que hacerlo para antes de las siete, tiene un compromiso con el joven barón Carlos.
Vivian pasaba casi todo el día tejiendo coronas de flores para otras chicas, jamás envidio nada de ellas, ni su libertad, ni sus altas clases sociales, ni mucho menos la suerte que tuvieron de haber nacido siendo millonarias… María solo envidiaba su raza, los rasgos de sus rostros y no es que realmente fueran mas bellas que ella, si no que vivían en un mundo en el que las personas no apreciaban la belleza en sus diferentes formas. Desde niña sufrió mucho por los prejuicios de aquel pequeño y antiguo pueblo alejado de las grandes ciudades.
–Puedo terminar el trabajo por ti Vivian –Dijo Pablo haciendo brotar la idea de forma clara–. No tengo nada especial que hacer hoy.
–Yo tampoco.
Pablo se asomo por encima del montón de flores, de no haber sido por su voluminoso cabello rizado ella no se habría percatado de que le miraba con aquellos discretos ojos negros. Ella no lo volteo a ver, pero sentía su mirada mientras el se percato de su tristeza.
–Se que sabes que te miro Vivian, deja ya de hacerte la difícil conmigo.
Volteo a verlo sonriente, el le devolvió la sonrisa sin que ella la viera, una vez mas el montón de flores le escondieron los labios, pero no sus traviesos ojos que derramaban felicidad. Por un momento olvido quien era y se sintió esperanzada, pero aquello le duro un solo parpadeo para que su sonrisa se desvaneciera y regresara a su trabajo, eso hizo que los ánimos de Pablo muriera ante su frialdad.
–Vamos bonita, déjame esa corona a mi –Se puso en pie y llego hasta ella rodeando la mesa con pereza–. Tienes que descansar ahora, lo mereces.
Bonita… Lo mereces…
Se repito eso ultimo Vivian en su cabeza como si no lo creyera o mas bien como si estuviera segura de que el solo lo decía por lastima.
–Alicia quería… –Se perdió por un momento en el montón de flores buscando con la mirada y después volvió a el– Gardenias, pero parece que se nos han agotado.
–Ya busco yo en el invernadero por ti mas tarde. Terminare esta ultima en un santiamén.
Tomo la corona de sus delgadas manos y se sentó junto a ella dispuesto a comenzar a trabajar. Ella tomo sus cosas sin decir nada más, tenia miedo de lo que siempre sucedía, temía sentir aquello otra vez y volver a repetir la misma triste historia, lo que no sabía es que Pablo no quería hacerle daño, que el si la quería tal y como era. Como ninguno de los dos reacciono, nadie dijo nada la oportunidad se perdió, y esta vez se trataba de una oportunidad única, de esas que solo suceden una vez en la vida, estas pueden repetirse miles de veces, pero jamás causaran la misma reacción ni la misma intensidad. Ninguno de los dos se dio cuenta, pero justo en ese momento Pablo la dejo ir.
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