YO AMO A ALGUIEN CON TDAH

[pic 1]

Buenos días, me presentaré. Mi nombre es Jordi Badia. Mi esposa y yo somos los orgullosos papas de un niño de 9 años que se llama Alexander. Hace cerca de tres años empezamos a escribir un blog que llamamos “YO AMO A ALGUIEN CON TDAH” Y ya está, no somos médicos, no somos  psicólogos y no somos psiquiatras. Solo padres, por esa razón le queremos agradecer  a los organizadores de este foro la oportunidad que me dan de explicarles nuestra historia.

¿Y cuál es nuestra historia? Pues es la de unos padres a los que no les gustó que etiquetaran a su hijo de por vida, la de unos padres que no se conformaron con ocultar los problemas de su hijo tras un tratamiento farmacológico, la de unos padres que quisieron hablar un día de esos problemas en pasado, en definitiva es la misma historia que muchos padres están viviendo ahora por todas partes.

Les contaré un poco. Adoptamos a nuestro hijo con tan solo 10 meses. No paraba de moverse todo el tiempo pero  eso nos gustaba. Iba alcanzando sus metas a tiempo, se le veía feliz y era extremadamente cariñoso.

Casi sin darnos cuenta cumplió los 3 añitos y empezó preescolar con una maestra encantadora con los niños. Un buen día quiso hablar con nosotros y nos recomendó que lleváramos al peque a algún especialista, porque ella y la psicóloga de la escuela habían observado que algo no iba bien.

Después de algunos tumbos, cuando Alexander contaba con 4 años y 3 meses,  acabamos en un neuropediatra, especialista en trastornos infantiles, especialmente en TDAH. Entonces no sabíamos ni que era eso. En fin, tras una batería de test psicológicos (casi 3 horas)  nos atendió el Doctor en cuestión  nos hizo unas preguntas y le echó unos vistazos así como por encima de las gafas al peque. 30 minutos después…fumata blanca, ya teníamos diagnóstico:

• Su hijo tiene algo que se conoce con el nombre de TDAH
• ¿Qué es eso, Doctor?
• Se trata de un trastorno que se caracteriza por la dificultad para mantener la atención y por la hiperactividad del niño que no puede parar quieto, pero no se preocupen porque tiene tratamiento, aunque es un trastorno para toda la vida hoy en día con el tratamiento adecuado se puede llevar una vida perfectamente normal.

DETENGÁMONOS AQUÍ UN MOMENTO

A ver si me explico, vamos al médico, le digo que los maestros dicen que el niño no atiende y no para ¿y qué es lo que me dice? Lo que me dice es que no atiende y no para, pero lo ha convertido en unas siglas y así parece un nombre de enfermedad. Vamos, es como si voy al médico y le digo que me duele el estomago y tengo fiebre y me contesta que tengo DEF. Vale pero ¿por qué? ¿Alguien se va a preocupar de buscar la razón por la que mi hijo no atiende y no para?  Y aquí nos damos de cara con el problema. Una vez diagnosticado de TDAH ya se da por sentado que la culpa la tienen unos NT, ya no se atiende a particularidades y se administra el tratamiento farmacológico. Vamos, es como matar moscas a cañonazos.

Ahora me parece una obviedad pero entonces no me planteé siquiera cuestionar al “experto” así que empezamos a darle Metilfenidato y Risperidona, con la advertencia de que no leyéramos el prospecto, supongo que porque entre otras cosas pone que no se debe administrar a niños menores de seis años y el nuestro tenía 4.

Por no extenderme mucho solo les diré que estuvimos medicando a nuestro hijo entre los 4 años y medio y casi los 6 un curso entero durante el cual solo creció un centímetro.

¿Y por qué dejamos de medicarlo? Al acabar el curso (P5) consideramos que le vendría bien descansar de medicación durante el verano. Pasó un verano estupendo, se portó genial. Un domingo antes de volver al cole volvimos a darle la pastillita. Media hora después íbamos paseando por la calle cogidos de la mano y me miró a la cara: no parecía él, tenía una expresión que me provocó una tristeza profunda, era como una mirada de no comprender que le estaba sucediendo.

No  volvió a tomar ni el MFD ni la Risperidona.

En ese momento tuvimos la sensación de quedarnos bastante solos, no encontrábamos alternativa. Seguíamos creyendo en que la solución estaba en la medicina así que pasamos un año dando tumbos y funcionando por el boca-oreja: “Pues al mío le pasaba lo mismo y le daba Omega 3 y le fue muy bien”

Estuvimos bastante desorientados y cuanto más leíamos  más nos dábamos cuenta de que algo no se estaba haciendo bien con los niños pero entonces ¿qué podíamos hacer? ¿Qué le pasaba realmente a nuestro hijo que le hacía ir retrasado en sus aprendizajes? ¿Por qué no para ni un minuto quieto?  Había que hacer algo. Entonces empezamos con nuestro blog, sin saber muy bien a donde nos llevaría pero con la intención de recoger toda esa información dispersa e intentar sacar algo en claro.

En paralelo intentamos volver a diagnosticar al peque en un gabinete psicológico con idéntico resultado y la cara de estupor de la psicóloga al responderle, cada una de las cuatro veces que nos lo propuso, que no pensábamos darle pastillas. No vimos que le fuera a ayudar en nada así que seguimos solos pero empezamos a tomar decisiones:

1º Mi mujer dejó de trabajar para estar con él más horas.

2º Hablamos con la escuela sobre nuestra posición respecto al tema y planteamos una adaptación curricular para Alexander, de esta forma le quitábamos tensión en clase y mejorábamos su autoestima pues realizaba actividades acordes a sus posibilidades en cada momento.

...