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Filosofia De La Educacion


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2014  •  9.981 Palabras (40 Páginas)  •  326 Visitas

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1. FILOSOFÍA Y FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

La filosofía de la educación está vinculada con la filosofía general por sus métodos, más que por sus propósitos. Para explicar esto debemos considerar la naturaleza de la filosofía como una empresa. En el pasado la tarea del filósofo consistía en dar una explicación comprensiva y racional de la naturaleza de la realidad, del lugar del hombre en el esquema de las cosas y tratar asuntos como la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y el propósito del universo. La filosofía concebida de esta manera y con esos propósitos se conoce como metafísica y desde Platón hasta nuestros días ha sido, de una forma u otra, el área principal de la actividad filosófica tradicional. Por ejemplo, Platón, Aristóteles, Descartes, Spinoza y Hegel se dedicaron a proporcionar una visión general de la realidad apoyada en argumentos racionales. Sin embargo, el problema con esta clase de filosofía fue que cada quien dio una explicación diferente, ninguna de ellas totalmente satisfactoria. Después de más de dos milenios de especulación metafísica, la naturaleza de la realidad, la existencia de Dios, la naturaleza del hombre y de su alma, y el propósito del universo siguen siendo preguntas sin una respuesta general aceptable. Esta persistencia de los problemas en la filosofía contrasta con la historia de los problemas en la ciencia. Mientras los científicos tienden a resolver sus problemas, los filósofos rara vez hacen lo mismo con los suyos. Los filósofos todavía trabajan sobre los problemas planteados por Platón. Por eso durante el primer tercio de este siglo creció la convicción de que tal vez toda la empresa de la filosofía estaba concebida erróneamente. Se dijo que los científicos resolvían sus problemas porque éstos eran genuinos y porque tenían métodos eficientes, mientras que los filósofos, enmarañados en asuntos metafísicos, no resolvían los suyos porque no eran tales; eran seudo problemas generados comúnmente por el uso inadecuado del lenguaje. Esta convicción produjo un replanteamiento radical del papel y los métodos de la empresa filosófica. Aunque no es fácil dar ejemplos breves y convincentes para ilustrar la llamada “revolución en la filosofía” que iniciaron filósofos como G. E. Moore y Ludwig Wittgenstein, junto con sus discípulos, hay dos ejemplos que pueden ayudar. Los metafísicos como Descartes habían supuesto que la palabra “cuerpo” era el nombre de una entidad material sustancial. La palabra asociada “mente” debería ser también el nombre de una entidad, una sustancia, pero de clase inmaterial. Este supuesto dio lugar a un problema filosófico particularmente difícil: ¿Cómo una sustancia inmaterial interactúa y afecta a una sustancia materia] y viceversa? Aceptado el supuesto inicial esa interacción fue un gran misterio y su explicación muy elusiva. La nueva aproximación a la filosofía consideró los problemas filosóficos como resultado de un uso inadecuado del lenguaje e hizo que pareciera posible la explicación y solución de problemas como la relación entre “mente” y “cuerpo”. Por ejemplo, Gilbert Ryle1

Aunque es cierto que una buena parte de la filosofía contemporánea, en particular la de los últimos treinta años, se ha centrado en la identificación y disolución de seudo problemas, no puede decirse que la filosofía de la educación haya hecho o necesitado hacer muchos avances en esa dirección. Los problemas que afloran en la educación generalmente no surgen de una confusión conceptual, sino que son problemas sustanciales reales que provienen de la práctica; por lo tanto, requieren solución más que disolución. En general, los filósofos de la educación no se preocupan por las confusiones metafísicas. Ciertamente se dedican a actividades de alto rango, pero su interés reside en la claridad conceptual como antecedente de la justificación de la teoría y práctica educativas. La preocupación por la claridad los ciñe al análisis filosófico, al análisis de los conceptos; la preocupación por la necesidad de justificación requiere que realicen un análisis de las diferentes teorías disponibles en educación. Por eso, antes se dijo que la filosofía de la educación está relacionada con la filosofía general más directamente por sus métodos que por sus propósitos. La filosofía de la educación afirmó que si abandonáramos el supuesto de que para que una palabra tenga significado, éste debía tener una entidad sustancial, el problema “mente-cuerpo” deja de ser intratable. Según este autor, el término “mente” no es el nombre de una entidad inmaterial; en realidad no es el nombre de ninguna entidad sustancial, por lo que el problema de cómo la mente interactúa con el cuerpo no es genuino. Hablar de la mente, mantiene Ryle, es hablar de ciertas clases de conductas. La “mente” no es el nombre de una cosa o de una sustancia, sino un complicado conjunto de funciones corporales que ocurren de cierta manera característica. Si se acepta este argumento, el viejo problema metafísico de “mente” y “cuerpo” se desvanece. La mente no interactúa con el cuerpo; es simplemente una de sus funciones. Así, el problema de la interacción “mente-cuerpo” más que resuelto queda disuelto. Las preguntas relacionadas con el posible “propósito” del universo también generaron muchas dificultades a los metafísicos. ¿Cómo determinar cuál era el propósito del universo, suponiendo que tuviera alguno? Las respuestas que los metafísicos dieron a esta pregunta fueron insatisfactorias, pues parecían referirse siempre a otras cuestiones importantes, como la existencia de Dios. Más aún, no hubo una manera concluyente de saber si sus respuestas eran verdaderas o falsas. Enfrentados a esas dificultades los filósofos trataron de disolver el problema en lugar de darle solución; por ejemplo, afirmaron que si bien es adecuado preguntarse por el propósito de las cosas, las herramientas o los aparatos que existen en el universo, no tiene sentido preguntarse lo mismo en relación con el universo. Este es, por definición, “todo lo que hay’ y ¿qué propósito externo podría tener? El universo es un fin en sí mismo. El problema sobre la finalidad del universo es un seudo problema derivado del supuesto erróneo de que tiene sentido formular acerca del todo interrogantes que sólo son apropiadas para las partes. Una vez que se entiende, el problema deja de serio. El propósito de este tipo de filosofía es una clase de terapia intelectual que despeja la mente de problemas innecesarios e impuestos.

Como ya se mencioné, los ejemplos anteriores no proporcionan respuestas irrecusables a los problemas referidos; sirven para mostrar el cambio de énfasis en la filosofía, el cambio que consiste en dejar los intentos por tratar asuntos sustanciales acerca de lo que existe o de sus propósitos,

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