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7 Maravillas Del Mundo Antiguo


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2014  •  2.627 Palabras (11 Páginas)  •  414 Visitas

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JARDINES COLGANTES DE BABILONIA.

Partiendo de una historia de amor, los Jardines Colgantes de Babilonia han quedado eternizados en el tiempo y forman parte de una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. La historia cuenta que hacia el año 600 a. C. Nabucodonosor II, rey de Caldea, quiso regalar a su esposa, Amytis. Un presente con la intención de demostrarle su amor.

Así fue como nació este hermoso proyecto diseñado por los arquitectos de Babilonia, quienes, según algunas versiones, diseñaron unos exuberantes jardines sobre un área de 19.600 metros cuadrados que contaban con un conjunto de terrazas de piedra abovedadas sostenidas sobre pilares cúbicos en donde se podían plantar árboles de gran tamaño. Por otra parte, estas terrazas estaban alimentadas por varios arroyuelos que obtenían agua de un depósito ubicado en la terraza más alta. De acuerdo a los relatos, al mirar la obra desde abajo las terrazas parecían suspendidas en el tiempo.

Otras versiones indican que probablemente los jardines no colgaban en sentido literal y que la confusión se debe a una traducción incorrecta de la palabra griega “kremastos “o del término “pensilis”, que significa “sobresalir” por lo que esta palabra podría aplicarse a las terrazas o a los balcones.

Más allá de las leyendas, las excavaciones arqueológicas realzadas en Irak, donde se encontraba la antigua ciudad de Babilonia, demostraron que, efectivamente, allí descansó un palacio. Además, se encontraron restos de la construcción abovedada y una irrigación aunque una vez más las teorías difieren y mientras que algunos aseguran que se trata del antiguo jardín colgante otros afirman que no.

Sobre los jardines colgantes existe también una leyenda, que sitúa la fecha de su construcción cinco siglos antes, a finales del s. XI a. de C. Según esta leyenda, es la reina Shammuramat, llamada Semíramis por los griegos, quien construye los jardines. Shammuramat gobierna el imperio asirio como regente de su hijo Adadnirari III, desde la muerte del rey Shamsidad V, y además de construir los jardines colgantes, conquista la India y Egipto. Termina sus días suicidándose a causa del dolor que le produce descubrir una conjura contra ella urdida por su hijo. Algo trágico.

Como era de esperar en una leyenda, sobre todo teniendo en cuenta que fueron los griegos quienes la recogieron.

En el año 539 a. de C. los persas conquistan Babilonia, y ello provoca su decadencia.

La población va menguando y, para cuando Alejandro Magno visita la ciudad (sobre el 326 a. de C.) parte de ésta se encuentra en ruinas. La destrucción definitiva tiene lugar en el año 126-125 a. de C., fecha en la que el parto Evemero conquista la ciudad y la incendia. Desde entonces no quedan más que las ruinas a orillas del Éufrates.

ESTATUA DE ZEUS EN OLIMPIA.

Olimpia no era una ciudad de Grecia, sino una serie de monumentos y templos erigidos con motivo de las celebraciones de los Juegos Olímpicos. De todos los templos, el más hermoso e importante, era el Templo erigido en honor a Zeus (Júpiter, para los romanos). La construcción de este templo culminó en el año 450 a.c. Es el interior del templo lo que nos interesa ahora, ya que fue allí donde Fidias construyó una de las 7 Maravillas del Mundo Antiguo. Se trataba de una estatua de Zeus de 12 metros de alto.

Fidias fue uno de los más famosos escultores del Mundo Antiguo. Elogiado por su plasticismo, degradación de claroscuros, su representación especial del cuerpo humano, etc. Fidias representa al dios sentado sobre un trono. La estatua estaba modelada en marfil. No podemos decir que estaba esculpida, ya que el marfil era remojado en un líquido determinado para hacerlo más maleable. Sentado en su trono, Zeus tenía la mirada dirigida hacia abajo, en una actitud paternal. Tenía el torso desnudo y un manto coronado de lirios cubría sus piernas. La cabeza coronada de olivo, en la mano izquierda sostenía una Niké (diosa de la victoria en la mitología griega) y en la derecha un cetro rematado por un águila y los pies envueltos en sandalias de oro

El trono, por sí mismo, constituía una obra de arte. Construido en marfil, ébano, oro y piedras preciosas. Las patas, respaldo y brazos estaban labrados reproduciendo la mitología griega, como el caso de la matanza de los hijos de Niobe, el combate de Teseo y Las Amazonas o la escultura de Atenea. El basamento de la estatua estaba decorado con el nacimiento de la diosa Afrodita. Según Pausanias, se veía a Afrodita emerger del mar y siendo acogida por Eros.

Cuenta la leyenda que cuando Fidias terminó de construir la estatua, le pidió a Zeus una señal de aprobación de su obra. El dios respondió enviando un rayo a los pies del escultor dejando una grieta en el suelo que, durante años, sería protegida con una urna. A diferencia de algunas de las Maravillas del Mundo Antiguo, esta perduraría durante unos mil años. No se sabe bien cuál fue el final de esta estatua. Hay quienes afirman que fue destruida durante los terremotos del siglo VI d.C. otros aseguran que fue destruido durante el incendio provocado por los fanáticos cristianos durante el reinado del emperador bizantino Teodosio II (siglo V d.c) y otros, entre ellos Cedrenus, cuentan que la estatua sobrevivió a dicho incendio y fue rescatada por el coleccionista Lauso de Constantinopla. Esto fue lo último que se supo de la Estatua de Zeus.

EL TEMPLO DE ARTEMISA.

Situado en la ciudad de Éfeso en Asia Menor, a 50 kilómetros al sur de Esmirna (Turquía).Se construyó en honor de Artemisa, la diosa griega de la caza y la naturaleza.

El templo era de pequeñas dimensiones y estaba rodeado por un numeroso “bosque” de enormes columnas jónicas, a cielo abierto, que se alzaban sobre un gran krepis (basamento) rectangular de mármol, formado por tres escalones (dos inferiores o estereóbato y uno superior o estilóbato).

Las columnas, de orden jónico, tenían unas basas de 1,75 metros de diámetro y una altura de casi 20 metros; estaban decoradas con relieves en su tercio inferior.

Una gran fachada decorada, precedida por un espacioso jardín, daba paso a este majestuoso y original «bosque» de 127 columnas, en cuyo espacio central se encontraba el pequeño templo que albergaba la estatua de la diosa Artemisa.

El santuario hacía, además, funciones de banca de toda el Asia Menor, poseía importantes propiedades y era considerado

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