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AYOTZINAPA


Enviado por   •  26 de Octubre de 2014  •  1.824 Palabras (8 Páginas)  •  373 Visitas

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Los normalistas de Ayotzinapa no fueron a botear a Iguala. Fueron a tomar autobuses porque en Chilpancingo se los impidieron la policía estatal y el Ejército.

La multicitada cabeza del Diario de Guerrero, Por fin se pone orden, no se refiere a la barbarie de Iguala, sino al hecho de que Chilpancingo se salvó de que los estudiantes de Ayotzinapa tomaran nuevamente autobuses en esta ciudad: La sola presencia de elementos de las fuerza estatales y del Ejército federal disuadió a los estudiantes en su enésima intentona de robar autobuses en la entrada de la central camionera de esta capital, dice la nota de marras, publicada el 27 de septiembre.

Por eso los estudiantes fueron a Iguala donde, tras hacerse de dos camiones en la terminal de la cuna de la Independencia, a nueve cuadras del palacio municipal, tomaron la calle Juan Álvarez, salida obligada hacia el Periférico.

Así que pasaron a un costado de la plaza de las Tres Garantías, a una cuadra, larga, del lugar donde José Luis Abarca Velázquez y su esposa estaban en un baile, pero nunca se bajaron ni pretendieron boicotear el acto. Iban de salida, y con urgencia, porque el chofer del autobús que habían abordado en la caseta se resistió a la toma y llamó a sus compañeros y luego a la policía, que terminaría levantando a 43 jóvenes.

En este apretado recuento, la historia comenzó la tarde del 26 de septiembre, hace justo un mes, cuando los muchachos de primer grado se encontraban trabajando en la parcela. Nos fueron a avisar que teníamos que dejar el trabajo e ir a una comisión, cuenta uno de ellos.

El plan era conseguir los autobuses para trasladar a los alumnos de cuarto grado que irían de prácticas a las costas guerrerenses y, luego, ocupar las unidades para trasladarse a la marcha conmemorativa del 2 de octubre en la ciudad de México.

La policía estatal se enteró de algún modo y bloqueó la terminal de Chilpancingo. Poco después llegó una patrulla militar. La presencia de ambas fuerzas hizo a los estudiantes desistir de su intento.

Decidieron ir a Iguala, en dos autobuses tomados previamente. Viajaban alrededor de 80 jóvenes, aunque no conocen el número exacto porque no suelen hacer relaciones exactas de los participantes en cada operativo.

En el crucero que conduce a Huitzuco, los camiones hicieron alto. Los pasajeros de uno de ellos fueron comisionados para tomar un camión en ese punto. Le hicieron la parada a uno y subieron. El otro autobús se fue de frente hasta la caseta.

Ya en la terminal de Iguala, el chofer se opuso a la toma, envalentonado por la presencia de otros conductores y de la línea de camiones. Los estudiantes pidieron refuerzos, y entre todos lograron sacar dos autobuses más.

De acuerdo con los testimonios de varios estudiantes, las patrullas municipales comenzaron a seguirlos tres cuadras adelante de la terminal, es decir, antes de que pasaran cerca del punto donde María de los Ángeles Pineda Villa hacía su acto de precampaña por la presidencia municipal.

Desde ese punto, los policías municipales comenzaron a tirar al aire, pero sólo bloquearon el paso de los autobuses 19 cuadras más adelante, cuando atravesaron una camioneta a su paso.

Varios estudiantes bajaron de los primeros dos autobuses e intentaron mover, a empujones, la camioneta. Los policías se acercaron y ellos los enfrentaron. Aldo Gutiérrez Solano, estudiante originario de Ayutla de los Libres, forcejeó con un policía y logró someterlo. Fue el primero en caer. Según el testimonio de uno de sus compañeros, una mujer policía le disparó. Aldo sigue en el hospital, con muerte cerebral.

Cuando Aldo cayó, comenzó la balacera. Los alumnos que habían logrado bajar se refugiaron en el hueco entre el primer y el segundo camión, y por ello sus testimonios son fragmentos, pedacitos de un episodio que se prolongó una hora y media sin que los militares, que tienen su base a menos de 500 metros del lugar, se aparecieran nunca.

El maestro Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, cree que buena parte de los desaparecidos viajaba en el tercer autobús en la fila, porque los estudiantes que estaban a bordo no alcanzaron a bajar en un primer momento.

Apareció al final la Policía Federal, pero no para auxiliar a los estudiantes, sino más bien llegó a someterlos, a acusarlos de que eran quienes estaban haciendo desmanes, dice Barrera, quien ha escuchado muchas veces los fragmentos de la historia narrados por los ayotzinapos (el término se usa en Guerrero en forma peyorativa pero, tras la acción global, es hora de reivindicarlo como nota de orgullo).

La policía de Iguala era un cuerpo al servicio de los delincuentes. Es de dudarse, por lo que cuentan regidores, periodistas, líderes magisteriales y ciudadanos de a pie en Iguala, que el alcalde hubiera dado más orden que no molesten.

Si dispararon, sometieron y levantaron a los estudiantes, piensa Barrera, fue porque no sabían que se trataba de estudiantes de Ayotzinapa. “Porque no actuaban bajo la lógica policiaca, sino bajo la lógica delincuencial: ‘Si son puros jóvenes pelones, pues vienen a disputar la plaza’”.

Al rescate de los caídos

La noticia llegó rápido a la normal de Ayotzinapa.

Mataron a un compañero, les dijeron a varios estudiantes que no habían ido a la comisión.

En varias camionetas agarraron camino a Iguala. Jesús, uno de los que viajaron al rescate, tiene una razón adicional para no dar su nombre: es familiar de un normalista asesinado en las represiones de años anteriores.

Adelante del crucero de Santa Teresa, donde fue atacado el equipo de futbol Los Avispones, el nuevo grupo de estudiantes se topó con un vehículo de doble rodada atravesado y unos hombres con cuernos de chivo. ¡Deténganse, hijos de su puta madre!, les gritaron, pero el muchacho al

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