Ackoff "concepto Cambiante De La Empresa"
Lol345 de Diciembre de 2013
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CAPITULO DOS
CONCEPTO CAMBIANTE DE LA EMPRESA
Empresa: Un ingenioso artificio diseñado para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.
Antrose Bierce.
Durante los últimos cien años, las empresas. y nuestra forma de, conceptuarlas evolucionaron mucho. La empresa moderna es un producto de la Revolución Industrial, la cual a su vez fue un producto de la Era de la Máquina. Hay que tener presente que en esa época, el hombre occidental conceptualiza al universo como una máquina creada por Dios para que haga Su trabajo. Además, el hombre se considera a sí mismo como una parte de esta máquina, por haber sido creado a imagen de El. La Revolución Industrial fue una consecuencia de los esfuerzos del hombre por imitar a Dios, creando máquinas para realizar su trabajo.
LA EMPRESA COMO MAQUINA
La relación que existía entre las organizaciones industriales producidas por la Revolución Industrial, sus creadores y sus propietarios era muy parecida a la que suponía que existía entre el universo y Dios. Las organizaciones eran consideradas como máquinas cuya función era servir a sus creadores, proporcionándoles una retribución sobre su inversión en dinero y tiempo. Así, su principal, si es que no la única función de tales organizaciones, era producir utilidades.
En una corporación así concebida, los empleados eran tratados como máquinas reemplazabas o partes de máquinas, aunque se sabía
que eran seres humanos. Sus objetivos personales, sin embargo no tenían importancia para sus patrones. El empleo acarreaba una aceptación implícita por parte de los empleados de¡ derecho del patrón de tratarlos como máquinas. Además, las tareas repetitivas y simples que les daban a realizar eran diseñadas como para ser ejecutadas por máquinas.
Incluso los gerentes eran tratados como partes de una máquina. De acuerdo con E. E. Jennings (45):
La vida privada (de los gerentes) cesó de existir como algo independiente de la vida de la compañía. Mientras más alto subía un empleado más responsabilidad adquiría, por lo que tenía menos libertad de vivir privadamente... La vida familiar se convirtió en apenas otro engranaje en la máquina empresaria¡
Esta concepción de la empresa como una máquina sólo se sostuvo mientras prevalecieron las siguientes condiciones:
1 . El propietario tenía y podía ejercer un poder virtualmente ¡limitado sobre sus empleados: podía contratarlos, despedirlos, recompensarlos y castigarlos a su completo arbitrio.
2. La amenaza de despido que pendía sobre los empleados, y su consiguiente cesantía, era una amenaza real y continua.
3. Las habilidades que debían tener los trabajadores eran escasas, de aquí que éstos se pudieran reemplazar fácilmente.
4. Los niveles de educación y las aspiraciones de los trabajadores ordinarios eran relativamente modestas.
Estas condiciones prevalecieron en los Estados Unidos de Norteamérica hasta los primeros años del siglo veinte, aun cuando los obreros las objetaron desde el principio. Con el paso del tiempo, el número de los descontentos y la intensidad de sus objeciones crecieron. Las exigencias de los obreros aumentaron al mismo ritmo que la prosperidad de las empresas.
A principios del siglo veinte, los cimientos sobre los que descansaba la concepción mecanista de la empresa se empezaron a debilitar. En primer lugar, las oportunidades para el crecimiento de las compañías comenzaron a superar las posibilidades de financiamiento interno de éstas. Así, muchas compañías de propiedad privada "pasaron al público", esto es: se convirtieron en sociedades anónimas. Su propiedad se dispersó entre un gran número de accionistas anónimos,
quienes rara vez entraban en contacto directo con los trabajadores. En efecto, Dios desapareció. Se convirtió en un espíritu abstracto, dejando de ser una presencia concreta. El oficio de administrador emergió como una cleresía que interpretaba los deseos de su dios y administraba su voluntad sobre los trabajadores.
En segundo lugar, la aparición de una administración desempañada por personas ajenas a los propietarios, acompañada por el crecimiento de¡ sindicalismo, de las instituciones de bienestar y la economía social redujeron la posibilidad de cesantía que anteriormente amenazaba continuamente a la fuerza laboral.
En tercer lugar, el incremento de la mecanización requería obreros mas especializados. Mientras más preparación adquirían, más difícil y costoso resultaba reemplazarlos.
Finalmente, el aumento de la educación obligatoria y la promulgación de leyes que prohibían la utilización de niños en las fábricas elevó los niveles de educación y las aspiraciones de los que se incorporaban a la fuerza laboral. Los miembros de esta clase se hicieron cada vez más renuentes para aceptar un ambiente laboral mecanizante. El concepto mecanicista de la empresa no pudo resistir la embestida de tanto cambio.
LA EMPRESA COMO ORGANISMO
Después de la Primera Guerra Mundial, gradualmente emergió el nuevo concepto de la empresa considerándola como un organismo. Bajo este concepto empresa, se le atribuía vida y propósitos propios. Sus principales propósitos, como los de cualquier organismo, se suponía que eran la supervivencia y el crecimiento. Las utilidades de la empresa empezaron a considerarse como el oxígeno para los organismos vivos; como algo necesario, pero no como la razón de su existencia.
Debido a la continua dispersión de la propiedad corporativa, así como a su naturaleza cada vez más transitoria debida a la especulación en la bolsa de valores, cada vez se creía menos en que la administración tuviese acceso directo a la divinidad por revelación. Los administradores tuvieron que aceptar la responsabilidad plena de Sus actos.
"La administración se consideraba como el cerebro de la corporación, y los empleados como sus órganos. No obstante, como los órganos no se pueden reemplazar tan fácilmente como las partes de
una máquina, las empresas empezaron a preocuparse más por su salud y seguridad. Las condiciones de trabajo empezaron a convertirse en materia de negociación entre los sindicatos y las administraciones. Sin embargo, la naturaleza misma de¡ trabajo nunca fue cuestionada, excepto cuando afectaba la salud y la seguridad.
Los trabajadores, sus lugares de trabajo y la sociedad que los contenía continuaron cambiando. Este cambio fue grandemente acelerado por la Segunda Guerra Mundial, la cual significó grandes exigencias para los gerentes y los empleados. En esa época se hizo evidente un hecho: el modo en el que los empleados se sienten respecto al trabajo tiene un efecto sobre la cantidad de trabajo que realizan y sobre la calidad de éste. Cuando el trabajo es poco satisfactorio, la producción decrece. Esto lo hizo notar Phiiip Shakeoff (69), en su comentario sobre un estudio realizado por el Departamento de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos de Norteamérica publicado por The New York Times: "La clase obrera estadounidense se encuentra cada vez menos satisfecha con su trabajo aburrido y repetitivo, y este descontento está minando la fuerza social y económica de la nación".
Cuando se introdujo y se difundió la automatización, aumentó significativamente el contenido técnico de muchos trabajos, por lo que la capacitación se convirtió en parte esencial. Las inversiones en capacitación para los empleados se elevaron considerablemente, por lo que el reemplazo de éstos se hizo todavía más costoso. Además, mientras más especialización adquiría un empleado, más difícil resultaba para su patrón decirle cómo debía realizar su trabajo. Por ejemplo, pocos gerentes podían instruir a sus programadores de computadoras o a sus pilotos aéreos. Los gerentes podían especificar qué clase de resultados deseaban, pero no cómo se debían obtener. De este modo, el aumento de la complejidad tecnológica de¡ trabajo produjo un incremento en la libertad de los empleados no administrativos a la vez que se dependía de ellos.
A medida que aumentaban las habilidades de los empleados, estaban menos inclinados a brindar una lealtad ciega a las organizaciones que los empleaban. Se empezaron a considerar como profesionales. Por ¡o tanto, sus aspiraciones personales comenzaron a ser materia de interés para los jefes patrones que buscaban sus servicios. Esto, como E.E. jenningns destacó (45), también se aplicaba a los gerentes:
"Entonces vino la Segunda Guerra Mundial... y la innovación fue necesaria en todos los niveles. No era posible que ninguna persona supiera lo suficiente para mantener la viabilidad de una empresa.
Las empresas empezaron a interesarse en jóvenes que todavía no estaban fascinados con la ética de la lealtad.
Los jóvenes ejecutivos comenzaron a tener la certeza de que podrían dirigir sus propias carreras... Cuando veían impedimentos para ascender, optaban por buscar sus oportunidades en otra parte.
Mientras más movilidad adquirían, más oportunidad tenían de adquirir experiencia. La movilidad alimentaba a la experiencia y ésta, a su vez, alimentaba a la movilidad. La movilidad de los ejecutivos terminó considerándose como algo común (página 29)."
El inmenso torrente de jóvenes ejecutivos talentosos que invadieron las empresas por sí sólo hubiera podido acabar con la idea de la corporación como una máquina, aún sin la insatisfacción de los obreros. El principal rasgo de este nuevo grupo de gerentes, como lo observó Jennings, fue la innovación, antítesis
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