Aniversario

Aniversario del Colegio

Empezando Octubre, mes que se caracterizaba por ser muy atareado para cada uno de los integrantes del colegio Marianista, quienes iban y venían de un lugar a otro, preparándolo todo para la fecha en la que se celebraba el aniversario de su querido colegio, que a pesar de ser cansado lo hacían con mucha emoción y alegría.

El tercero del programa pero muy esperado “Paseo de Antorchas”, en el cual nos centraremos en los estudiantes del aula del 2º “A”, pero sin obviar que a pesar que se les haya citado a todos los estudiantes a las 4:00 p.m. siguen llegando tarde, dándose a conocer algunos diálogos en nuestros alumnos

-¿A qué hora vendrá el resto?

-Mmm… vendrán como media hora después…

-Hola, ¿Dónde conseguiste tu antorcha? está muy bonita

-Gracias, la tuya tampoco está nada mal

Ya pasando como 45 minutos, llegan la mayoría con sus respectivas antorchas, la mayoría elaboradas por su propia creatividad, mientras que otras fueron compradas de improviso, pero que a pesar de sus grandes diferencias todas se relacionaban por los vistosos colores que cada una de ellas llevaba.

La marcha inicio cuando los estudiantes elevaron todos juntos sus antorchas, para iluminar el lúgubre cielo de aquella noche, sin olvidar que algunos lo hacían por broma.

El paseo de antorchas parecía como cualquier otra de los años pasados, hasta que comenzó un problema, problema que pudo ser muy peligroso sino se hubiese tomado medidas para retenerla.

-¡Ahh…! ¡Se quema mi antorcha!- grito desesperadamente un alumno

-Tranquilo, yo te ayudo-dijo su compañero más cercano

El muchacho toma con ambas manos el palo que sujeta la antorcha con llamas, aventándola intrépidamente al suelo, para después aproximarse a ella por medio de un brinco, que causa la destrucción absoluta de dicha antorcha dando como resultado la extinción de toda llama de fuego.

-¡Mi antorcha…! ¡La estás malogrando! - dijo el propietario de la antorcha ya destrozada.

A la mitad del camino se escuchaban quejidos y alaridos por parte de los estudiantes, quienes provocarán la flojera y el cansancio en el resto de sus compañeros, quienes no dudaron en conformar a aquel grupito de perezosos.

Mientras unos cuantos intentaban escabullirse de aquella cansada caminata, otro a su vez, hacia lo mismo pero este a diferencia de esos adolescentes, este huía por haber robado en alguna de las tiendas de las cuadras que ya había dejado atrás nuestro paseo de antorchas, intentando mezclarse con la oscuridad de la noche, para no ser visto por los pocos policías que escoltaban aquel desfile.

Pero nuestro atontado “amigo” se tropieza con uno de nuestros docentes, este pensando que lo habían descubierto, toma cartas en el asunto, huyendo a toda prisa del escenario ocupado por los colegiales, dejando a cada uno de los espectadores boquiabiertos, quienes olvidaron rápidamente aquel incidente.

Cambiando de tema… notamos las caras aburridas de nuestros estudiantes, quienes dejaron de elevar sus antorchas, mientras que otros ya las llevan apagadas.

Pero, sólo a un alumno se le puede ver llevando su antorcha, la cual esta bien elevada, su cara no demuestra desánimo, más bien la expresión de ella lleva una enorme sonrisa, la cual continuaba en su rostro a pesar de todas las frases que le brindaban sus compañeros:

-Ya no sigas.

Pero él les respondió con mucha determinación por parte suya:

-No me importa, yo seguiré teniendo mi antorcha en pie, por mi colegio.

Esta declaración hizo que algunos de sus compañeros recapacitaran, revistiéndose de un poco de la determinación que su compañero poseía, levantando nuevamente sus antorchas, produciendo en otros, que se

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