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Análisis de los diversos aspectos naturales y antrópicas de riesgo

osbalDocumentos de Investigación20 de Octubre de 2013

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UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA

DIRECCIÓN GENERAL ACADÉMICA

PROGRAMA DE FORMACIÓN DE GRADO

GESTIÓN SOCIAL DEL DESARROLLO LOCAL

UNIDAD CURRICULAR

ORGANIZACIÓN Y PARTICIPACIÓN SOCIAL PARA LA GESTIÓN DE RIESGO Y ADMINISTRACIÓN DE DESASTRE

PROGRAMA DE FORMACIÓN: Gestión Social del Desarrollo Local.

NOMBRE DE LA UNIDAD CURRICULAR: Organización y participación social para la gestión de riesgo y administración de desastre

AREA DE ESPECIALIZACIÓN DE LA UNIDAD CURRICULAR: Eje Político e Ideológico

UNIDADES DE CREDITOS:

REQUISITO:

HORAS/SEMANA: 3 por 19 semanas, total 57 horas

ELABORADO POR:

UNIDAD CURRICULAR: ORGANIZACIÓN Y PARTICIPACIÓN SOCIAL PARA LA GESTIÓN DE RIESGO Y ADMINISTRACIÓN DE DESASTRE

PRESENTACIÓN

Los fenómenos naturales han causado grandes peligros que han alterado al ambiente, pudiendo mencionar entre los más recientes: el huracán Katrina en New Orleáns – USA (2005), los terremotos de México (1986), Costa Rica (1995), Kobe (1995), Armenia (1999), Turquía (1999), la catástrofe ocurrida en el Estado Vargas – Venezuela (1999), entre otros, trayendo mucho de ellos miles de muertos, heridos, colapso de los servicios básicos y viales, lo cual ha originado problemas sociales, económicos y sanitarios a sus habitantes, así como escasa productividad.

En el caso específico de Venezuela, a lo largo de su historia ha sufrido el impacto de terremotos, incendios forestales y grandes inundaciones. Sin embargo, no se ha creado una cultura del desastre que permita a las comunidades, internalizar todas aquellas medidas dirigidas a mitigar cualquier evento futuro que pudiera percibirse como de alto riesgo para la población y sus bienes materiales. Los desastres ocasionados por fuerzas de la naturaleza, por el ser humano o por las características tecnológicas de una sociedad, se consideran como acontecimientos repentinos, en la mayoría de los casos que ocasionan lesiones, acarrean enfermedades a un número considerable de personas y, a su vez, producen pérdidas materiales significativas.

De acuerdo a lo antes descrito, podría afirmarse que desde los años 1999 hasta el 2005, han ocurrido dos grandes eventos que sensibilizaron en su momento a la población venezolana sobre la necesidad de estar preparada para enfrentar las diferentes emergencias, éstos son: el deslave ocurrido en el Estado Vargas y otros Estados del resto del país el 15 de Diciembre de 1999, en el cual perdieron la vida miles de venezolanos, mientras que otros quedaron damnificados. De igual manera, las fuertes precipitaciones en el mes de febrero del presente año, dejaron pérdidas materiales y humanas altamente significativas, especialmente en el mencionado Estado Vargas y en los Estados Andinos (Táchira y Mérida específicamente).

Estos hechos no han sido aprovechados con la amplitud deseable en programas de investigación y divulgación ciudadana, lo cual ha traído como consecuencia que la población o comunidad tienda a olvidarlos, dificultándose así, la creación a corto y mediano plazo de una verdadera conciencia sobre los riesgos que afectan a la sociedad venezolana.

I.-JUSTIFICACIÓN

Los desastres como tema de investigación ganan cada día mayor interés en el medio académico, principalmente en el amplio conjunto disciplinario de las ciencias sociales.

Es por ello que esta unidad curricular, se inicia con una fase introductoria en el ámbito de riesgo y desastre, para posteriormente abordar los graves y complejos problemas vinculados al desastre, la vulnerabilidad, amenaza y riesgo, desde una perspectiva holística, es decir, desde la óptica social del ser humano que habita y desarrolla su vida cotidiana y, expresa su mundo de vida en esta realidad, por tanto, se ha asumido un enfoque multidimensional que permita entender los problemas del riesgo y desastre.

Desde este PFG Gestión Social del Desarrollo Local de la UBV, se pretenden descifrar procesos humanos (sociales, económicos, demográficos, culturales y espaciales) que consideren situaciones de riesgo y vulnerabilidad, en los distintos estratos sociales. Varias décadas de experiencia en el estudio de los desastres, han confirmado que ya no son los fenómenos físicos en sí mismos y el estudio de sus variaciones y evolución, los más relevantes para explicar el aumento de situaciones consideradas como desastres, sino que dado el comportamiento de la naturaleza, no registra un aumento en el número de sus fenómenos peligrosos potencialmente más destructivos, al menos no en la proporción en que la cantidad y variedad del daño ha aumentado.

Es importante destacar, que un evento natural o antrópico que haya impactado a considerables sectores de la sociedad, constituye una demostración significativa para la persona o comunidad de que su modo de vida cotidiano y su percepción sobre los desastres, se han vuelto repentinamente inadecuados; incapaces de dar respuestas y protección ante una situación atípica que afecta profundamente a la población. Por tanto, el costo de ignorar las variables geográficas, ha sido significativo por la falta de prevención e incapacidad de respuesta a los terremotos, inundaciones y otros desastres, criterios inadecuados para las inversiones en infraestructura de transporte y comunicaciones y; el desarrollo desordenado de zonas rurales y urbanas. Estos eventos adversos que afectan a una sociedad, la cual presenta niveles de vulnerabilidad que facilitan los efectos destructivos de los mismos, generan demandas, muchas de las cuales son pocos usuales y requieren respuestas inmediatas, por ejemplo, demanda de aviso y alerta frente al desastre, preparación previa para afrontar los efectos del evento, rescate de las víctimas, auxilio y socorro de los heridos, asistencia a los damnificados, demanda y restauración de los servicios comunitarios y, otras que tienen relación con la protección contra las amenazas continuas, motivadas por los efectos del desastre.

Al observar que uno de los países de América Latina, como es el caso de Venezuela, esté expuesta a sufrir desastres causados por fenómenos naturales en la actualidad, es una desventaja que se ha estado agravando cada día mas, debido al cambio de los factores climáticos, mala calidad de la vivienda e infraestructura y; construcción de éstas últimas en terrenos inestables, degradación ambiental y ausencia de estrategias eficientes en mitigación de riesgos. Por ello, resulta importante que adquieran significación los componentes culturales, por ser los que condicionan y establecen los patrones de comportamiento e interacciones entre una población y otra, así como el medio ambiente que las rodea.

La complejidad de los desastres, desde el punto de vista de su incidencia en los sectores de la población, hace imperativa que los ciudadanos descubran la existencia de una serie de normas y procedimientos, así como también conductas que faciliten la mitigación de los efectos nocivos que tienen estos eventos a nivel personal y social, es decir, podría percatarse de que es necesario sustituir prácticas y comportamientos por otros que ofrezcan mayores garantías, seguridad personal y comunitaria. La experiencia internacional ha demostrado que se pueden sustituir conductas inadecuadas, ante las contingencias a las cuales está sometida la población.

Actualmente, se está creando una cultura del riesgo, que en vez de generar vulnerabilidades, permita construir condiciones de vida más seguras, sin embargo, para lograr esto se requiere un esfuerzo sostenido de sensibilización de las comunidades ante los riesgos y, esto se logra, a través de programas permanentes de educación ciudadana que permitan configurar actitudes realmente estables frente a las diversas emergencias; esto se logrará a través de talleres en y con la comunidad desde el primer módulo de esta unidad curricular. Con esto se busca configurar en la población, el convencimiento de que la mitigación de las emergencias ocasionadas por desastres de origen natural o antrópico, no es sólo tarea de los organismos gubernamentales y cuerpos privados especializados en el área, sino también depende de la participación directa de la población organizada y de su modo de actuar frente a las diversas emergencias que puedan afectar a la comunidad y, por ende, a los hogares venezolanos.

En la actualidad se estima que las consecuencias después del evento, se presentan cuando se determinan pérdida de vidas humanas o un alto número de víctimas, deterioro en la salud o en los servicios sanitarios y perturbaciones en la vida económica, en una amplitud tal, que justifica la movilización de ayudas desde el exterior de la comunidad a las zonas afectadas. Esta interrupción que ocasionan los desastres, incide en los cambios que se producen en el ámbito familiar, en la salud mental de la población, en el desplazamiento físico y las actividades económicas. En consecuencia, la magnitud de la desgracia causada por un desastre o catástrofe, dependerá de las precauciones que la sociedad haya tomado ante cualquier contingencia, sobre la preparación de la población y personal especializado en la atención del desastre y de la reducción sobre los niveles de vulnerabilidad de la sociedad en cuestión.

En muchas oportunidades y como parte de una política de Estado en materia de seguridad ante desastres, se destinan parte de los recursos para abordar los aspectos técnicos que puedan producir algunos eventos

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