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Carta Encíclica Sobre La Autoridad Política


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2013  •  1.117 Palabras (5 Páginas)  •  437 Visitas

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Carta Encíclica

Sobre la Autoridad Política

● La prolongada y terrible guerra declarada contra la autoridad divina de la Iglesia ha puesto en peligro universal a la sociedad humana, y a la autoridad política.

Es tan grande la licencia, que no solamente se ha negado muchas veces a los gobernantes la obediencia, sino que aún siquiera les ha quedado un refugio seguro de salvación.

● Estos grandes peligros públicos causan grave preocupación el ver en peligro la seguridad de los príncipes, la tranquilidad de los Estados y la salvación de los pueblos.

La virtud divina de la religión cristiana engendró los fundamentos de la estabilidad y el orden de los Estados, porque los preceptos y ejemplos de Cristo poseen una fuerza admirable para contener en su deber tanto a los que obedecen como a los que mandan, y para conservar entre unos y otros las unión y el concierto de voluntades.

Doctrina Católica sobre el origen de la Autoridad

● La necesidad obliga a que haya algunos que manden en toda reunión o comunidad de hombres, para que la sociedad no desaparezca.

Aún no ha logrado destruirse la autoridad política de los Estados, pero se la está dañando profundamente, principalmente por las novedosas opiniones del siglo XVI; a partir de aquel tiempo, la sociedad pretendió no sólo que se le diese una libertad más amplia de lo justo, sino que también quiso modelar a su arbitrio el origen y constitución de la sociedad civil de los hombres.

Siguiendo la huella de esos llamados “filósofos”, hoy se dice que todo el poder viene del pueblo; la misma voluntad popular que entregó el poder también puede revocarlo.

Por el contrario, la doctrina católica pone a Dios como un principio natural y necesario del origen del poder político.

● En lo referente al origen del poder político, la Iglesia enseña rectamente que el poder viene de Dios; así lo encuentra la Iglesia atestiguado en las Sagradas Escrituras y el Antiguo Testamento (que la fuente verdadera de la autoridad humana está en Dios).

Sin embargo, los hombres que recibieron estas enseñanzas del mismo Dios, fueron paulatinamente olvidándolas a causa del paganismo supersticioso, adulterando la idea genuina y la hermosura de la autoridad política.

● Es la naturaleza misma, con mayor exactitud Dios, autor de la Naturaleza, quien manda que los hombres vivan en sociedad civil. No puede existiré ni concebirse una sociedad en la que no haya alguien que rija y una las voluntades de cada individuo, para que de muchos se haga una unidad y las impulse dentro de un recto orden hacia el bien común.

Los gobernantes, con cuya autoridad es administrada la república, deben obligar a los ciudadanos a la obediencia, de tal manera que no obedecerles constituya un pecado manifiesto.

●Los que pretenden colocar el origen de la sociedad civil en el libre consentimietno de los hombres, afirman que cada hombre cedió algo de su propio derecho y que voluntariamente se entregó al poder de aquel a quien había correspondido la suma total de aquellos derechos.

Sin embargo, los hombres no constituyen una especie solitaria y errante; los hombres gozan de libre voluntad, pero han nacido para formar una comunidad natural.

El pacto que predican los contractualistas es una ficción inventada, ya que la autoridad sólo tendrá majestad y fundamento universal si se reconoce que proviene de Dios.

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