Carta abierta al maltrato infantil

Carta abierta a mis padres maltratadores.

Gorda, tonto, inútil, tarado, feo, asquerosa, podre diablo, maricon, estorbo …  ¡no! no he terminado contigo, eres una basura, no sirves para nada, nunca llegaras a sobresalir, estas destinado a fracasar.

¿Te parece ofensivo lo que acabas de oir?, ¿Es acaso insultante?, ¿Te sentiste herido? deberían reprenderme,  ¿Verdad que si?, ¡deberían detenerme!, Si, alguien debería hacerlo, ¡por favor!

Buenas tardes, mi nombre es ________________________ soy alumn@ de la escuela ________________________, tengo ___ años y a mi corta edad ya se distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, por eso hoy me atrevo a hablarles, a exponerles mi desacuerdo, hablo por todos los niños que en su momento han sufrido maltrato en su hogar y no cuentan con la voz ni la fuerza para denunciarlo.

Si bien es probable que tú, como adulto te hayas familiarizado con las palabras y frases que anteriormente mencione, tal vez creciste con ellas y en tus oídos no resuenan como en los míos, tal vez esas palabras las escuchaste endulzadas y acompañadas con un “es por tu bien”, o  “lo digo porque te quiero”.

Tal vez hace 40, 30 incluso hace 20 años, eran la forma funcional y practica de llegar al alma y lograr un cambio, pero temo decirte que ahora no lo son.  

Y que cada vez que llego a casa para compartirte mi día, lo último que deseo escuchar de ti es un “cállate, estoy viendo la tele”.

Que cuando tengo desacuerdos con mis hermanos, y me llego a frustrar, tengo que limpiar mis lagrimas y ocultar mis sentimientos por temor a que me grites una vez más que “solo sirvo para darte problemas” o me reprendas, con una bofetada, sin antes escucharme.

Que preferiría me explicases, con paciencia, el cómo debo hacer tal o cual cosa, antes de que me grites ¡apártate, eres un inútil!.

Que yo no elegí mi cuerpo, que lamento no ser como a ti te gustaría que fuera y que me hieres al compararme con los demás o al burlarte de mi aspecto físico.

Me gustaría hacerte saber que me esfuerzo diariamente y busco tu aprobación, de una y de todas las formas, intento agradarte a la vista, levantar mis cosas, ayudar en la casa, jugar menos.

Y en la escuela, sólo quiero obtener un motivo para que te sientas, siquiera, un poquito orgullos_  de mi: leer más rápido, tratar de comprender mejor las cosas, memorizar las multiplicaciones, incluso hacer más redondita la letra.  

Pero eso no basta, no importa siquiera, pareciese que no notas mis esfuerzos, y vuelven a resonar en mi todas tus palabras.

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