Colombia y la Educación

Colombia y su educación.

Quise que la gente viera

que la enseñanza es como la vida,

literalmente.

Frank Mccourt

Colombia es, tristemente, aún en los albores del siglo XXI, una sociedad plagada de rancios moralismos y entorpecedoras religiones.

Las luchas diarias de la nación en pro de un desarrollo cultural y económico, se ven truncadas en reiteradas ocasiones a causa de las imposiciones  del clientelismo político y la fácil solución de la religión.

Aprovechando el recurrente sin sentido de la vida, las sectas religiosas y el autoritarismo político; suman bueyes en masa, para su yunta.  

A través de los medios de comunicación los sujetos de este país nos vemos arrastrados a los extremos. Paulatinamente, nos van modelando hasta hacernos entes sectarios y ampliamente ilusos.

Un ejemplo claro de esto nos lo da la pasada, pero no lejana, “preparación a la guerra” propuesta por los tiranos de turno, entre las tres hermanas “tricolor”. En este suceso los medios comunicativos saturaron nuestras naciones con patriotismos baratos y “vientos de guerra”, que hicieron sentir a más de uno “superior” y “digno” de agredir a su hermano latinoamericano.

Lo anterior podría tomarse como un hecho aislado y, posiblemente lo sea, sin embargo es difícil borrar el sinsabor que deja en una situación así.

Y me pregunto, ¿Acaso Frank McCourt, en el Limerick de los años 30 y 40, no vivió una infancia, casi o igual de turbulenta, a la de muchos niños latinoamericanos? Tal vez sí. Y si es así, entonces ¿Qué imposibilita el surgimiento de una legión de “Franks McCourts”, en Colombia? Tal vez nada.

Los maestros en la actualidad Colombiana, se han visto obligados a homogenizar el conocimiento. La exigencia por parte del gobierno de una mayor cobertura con menos recursos, ha hecho que gran parte de la labor docente, sea simplemente una bacante más en un país de desempleados.

Son pocos los maestros en Colombia que forman en sus clases, ciudadanos críticos, con buen discernimiento artístico, político, social, científico y religioso.

Y la culpa de esto no es enteramente del maestro. La ley 115, promulgada el 8 de febrero de 1994, es la regente de la educación básica, en ella, entre otras normativas, se exhorta a la familia como piedra angular de la formación de los educandos.

La familia es, análogamente, la célula de la sociedad; en ella se dan las directrices primarias del sujeto social. Imaginemos una Colombia hipotética, en la cual los medios masivos de comunicación, las entidades de orden nacional, departamental y municipal, las ONGs, los actores bélicos, políticos y religiosos, entre otros, tendieran todos sus esfuerzos únicamente a la masificación del conocimiento y la cultura. En dicha Colombia “quimérica”, en cada una de las familias se evidenciaría una formación del educando paralela (acaso superior) a la de las instituciones destinadas para este fin.

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