Con Miedo No Hay Solucion
robertocanas20 de Julio de 2012
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Con miedo no hay solución al problema de la delincuencia
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro expresó en el Foro sobre legalidad democrática, ética, derechos humanos y seguridad realizado recientemente en la República Mexicana que hay que eliminar el miedo en la sociedad porque éste “es un mal compañero para la solución” del problema de la delincuencia. “El miedo paraliza y oscurece la razón. Enmudece a la gente e inhibe la acción”.
Las palabras del rector de la casa de estudios mexicana tienen también validez para nuestro país. Aquí en El Salvador a dos años de la masacre de la quema del microbús en Mejicanos los vecinos tienen temor y en general en la sociedad salvadoreña el miedo a la delincuencia es generalizado. Hay que sacudirse el miedo para hacerle frente a la violencia y la delincuencia; ya no es tiempo para la indiferencia, la apatía, y el silencio. Debemos de tener claridad que el crimen gana cuando la sociedad no participa y se vuelve indiferente, y la delincuencia gana cuando la sociedad tiene miedo.
Para ser prósperos en su ilegalidad, los delincuentes imponen dos estrategias que les permiten actuar con comodidad: la violencia y el miedo. Donde estas estrategias, funcionan atemorizan y silencian a la ciudadanía, son exitosas y los delincuentes empiezan a expandir su criminalidad. En una sociedad dominada por el miedo, el ciudadano no confía en las autoridades, considera un riesgo personal alertar a la policía, y prefiere protegerse con su propio silencio.
Eduardo Galeano describe en un poema los miedos el poema se llama “Miedo global” que dice: “es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones y miedo a la policía. Miedo a la puerta sin cerradura”.
El listado de los temores que hoy debemos enfrentar los salvadoreños es grande tememos que la crisis económica se profundice, que la vulnerabilidad ambiental nos lleve al desastre, pero entre todos los temores el miedo a la delincuencia es el más democrático y perseverante: democrático porque afecta a todos los ciudadanos sin exclusión y, persistente porque una vez instalado, tiende a permanecer aunque según el gobierno el número de homicidios haya disminuido.
Los salvadoreños somos víctimas del miedo, la zozobra y la incertidumbre, porque nadie sabe en qué momento, en qué lugar y en qué circunstancia pueden ser objetivo de la delincuencia; no existen plenas garantías para los habitantes de mantenimiento de la paz y el orden público. Hay que decirlo claramente los niveles de violencia y criminalidad no se han reducido ni el miedo tampoco.
Vivimos con miedo a que nos roben el carro nos arrebaten el celular en la calle; que un extraño nos asalte en un bus; que alguien entre a la casa cuando no hay nadie; y también a ser maltratados o golpeados por un soldado o policía.
Por temor a la delincuencia, se instalan cerraduras adicionales en las puertas, se colocan barrotes, alarmas en las casas o negocios; se contrata vigilancia privada; se ponen plumas a la entrada de las colonias para controlar y restringir el paso de los automóviles. Pero todo esto no alcanza para vencer el miedo a la delincuencia se necesita contar con una política pública específica que lo enfrente.
Debemos recuperar nuestro derecho a vivir sin miedo, los individuos que viven con miedo al delito sufren más problemas de salud. Para empezar a conseguirlo hay que enfrentar a los que han hecho del miedo a la delincuencia un negocio: El miedo a la delincuencia es un negocio económico y político. Hay muchas empresas: que sin miedo no harían negocios. Mientras más sensación de inseguridad haya, más amplio el campo de los negocios para el sector de la seguridad privada y esto no puede continuar pues no solo los delincuentes viven de
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