Corrupcion y futbol
chudinhoDocumentos de Investigación5 de Mayo de 2018
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La triste historia de un Central en decadencia: ¿Cuánto daño se le puede provocar a un club en 10 años?
La lucha del club rosarino contra la corrupción y al mismo tiempo la desazón deportiva que esto fue generando. El testimonio del presidente Speciale y de gente que trabajó en el club, tanto entrenadores como dirigentes.
El Club Atlético Rosario Central actualmente milita en la segunda división del fútbol argentino tras sufrir el descenso de primera el 23 de mayo de 2010. El 14 de junio de 2001, el “canalla” se enfrentaba al Cruz Azul por un lugar en la final de la Copa Libertadores. Ese mismo día pero diez años más tarde, pierde ante Aldosivi siendo obligado a permanecer un año más en la B Nacional. ¿Cómo puede variar tanto la historia de un club en tan sólo una década?
Rosario Central comenzó su gran traspié hace varios años atrás tras sumar malas temporadas que le significaron un bajo promedio, causa por la cual debió jugar dos promociones consecutivas con equipos del Nacional B, consiguiendo salvarse de la primera ante Belgrano de Córdoba pero no con la misma suerte en la siguiente frente a All Boys.
Pero hace diez años atrás el club no era el mismo, participaba por copas internacionales y luchaba por el título nacional casi todas las temporadas.
Esta realidad no es producto de la casualidad, sino de las grandes irregularidades institucionales que se fueron gestando. En todo este tiempo se sucedieron presidentes, deudas, denuncias internas, el copamiento de inferiores, la compra de terrenos sin el dinero para pagarlos, elecciones de dudosa legitimidad, técnicos, jugadores, etc.
La precariedad dirigencial que generó estos hechos, y la mala o falta
de resolución de los mismos, generaron una inestabilidad que derivó inevitablemente en el mal desempeño futbolístico. Con esta historia y el resistir en la cuerda floja durante varios años, ¿cómo no se iba a ir al descenso Central?
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Desolación en los jugadores de Central tras el descenso de categoría
Rumbo al infierno parte 1: Presidencia de Scarabino
En agosto del 2003, Víctor J. Vesco, quien actualmente era el presidente del club, decidió no presentarse para las próximas elecciones. De esta manera, su sucesor sería más tarde Pablo Scarabino al consagrarse vencedor en las votaciones electorales. Esa etapa marcaría el final de la carrera de Vesco como dirigente de la institución, y también el comienzo de uno de los peores ciclos tanto institucionales como futbolísticos para el club.
Pero los errores no comenzaron a cometerse aquí, sino que los problemas ya se encontraban presentes en el club, pero serían pésimamente resueltos, o mejor dicho, empeorados.
Cuando Scarabino asumió se encontró con 23 pedidos de quiebra y más de 60 juicios que Central no podía afrontar de ninguna forma. Con ese panorama, la única salida fue la Convocatoria de Acreedores. Pero tras la auditoría contable se supo que Central había realizado operaciones de dinero con más de 50 empresas, que habían sido hipotecados los derechos de TV y que se habían vendido los derechos económicos de gran parte de las divisiones inferiores.
Al mismo tiempo, la Justicia detectó irregularidades en los pases de Luciano Figueroa y César Delgado, por quienes el club no recibió ni un solo peso. La dirigencia de Central, por la falta de capital, saldaba las deudas que contraía con el porcentaje de jugadores. Pero para demostrar claramente lo que se vivía en esos tiempos en el club, cabe destacar uno de los hechos más insólitos en el fútbol. No sólo se pagaba a las empresas o a los clubes con jugadores, sino que los propios jugadores ¡pasaban a ser dueños de alguna parte de sus compañeros! A Ezequiel González una deuda hacia él, le fue saldada con el 27 por ciento de los derechos económicos de Paulo Ferrari. Una vergüenza.
En sus primeros pasos, Scarabino no dudó en criticar la gestión anterior y, a su vez, presentó una denuncia penal contra la gestión de Vesco.
Sin embargo, su primera presidencia fue prácticamente un fantasma institucional. Con 300 mil pesos de déficit mensual y atrasos de hasta cuatro meses en los sueldos de los jugadores, Central recurrió a la ayuda de un grupo inversor. En medio de la crisis, la presidencia alzó sospechas de fraude electoral, por lo que se realizaron nuevamente elecciones. El resultado fue la reelección de Pablo Scarabino.
A fines de 2006, y con el club totalmente desaliñado y casi en la quiebra, Scarabino decidió alejarse de los problemas y se tomó 90 días de licencia. En su lugar asumió el vicepresidente Juan Dalbes. Cuando los tres meses se cumplieron, la comisión directiva resolvió extender a un año la licencia del, en ese momento, ex presidente canalla.
A su vuelta en agosto de 2007, Scarabino denunció la desaparición del libro de actas y de un pagaré por 6 millones de pesos utilizado por River para pagar parte de los pases de Juan Ojeda, Cristian Villagra y Marco Ruben. El documento, indispensable para hacer frente a la difícil situación financiera del club, se cree que fue utilizado por los directivos para saldar deudas. Con una gran incógnita al respecto, Sacarabino declaró: "No sabemos dónde está el documento ni la plata. Por ahora es un gran misterio y la única certeza que tenemos son las deudas".
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Conferencia de Pablo Scarabino
Por esta causa, cuatro directivos de Central (el secretario Gonzalo Estévez, el vicepresidente segundo Juan Dalbes, el tesorero Mauricio Salvo, el vicepresidente primero Marcelo Gastaldi) y el abogado del club, Juan José Ubieta, quedaron muy comprometidos por malversación de fondos. Además de la desaparición del pago de los jugadores previamente mencionados, también hacían figurar pagos a acreedores ficticios o tomaban préstamos que no volvían a la tesorería, con el fin de extraer dinero que le correspondía al club.
Por su parte, los imputados negaron los cargos, y Estévez salió a declarar: “De ninguna manera defraudé al club para beneficio propio ni para beneficio de terceros, no solo yo sino ninguno de mis compañeros de comisión directiva".
La crisis económica es mucho más agravante si se tiene en cuenta que, además de la falta del dinero del pagaré, se suma la imposibilidad de utilizar los derechos de la televisión por una embarcación por 6 millones de pesos.
Más allá de los inconvenientes que presentó el club anteriormente, quedó prácticamente demostrado por qué el comienzo de la decadencia de Central comenzó con esta presidencia. El mal accionar dirigencial, supo dejar a una gran institución con un pasivo de más de 17 millones de pesos, sumado al inmejorable presente futbolístico que de a poco fue generando, resaltan lo dicho anteriormente.
Por la deuda que presentaba el club, y las irregularidades vigentes todavía sin resolver, el juzgado ordenó la intervención total del mismo y convocó a elecciones.
Rumbo al infierno parte 2: Presidencia de Usandizaga
Con un horizonte negro y sumergido en un mar de malos resultados, en el 2007 se llevaron a cabo las elecciones que había dispuesto el juzgado.
El 11 de noviembre del mismo, la agrupación “Mística Canalla”, encabezada por Horacio Usandizaga, logró imponerse con el 63 por ciento de los votos, superando incluso a la suma de los votos obtenidos por sus dos contrincantes. La gente demostró la confianza que le tenía a la nueva comisión para salir de este momento. Error garrafal.
Al asumir Usandizaga como presidente, el club se encontraba inmerso en una profunda crisis institucional y deportiva, sufrida por el gran desmanejo producto de las gestiones anteriores. Un panorama más que complicado el que debía enfrentar.
En lo deportivo, Rosario Central se encontraba ubicado en la última posición del campeonato, presentando además un bajo promedio por las temporadas pasadas, por lo que corría serios riesgos de descender a la segunda categoría. En esa temporada, el quipo logró finalmente una buena campaña de 27 puntos en el Torneo Clausura, y de esta manera logró alejarse de los puestos de Promoción y se aseguró la permanencia en la Primera División por un año más. Más allá de este logro, el entrenador en ese momento, Leonardo Madelón, no seguiría más en su cargo por no llegar a un acuerdo sobre el futuro proyecto futbolístico del club con el presidente. Por esta cuestión, las críticas hacia el mandatario por parte de la gente comenzaron a ser cada vez más fuertes.
En cuanto a lo institucional, las ventas de Tomás Costa al Porto (Portugal) y de Cristian Álvarez al Español (España), mas la liberación de los fondos cautivos debido a la intervención judicial del club, lograron un gran alivio financiero.
De esta manera, la comisión directiva decidió comprar el predio perteneciente al club Real Arroyo Seco en las cercanías de la ciudad, por un monto de 16 millones de pesos. Este lugar sería utilizado para la concentración y entrenamiento del primer equipo, y para algunos partidos de la reserva o divisiones inferiores. Prácticamente innecesario si se tiene en cuenta que ya se contaba con la Ciudad Deportiva de Granadero Baigorria, y que esa plata podía ser destinada a mejorar el plantel y sacar a Central de la situación en que estaba.
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