Critica

Punto de no retorno

El día martes 11 de Agosto de 2015, la ciudad de Bogotá se paralizo ante la muerte de un niño de tan solo 14 años muerto a causa de una intoxicación por ingerir una peligrosa mezcla de sustancias entre las que esta la marihuana, polvo de extintor, pegante y thinner (diluyente de pintura). El reporte oficial muestra que la victima de este acto no estaba solo, sino que acompañado por otros 20 jóvenes de su misma aula (Primero de bachillerato) ingerían desde tiempo atrás, sustancias alucinógenas, principalmente la Marihuana. Aparentemente, el joven que falleció luego de fumar marihuana fuera del aula, entro al salón, absorbió el polvo del extintor y al cabo de unos segundos se desvaneció en el suelo sin ningún signo vital. Fue llevado en un vehículo particular hasta un centro de salud al que llego sin signos vitales. El informe presentado por testigos, estudiantes y padres de familia cuenta que lo que los estudiantes inhalaban era una mezcla de varias sustancias, una proveniente del extintor y otra sería una alucinógena que se disolvía en gaseosa y agua. ¿Por qué lo hizo? ¿Fue un accidente? ¿Quién tuvo la culpa?

Los informes de drogadicción en adolescencia en Colombia, muestran que el 62% de la población consumidora de marihuana la conforman las personas de entre 12 y 24 años. Casi veintiocho mil jóvenes han consumido y continúan consumiendo éxtasis, por lo fácil que resulta conseguirlo. Y finalmente se considera que más de noventa y dos mil adolescentes están en condición de consumo de marihuana, cocaína y bazuco. Cifras realmente preocupantes a mi parecer y resurge la cuestión de: ¿Qué los lleva a consumir? ¿Fue un accidente? ¿Las condiciones lo sustentan?

Cada persona elige como quiere formar su vida, como va a vivir su juventud y su vejez y demás, por lo que el asumir la responsabilidad vital de cada persona está en la adolescencia, básicamente. Inevitablemente, cada acción que se haga en el periodo de la juventud, va configurar la esencia de cada uno y finalmente, definirá el criterio propio. Podemos dividir la población entre los que quieren un futuro prometedor y los que viven por vivir. Entre la población que quiere un futuro prometedor encontramos esos emprendedores que no se esconden entre las típicas frases de: “las condiciones no me lo permiten”, “soy así porque me tocó” y demás excusas para llegar a la necesidad de una satisfacción momentánea, como lo son las drogas. Y entre los que viven por vivir, encontramos los que huyen del esfuerzo, del sacrificio y que se esconden de la vida en las excusas. Naturalmente, los jóvenes somos hormonales, cansones, insoportables, indecisos, etc. Y por eso mismo nos es tan difícil tomar decisiones vitales. No entiendo hasta qué punto, un joven –de cualquier edad, estrato, etc.- necesite realmente el consumo sustancias psicoactivas para sentirse feliz, para llenar su vida de un material perjudicial, hasta llegar a la adicción y la dependencia total sobre algo que no podrá controlar. Si nos pusiéramos a buscar causas de “¿Por qué lo hacen?” llegaríamos a una conclusión tan heterogénea –pues cada quien dirá porque lo hace- que podríamos decir que no hay una razón específica, que en otras palabras se resume en: no hay razón para hacerlo. Como lo mencionaba antes, nadie puede refugiarse verdaderamente en las condiciones en las que les tocó vivir, pues si realmente quisieran llegar a ser felices y a olvidar lo que ocurre en su vida, deberían encaminarse a avanzar, a buscar los medios para no quedarse en lo mismo toda la vida y no caer en la adicción.

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