Despedida A Un Maestro
yarumivanessa28 de Septiembre de 2014
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Aunque les estoy dirigiendo estas palabras como Director de la Escuela, no puedo evitar, o para ser más sincero, no quiero desaprovechar la ocasión para exteriorizar los pensamientos personales que su compañía me evocan y que, por otro lado, confío en que suscriban la mayoría de los compañeros aquí presentes.
Ante maestros como Uds que han consagrado su vida a la enseñanza, lo primero que me viene a la mente es la idea del enorme respeto que me inspiran, un respeto que siempre he sentido por los docentes, no solo porque mis padres se encargaron de inculcármelo desde pequeño, sino por el propio convencimiento que me otorga mi condición de profesor.
El mero hecho de dedicar toda una dilatada trayectoria vital a una profesión, cualquiera que sea, ya es algo digno de encomio, pero si además esta ocupación es la de maestro, la admiración se engrandece. Utilizo la palabra maestro porque es así como me gusta llamarles, un término felizmente recuperado más profundo y emotivo que el de profesor. Maestros son los que dejan huella y supongo que ustedes la han dejado. Siempre resulta gratificante escuchar a personas de cierta edad que rememoran con cariño a sus maestros, o casi mejor, a su maestro, uno, el que nunca olvida. Los tiempos han evolucionado, hay que reconocer que el alumno actual de Enseñanza Primaria a lo largo de su escolarización pasa por las manos y el oficio de muchos profesores, lo que teniendo sus innegables ventajas también comporta algún inconveniente, entre otros la pérdida de la figura del maestro por antonomasia, aquel don o doña que tanto influyó en otras generaciones.
Evidentemente el tiempo no se detiene y no debe detenerse, anclarse en el pasado es sinónimo de estancamiento de falta de progreso. Pero quienes creemos más en la Educación que en la Enseñanza, echamos en falta la pérdida de esos lazos imperecederos que unían a maestros y discípulos, aunque reconozcamos por obvio que la preparación en cuanto a conocimientos es mucho mejor en la actualidad que en tiempos pretéritos.
Nadie mejor que ustedes para comprender la evolución de la enseñanza en las últimas décadas y su incontestable mejoría. Envueltos en la nostalgia, muchos recuerdos podrían transmitir a las nuevas generaciones de maestros. No creo equivocarme al presuponer su peregrinaje inicial por pueblos, aldeas, tal vez escuelas unitarias con dotaciones materiales escasas, pero con una ilusión y un entusiasmo propio de quien comienza que ayudaba a superar todos los obstáculos. EL devenir del tiempo, los cambios sociales y políticos que subyacen en todas las reformas educativas, les ha permitido vivir en forma de protagonistas de las grandes transformaciones que en el terreno educativo se han operado en España. En la actualidad se avanza con firmeza hacia una enseñanza cada vez más fecunda en conocimientos, en tecnología, en recursos materiales, pero ¿se avanza al mismo ritmo en valores?. Es de justicia reconocer el impulso que desde las autoridades educativas se está dando a la formación en valores, probablemente por la toma de conciencia del deterioro que se está produciendo.
Ustedes ya han cumplido con sus obligaciones, ya han prestado a la sociedad el servicio que les exigía, pero los que todavía seguimos en el campo de la educación y queremos contribuir a una sociedad más justa, más libre, más solidaria, tenemos mucho que aportar, debemos en esforzarnos en recuperar y actualizar la escala de valores. Queda un largo trecho por recorrer y lo hacemos con responsabilidad y entrega o seremos cómplices de una sociedad cada vez más deshumanizada.
Confío, por otro lado, que la jubilación recién adquirida, ese merecido descanso después de tantos años en las aulas se convierta en una etapa de sosiego, de mayor libertad para dedicarse a personas o aspectos que el trabajo cotidiano impidió realizar con la intensidad
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