Despedida A Una Docente Por Su Jubilacion

Les estoy dirigiendo estas palabras como una representante más del cuerpo docente, para exteriorizar los pensamientos de la mayoría de los compañeros aquí presentes.

Ante docentes como Alicia Farfán que ha consagrado su vida a esta institución, conjuntamente con Adriana García Trapanni, Lilia Ramírez, Silvina Cativiela, María Luisa Ríos, Julia Cohen, Consuelo Nikolín, María Inés Portela, Alicia Schiaffino, por mencionar sólo algunos de los que han pasado por las aulas desde los comienzos del Instituto hasta los últimos años, lo primero que me viene a la mente es la idea del enorme respeto por lo que han dado a la escuela, por el mero hecho de dedicar toda a ella una dilatada trayectoria, y cuando menciono respeto me refiero a la honestidad y a la elocuencia de la palabra con su accionar.

Dentro de ese grupo, hoy está María Teresa Olmedo. Revisando su trayectoria vemos distintas aristas:

Como profesora la vimos intentar todo para esforzarse en mejorar su práctica cotidiana y transmitir sus conocimientos, pero a la vez dejar una ventana abierta para poder escuchar y comprender, y ante una dificultad responder , con voz sabia y mesurada, con el calor humano que la caracteriza. Pero también supo crear un ambiente colectivo lleno de reglas que sólo tienen sentido profundo si eso ayuda a que los alumnos aprendan a controlar sus propias pasiones, impulsos, deseos y necesidades.

Como compañera sólo con su mirada rompe el desosiego que podemos tener ante distintas incertidumbres cotidianas, por eso ella sabe respirar el mismo aire que cualquiera de nosotros con aciertos o discrepancias pero siempre con transparencia y humildad, con respeto mutuo, con la aceptación y valoración del otro por el solo hecho de considerarlo un par.

Como directiva estableció bases para el diálogo, herramienta fundamental para el entendimiento en las grandes cuestiones que regentean la vida en común. Porque supo estar de un lado y del otro, porque transitó el aula y de acuerdo a su basta experiencia no utilizó expresiones irreconciliables y radicales sino que con templanza y moderación supo poner un muro de contención ante las diversas situaciones, pudo decir te comprendo sin dejar de lado el concientizar al otro sobre su debilidad. Utilizó el diálogo como una excelente “herramienta metodológica” para aprender a pensar. Así pudimos comprender la expresión “ser auténtico” donde implica tener firmeza y coherencia interna; “ser prudente” donde en muchos momentos, sabia que es mejor esperar para evaluar una situación.

Ella es como un efecto dominó: una ficha se inclina y empuja al resto pero siempre para el lado positivo, una persona generosa que ha llegado a aceptarse ella misma como el blanco de los demás, pero que también ha tenido la capacidad de relajarse y distenderse creando un clima de trabajo afable y armonioso, donde

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