Dimensiones de la ciudadanía
Carlos9243Apuntes28 de Marzo de 2024
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Dimensiones de la ciudadanía
- Definiciones
- El concepto de ciudadanía está compuesto por tres elementos o dimensiones principales (Kymlicka y Norman, 2000; Carens, 2000). La primera es la ciudadanía como estatus legal, definida por derechos civiles, políticos y sociales. Aquí, el ciudadano es la persona legalmente libre para actuar según la ley y con el derecho a reclamar la protección de la ley. Esto no implica necesariamente que el ciudadano participe en la formulación de la ley, ni requiere que los derechos sean uniformes entre los ciudadanos. El segundo considera a los ciudadanos específicamente como agentes políticos, participando activamente en las instituciones políticas de una sociedad. El tercero se refiere a la ciudadanía como membresía en una comunidad política que proporciona una fuente distinta de identidad.
De muchas maneras, la dimensión de identidad es la menos directa de las tres. Los autores tienden a incluir bajo este encabezado muchas cosas diferentes relacionadas con la identidad, tanto individual como colectiva, e integración social. Se podría argumentar que esto es inevitable ya que el sentido subjetivo de pertenencia de los ciudadanos, a veces llamado la dimensión "psicológica" de la ciudadanía (Carens, 2000, 166), afecta necesariamente la fuerza de la identidad colectiva de la comunidad política. Si suficientes ciudadanos muestran un sólido sentido de pertenencia a la misma comunidad política, obviamente se fortalece la cohesión social. Sin embargo, dado que muchos otros factores pueden obstaculizarlo o fomentarlo, la integración social debería ser vista como un objetivo importante (o problema) que la ciudadanía busca lograr (o resolver), en lugar de ser uno de sus elementos. Como veremos, una prueba crucial para cualquier concepción de ciudadanía es si se puede decir que contribuye a la integración social.
Las relaciones entre las tres dimensiones son complejas: los derechos que disfruta un ciudadano definirán en parte el rango de actividades políticas disponibles mientras explican cómo la ciudadanía puede ser una fuente de identidad al fortalecer su sentido de autorespeto (Rawls, 1972, 544). Una identidad cívica fuerte puede motivar a los ciudadanos a participar activamente en la vida política de su sociedad. El hecho de que grupos distintos dentro de un estado no compartan el mismo sentido de identidad hacia su comunidad política (o comunidades) puede ser una razón para argumentar a favor de una asignación diferenciada de derechos (Carens, 2000, 168–173).
Las diferencias entre las concepciones de la ciudadanía se centran en cuatro desacuerdos: sobre la definición precisa de cada elemento (legal, político e identidad); sobre su importancia relativa; sobre las relaciones causales y/o conceptuales entre ellos; sobre los estándares normativos apropiados.
1.2 Dos modelos de ciudadanía: republicano y liberal
Las discusiones sobre la ciudadanía generalmente tienen como punto de referencia uno de dos modelos: el republicano o el liberal. Las fuentes del modelo republicano se pueden encontrar en los escritos de autores como Aristóteles, Tácito, Cicerón, Maquiavelo, Harrington y Rousseau, y en experiencias históricas distintas: desde la democracia ateniense y la Roma republicana hasta las ciudades-estado italianas y los consejos de trabajadores.
El principio clave del modelo republicano es el autogobierno cívico, encarnado en instituciones y prácticas clásicas como la rotación de cargos, que sustenta la caracterización de Aristóteles del ciudadano como alguien capaz de gobernar y ser gobernado a su vez. Los ciudadanos son, ante todo, "quienes comparten la ocupación de cargos" (Aristóteles Política, 1275a8). El autogobierno cívico también está en el corazón del proyecto de Rousseau en el Contrato Social: es su coautoría de las leyes a través de la voluntad general lo que hace a los ciudadanos libres y a las leyes legítimas. La participación activa en procesos de deliberación y toma de decisiones asegura que los individuos sean ciudadanos, no súbditos. En esencia, el modelo republicano enfatiza la segunda dimensión de la ciudadanía, la del agente político.
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