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ENSAYO LA CEGUERA-JOSÉ SARAMAGO

dperezgol1014 de Mayo de 2014

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LA VIRTUD DESGARRADA

Vivimos en un mundo que se nos plantea complejo, por decir lo menos, plagado de inquietudes y cuestionamientos respecto a nuestra presencia, tanto corporal como mística.

De allí que la percepción diaria, se subyugue a una contextualización regida, mayoritariamente, por un sentido progresista y más aun consumista. No digo que ambas actitudes y posturas sean erradas ni innecesarias, mas bien las considero exageradas y descontroladas. Considerando que nosotros, criaturas virtuosas, estamos en la capacidad y obligación de sentir y sorprendernos con lo dado.

Planteo este párrafo introductorio, en relación a los que nos ofrece el Ensayo Sobre la Ceguera de José Saramago, personalmente, un llamado a la conciencia existencial, al sentimiento activo.

Interactuar nunca ha sido tan cotidiano y aburrido como en estos tiempos, donde el sentido de pertenencia social y terrenal es cada vez más difuso, o más bien innecesario, si se quiere.

No sé hasta que punto el letargo de una vida sin fundamentos, ni objetivos, más que de los de un sistema organizativo, limite el verdadero propósito humano, no solo individual sino también colectivo.

Y es tanto así, que incluso el defecto más poderoso y mundano sobresale, incluso en los momentos donde debería pregonar el sentido social, la hermandad.

No quiero sonar patético ni aferrado a visiones inútilmente humanistas, pero en realidad siento que la vida no es activa.

La obra de Saramago es clave para detallar dicha patologías, propias del ser humano mundano y consumido por el consumismo, que ha decidido para siempre sumergirse en la soledad mercantilista.

Quizá la ceguera no se deba interpretar estrictamente como un proceso de deficiencia fisiológica, es decir ¿cuál es la necesidad de sentenciar y justificar la falta de luz solamente a un proceso biológico o congénito? ¿Por qué no retroalimentamos el sentido y encaramos realmente la verdadera ceguera? ¿Tanto miedo hay de devolvernos al mundo primigenio?

Una ceguera social e individual nos ha marginado de lo necesario, y nos ha hecho pregonar y luchar por acontecimientos y necesidades superfluas, de innecesario alcance.

Es allí donde me cuestiono, si en realidad, cuando escucho que alguien está ciego, deba llegar a inferir que no necesariamente es el proceso fisiológico el que mata al hombre y sus expectativas, sino más bien la ceguera de los ojos abiertos, de los ojos que ven pero mienten y se cierran.

Saramago, si bien recurre a mostrar una ceguera de carácter físico, el sentido de la misma, es de carácter fundamentalmente actitudinal, mitológico. No busca retratar el dolor de personas ciegas de los ojos, sino más bien de personas ciegas de alma, incapaces de corregir su camino.

A veces hace falta cerrar por un momento los ojos, para encontrarnos con nuestro verdadero yo y con nuestra sentida existencia. Es doloroso pensar, que éste sea el único medio para volver a la luz, volver al resplandor.

Mi objetivo con estos pensamientos no es el de un anunciador de la “verdad”, ni la de un denunciador de la incoherencia de estos tiempos, simplemente quiero hacer hincapié, en los principios inmutables que rigen el planeta, y que por mucho que se los quiera desgarrar y adecuar, siempre resultan ser inequívocos.

Quizá sea pertinente, dada la rapidez de los tiempos, someternos, al igual que la obra de Saramago, a un sosiego que nos quite lo enajenados y corrompidos y nos devuelva a la vida exacta.

Sabemos que la ceguera es la realidad, si es así, probemos entonces con una ceguera intencional.

BIBLIOGRAFÍA: SARAMAGO José, Ensayo sobre la Ceguera; 1995, Alfaguara, España.

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