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Economía Social Y Solidaridad


Enviado por   •  20 de Octubre de 2013  •  2.562 Palabras (11 Páginas)  •  440 Visitas

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Unidad 1: Economía social y solidaridad

1•1 Conceptualización: Economía social o el tercer sector una polémica necesaria.

La sociedad civil está adquiriendo una creciente relevancia como interlocutor sociopolítico ante la opinión pública y ante las instituciones políticas y económicas. Identificadas las organizaciones integrantes de la sociedad civil como Tercer Sector, por situarse entre el Estado y el mercado como un «tercer» productor de bienestar social, su peso en la prestación de servicios sociales es creciente. Sobre todo ante las transformaciones que está sufriendo el Estado de Bienestar. En este contexto, existen diferentes posiciones ideológicas sobre el papel que debe jugar el Tercer Sector y son variadas las estrategias seguidas en su seno por los diferentes actores sociales que lo integran.

Palabras clave: tercer sector, sociedad civil, Estado de Bienestar.

Una aproximación al debate en torno al tercer sector

Normalmente al Tercer Sector se le define más por lo que le diferencia o le asemeja a los otros dos sectores, el Estado y el mercado, que por sus atributos específicos.

Si bien las entidades englobadas en el Tercer Sector comparten con las empresas la condición de organizaciones privadas y con el Estado el interés por cuestiones públicas relacionadas con el bienestar social, su característica de organizaciones no lucrativas les distancia de las empresas y su condición de no gubernamentales les separa del Estado. Además, deben tenerse en cuenta otra serie de consideraciones de tipo valorativo tales como deberse a finalidades y motivaciones de carácter altruista y de búsqueda del bien común. Aunque no siempre la misión o las prácticas de las entidades del tercer sector están encaminadas hacia el interés general, pueden defender intereses particulares de colectivos o grupos, lo cierto es que la percepción social predominante les atribuye estar orientadas hacia el bien común y portar una significativa carga ideológica en sus acciones.

Otros rasgos definitorios del Tercer Sector son: estar organizado, ser autogobernado (independiente) y de libre afiliación o adhesión voluntaria.

Sin embargo, no resulta tan sencillo separar al Tercer Sector del mercado y del Estado, como si fuera una esfera independiente, pues en incontables ocasiones entra en competición con las empresas en la provisión de bienes y servicios a la sociedad y en no menos ocasiones es un actor fundamental en el desarrollo de muchas políticas sociales impulsadas por el Estado. Amén de su excesiva dependencia de la financiación pública.

El principal problema que comporta el término Tercer Sector es su tremenda heterogeneidad, pues hace las veces de cajón de sastre incluyéndose en él todas aquellas organizaciones no consideradas como empresas o como entidades públicas. De tal suerte que algunos estudios ubican dentro del Tercer Sector la siguiente variedad de entidades: asociaciones, fundaciones, entidades singulares, cooperativas, sociedades laborales, mutualidades y cajas de ahorros. A los efectos del presente artículo nos centraremos principalmente en las entidades que realizan actividades de interés general, prestan servicios sociales y están orientadas hacia el bien común, y que comúnmente son denominadas por la opinión pública como ONG.

1•2 Lo social como objeto de la economía en su función de servir y ser útil.

La Revolución Bolivariana desarrolla la concepción de un estado inclusivo para los más pobres, los simples, las mayorías de venezolanos y venezolanas quienes durante siglos fueron parias en su propia patria. Las dinámicas de inclusión obligan a la revisión y reconfiguración paradigmática, operacional, discursiva y de diálogo, de la relación entre gobierno y ciudadanos.

Dinámicas estas que adquieren especial significación a la luz de la emergencia social heredada del viejo modelo político, ante la aspiración de derrotar su más nefasta expresión: la pobreza.

La economía clásica cimienta sus desarrollos conceptuales y operativos sobre unas concepciones de pobreza, desarrollo, felicidad, bienestar, libertad y progreso, que tienen como punto de partida la aspiración y acceso al beneficio de la acumulación de capital y el equilibrio fiscal, mediante mercancías, objetos y elementos que demuestren riqueza, expresada en la posesión de bienes de consumo; bienes y servicios que suelen ser valorados como indicadores ciertos de logro.

En contraposición, desde la economía social se procura avanzar en la revisión de estos determinismos, a partir de la crítica a los conceptos de pobreza y riqueza que históricamente orientaron el discurso político y las temáticas de gestión desde los referentes gubernamentales.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

(CRBV, 1999), desarrolla la idea de la riqueza colectiva en oposición a las nociones de acumulación de bienes, competitividad y darwinismo social, que en muchos casos sirven de sustento teórico para justificar la pobreza de un sector de la población.

Respetando la diversidad de expectativas y modos de vida, la revolución Bolivariana apuesta por las posibilidades de acción equilibrantes e inclusivas del Estado. Si bien desde el lenguaje constitucional se impulsan claras orientaciones para el desarrollo de un modelo económico solidario, autogestionario y de profundo anclaje local, para alcanzar este objetivo se hace necesario construir, con carácter previo, claras líneas de gestión orientadas a la derrota del desarraigo cultural (en sus expresiones económicas, políticas y antropológicas) de gran parte de la población venezolana. Esfuerzo que parece asociarse a la noción bolivariana que busca vincular una nueva concepción de desarrollo local al modelo emergente de economía social.

Avanzar en la inserción social de los preceptos constitucionales en materia económica, implica el develamiento del tipo de

Estado que tenemos, sus protocolos y rutinas, formas de relacionarse con el ciudadano y de dialogar con la otredad ciudadana; para poder, de esta forma, acometer con la suficiente solidez y dinamismo la tarea de construcción de un nuevo tipo de Estado para un nuevo modelo político: la democracia participativa y protagónica.

De hecho, la CRBV (1999) refleja procesos de reflexiones y praxis sociales emergentes, a partir de las cuales es posible develar cómo detrás de las formas de vida, las nociones de pobreza, riqueza, desarrollo, progreso, triunfo y felicidad, se esconden formas de opresión o de liberación del ser humano que pasan

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