Educando Terroristas

Este comentario fue hecho a partir del artículo académico “¿Es la pobreza causante del terrorismo?”, que reposa en la base de datos Redalyc y fue publicado en la revista Foro Internacional volumen XLVI de El Colegio de México. Sus autores son Víctor Pavón-Villamayor y Jorge Velázquez Roa. El tema se centra en la pobreza y el terrorismo, su tesis es el vínculo prácticamente inexistente entre pobreza y terrorismo, su propósito es analizar un conjunto de estudios que abordan el tema desde una perspectiva político-económica, para desmitificar la relación entre pobreza y terrorismo, y su estructura se divide en cuatro partes: una encargada de desmitificar ese vínculo directo, la segunda estudia la relación del mismo con las libertades civiles, la tercera explora su dimensión ideológica y en la cuarta se exponen las conclusiones. El presente comentario se hizo con la finalidad de apoyar una de las conclusiones que plantean los autores: la relación directa entre las élites más educadas y el terrorismo. Además la ahondaré basándome en otros ensayos político-económicos que me permitan sustentar mi posición. Está estructurado en 3 partes: la primera es la presente introducción, en la segunda presento los argumentos que respaldan la posición de los autores, al tiempo que los explico, y en la tercera concluyo el tema analizando brevemente los puntos que se trataron en el texto.

Para apoyar la postura de los autores, es necesario respaldarme con el artículo de investigación titulado “EDUCACIÓN, POBREZA, VIOLENCIA POLÍTICA Y TERRORISMO: ¿Existe una conexión causal?”, al que también hacen referencia Pavón-Villamayor y Velázquez. Tomo como ejemplo entonces el argumento principal de la obra: “Es posible que los individuos bien educados puedan participar desproporcionadamente en grupos terroristas al pensar que asumirán posiciones de liderazgo si tienen éxito, o al identificarse más fuertemente con los objetivos de la organización terrorista que los individuos menos educados” (Krueger y Maleckova, 9). El argumento sólido en este caso es la mayor participación de las élites educadas con respecto a las de menor educación, teniendo en cuenta como primer objetivo el afán no solo de participar en, sino de dirigir las organizaciones terroristas. De este modo, la decisión de pertenecer a estos grupos se aleja de causas económicas, y se impulsa por un afán de mandato, y, por qué no, de poder.

En el mismo estudio también se menciona que “la gran mayoría de los individuos envueltos en actos terroristas son sumamente educados. Aproximadamente dos tercios de ellos, son personas con alguna formación universitaria, de pregrado o postgrado. Más de dos tercios de los terroristas arrestados «provienen de la clase media-alta»” (Russell y Miller ctd. En: Krueger y Maleckova, 32). Este punto es clave para mi postura, ya que queda explícitamente claro que aquellos que pertenecen

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