El día que se suspendió la Fiesta
Alejandra MelnikEnsayo27 de Septiembre de 2025
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El día que se suspendió la Fiesta. Escribir es un poco sumergirse en los más profundo de nuestros recuerdos, elegir algunos, despedazarlos, hacerlos atractivos, tratar de que el lector no se aburra y quede prendido al texto como recién nacido a la teta, como un jugador perdido ante una apuesta, como policía de los miércoles esperando a los jubilados con sus banderas y sus pasos no tan lentos. Bueno por ahí ninguno de estos ejemplos fueron adecuados, pero las cosas son así, tal vez sea de esta forma porque en mi preadolescencia , todos los estímulos externos de la época me marcaron a ser como soy, en resumidas cuentas , a ser como somos. Seguramente influyeron en mi vida los gritos de la superiora de un colegio religioso modo inquisidor, porque las alumnas hablaban mucho o las anécdotas de otra monja cuando con apenas ochos años teníamos que escuchar como a una sobrina de ella, el diablo la visitaba todas las noches. O cuando después de un cumpleaños o reunión te quedabas con quince o dieciséis años comentando con amigos en la vereda y no faltaba el policía que te decía “Circulen, circulen”. En plena dictadura nuestro destino fue circular en la nada. Nada de preguntas, nada de respuestas. ¿Por qué no existía historia, ni próceres, a partir de Irigoyen?¿ Por qué no me llegaban las crónicas de Arlt o los cuentos de Cortázar?. Podría recordar con detalles precisos, una tarde de sol, serían las quince horas, mi edad doce años, séptimo grado. A pesar de ser chicas, estábamos infantilmente politizadas, en el sentido que repetíamos sin miedo ni reparo lo que se decía en cada de nuestras casas. Les aseguro que la grieta infantil ya existía, en realidad los argentinos nacimos con grieta, pero no nos olvidemos que el creador del término es de la década del sesenta o sesenta y uno como yo. Esa tarde, discutimos sobre Perón. Estábamos divididas, por un lado la mayoría en contra y otras a favor; la discusión política estaba presente, con sólo doce años cada una traía la herencia social de la casa y peleábamos como los adultos. Peron habia muerto esa tarde, me sentía indefensa, Pensé que mi mamá seguramente vendría a buscarme. No me equivoqué fui la primera en irme. Me alegré porque a una de mis compañeras , la que más gritaba le avisaron que nadie podía llegar antes de la hora habitual. En mi familia mis viejos militaban gremialmente en el Sindicato de Foetra, la lista marrón de Julio Guillan, me llevaban con doce años a los Congresos, actos y casi todos los domingos al club de Telefónicos con los compañeros y compañeras del sindicato y sus familias a pasar el día. No puedo cuantificar los días, pero si la rutina, la liturgia como en las misas. Se preparaba la parrilla, se comía, muchas risas, después empezaba la guitarreada, los que cantaban se lucían con” Alfonsina y el mar”, “ Todas las manos todas” . Esas dos eran las obligatorias junto con la Marcha Peronista, después que un hombre simple, gordito, de estatura mediana, con sonrisa y mirada amplia nos hablaba a todos y todas, ese compañero se llamaba Julio Guillan y era imposible no escucharlo. Yo sentía cuando él relataba, que el corazón me latía tan fuerte que en cualquier momento podía romper mi pecho, una sensación de alegría y ganas de llorar, pero no de tristeza me invadía. Con mi familia, los sábados íbamos a comer afuera y a pasear. Mis viejos invitaban a mis primos , la situación económica era buena, En realidad no había gente en la calle durmiendo ,ni familias compartiendo como hogar la vereda. Todos hablábamos lo que queríamos, hasta que la muerte de Peron anticipó lo que se vendría, en pocos tiempo la dictadura llegó y mi sensación fue que nada bueno iba a pasar. Empecé la secundaria con la dictadura. Y sentía que poner el símbolo peronista de la V y la P, “Viva Peron". “Perón vuelve”. en los lugares que podía, resultaba mi mayor aventura. Fue cuando nos llevaron a la bolsa de comercio. Creo que tenía catorce años y en la sala estilo francés, con un espejo gigante, filetes dorados en el techo, sillas acolchadas con terciopelo rojo y en una mesa infinita nos hicieron sentar para darnos una charla y mientras no sé qué decían, con la birome en varias partes de la mesa brillosa marque la v y la p. Hoy pienso en el que lo descubrió y qué habrá pensado. Presumo que desapercibido no pasó lo bueno de esa época era que no había cámaras de seguridad Por lo menos ahí no se veía ninguna. Con mi primo poníamos la v con la p por todos lados que queríamos, nunca nadie se enteró, ni tampoco nosotros lo hacíamos con una intención política Yo creo que era algo más pasional, amoroso, porque en casa nosotros convivimos con Peron , Evita y la grieta. ¿Por qué quién no albergo un gorila en la familia? ¿Qué pasó cuando se silenciaron las risas y se escondieron los libros?. ¿Qué oscuridad hace tiempo nos dejó ciegos? No tengo dudas de que muchas de las conductas de hoy, son producto de esa época. Crecer viendo cómo la policía en una redada detenía amigos y como castigo los pelaban, se apropiaban de tu cuerpo, que dejaba de ser tuyo, para ser de ellos. ¿Podemos pensar que esos actos débiles comparados con el genocidio que se llevaba a cabo, perpetrados durante años no nos dejaron secuelas, heridas ? Desaparecer una memoria generacional. Maria Ester Sharp en un trabajo de Estela Schindel manifiesta: “que las secuelas del régimen autoritario subsistieron en los jóvenes en actitudes de desconfianza, escepticismo e intolerancia” Regresa lo reprimido “el pesimismo” prohibido por el regimen se manifestó como uno de los signos de los que eran jovenes en el 80. (Estela Schindel) Esas señales de odio, se ven presentes en el lenguaje de la época impuesto por lo militares de “Algo habrán hecho” “Los Argentinos somos Derechos y Humanos” “El silencio es Salud”, mientras que la juventud crea su propios modismos como “copado” “ te corto el rostro” “matar mil” , relacionado inconscientemente con copamiento, cortar, matar, lo que hizo la dictadura durante años. El furor de “Fiebre de sábado por la noche” promocionada por los medios oficiales y críticas, era el futuro perfecto que nos querían dar, Para muchos sirvió para encontrar un lugar en común y una pasión, aunque sea frívola por el baile, el manifestarse y lo colectivo estaba prohibido. Imposible comparar el 73, dónde las calles estallaron , todo lugar era bueno para reunirse, muchos no cerraban ni con llave las puertas, Desde lo comunitario se festejaba, desde la participación política hasta la participación de la murga del barrio, algo llamativo. En 1976,una de las cosas que primero se prohibieron fueron los carnavales. El recuerdo de las fiestas compartidas A mí me encantaba, ir a la casa de mi abuela porque era barrio, no existían los edificios y durante las fiestas después de brindar, todos salíamos a la calle, simplemente a compartir. Se armaban las mesitas en la vereda, el campeonato de cohetes, que el vecino agarraba el pedo más fuerte y alegre. Al cabo de un rato empezaba el intercambio de budines y sanguches de vitel tone. Este no era el único ámbito de reunión Los clubes eran un espacio presente, dónde convivían los jóvenes practicando algún deporte y los viejos jugando al ajedrez o al truco. Los más chicos y chicas encontraban el lugar perfecto para jugar y empezar a sumarse a alguna disciplina, todos estaban ahí. Desde la señora del bufet hasta el presidente del club conocían a los socios,La mayoría eran vecinos del barrio.Fines de semana se agregaban los bailes de secundaria para juntar fondos destinados al viaje de egresados De allí mismo salían las murgas producidas en carnaval, se preparaban todo el año y al golpe de los bombo, salían bailando, orgullosos de ser Barrio, con la cara pintada de colores y sudor. El barrio, la comunidad era alegría, por lo menos para mí, hasta que claramente alguien apagó la luz. ¿El miedo se fue o sigue escondido? ¿ Cómo nos cambió la vida a los Argentinos? ¿Qué nos dejó la dictadura? Según un estudio a raíz de una carta que Hebe Bonafini, Madre de Plaza de Mayo le escribe a la Asociacion de Psicólogos, hay que tener en cuenta que la dictadura tenía dos ejes a cumplir para implementar su proyecto
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