ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Elementos universales de la cultura

RM009Documentos de Investigación26 de Noviembre de 2017

2.551 Palabras (11 Páginas)339 Visitas

Página 1 de 11

Elementos universales de la cultura

  • Las Normas:  Conjunto de reglas o comportamientos impuestos a una sociedad.
  • Las costumbres: Formas de festejar o de socializar dependiendo del país.
  • Lenguajes: Forma de poder comunicarse, pero también incluye lenguaje de señal, símbolos, etc.
  • Símbolos o sistemas simbólicos:
  • Los valores: Aplicados en la sociedad y aprendidos desde infantes, ya que estos ayudan a formar parte de una sociedad sana.

Elementos para el Estudio de la Cultura

Ignacio Farías Hurtado

En Modernity at Large (1996: 46) Arjun Appadurai plantea a partir de tres metáforas los requisitos que una teoría antropológica debería cumplir para dar cuenta de los procesos culturales en un mundo globalizado:

  1. Las formas culturales, señala, deben comenzar a ser

pensadas en términos fractales, reemplazando la idea euclidiana de conjuntos con límites

y estructuras substancialmente definidas.

  1. Las múltiples similitudes y superposiciones de

estas formas fractales, añade, deberían observarse a su vez desde una perspectiva

politética. Además, sería necesario

  1. Reconocer, con herramientas analíticas similares a las

de la teoría del caos, cómo estas formas fractales se concretan en múltiples y diversas

interacciones humanas, y cómo a su vez forman un sistema estable, simple, aun cuando

opere con alta complejidad.

L as metáforas de Appadurai para una teoría de la cultura global sólo como metáforas, sin embargo, no es posible desdeñar su valor; pues deben tomarse como instrumentos para la búsqueda y para el señalamiento de un punto de partida nuevo para el desarrollo de una teoría científica de la

Cultura. Su valor parece encontrarse más en la indicación de aquello que un estudio de la cultura no debe presuponer, y es necesario empezar por ahí. En ese sentido pensar críticamente en la idea de la cultura como conjunto euclidiano entrega una pauta para rechazar todo enfoque que declare la cultura como un ‘algo’ que posee unas determinadas características, y en ese sentido resulta necesario distanciarse de definiciones como habitus, ethos, mundo de la vida, etc.

Pero tampoco se trata entonces de pensar en la cultura como un espacio de múltiples y diversas representaciones mentales independientes al acontecer del mundo. La cultura, poéticamente figurada como ‘conjunto politético estable de formas fractales fugaces’, encontraría en el espacio de la interacción, su umbral de emergencia.

Appadurai observa que una ruptura en la forma de la modernidad habría acontecido en algún momento entre los años 70 y 80. No se trata en su caso de una declaración del advenimiento de la pos-modernidad, sino más bien del señalamiento de una nueva etapa. En el caso de Appadurai, sin

embargo, el concepto clave no es tanto reflexividad como imaginación: “La imagen, lo

imaginado, el imaginario –son todos términos que nos dirigen a algo crítico y nuevo en los

procesos culturales globales: la imaginación como una práctica social”

Si es la observación del auge de la imaginación como práctica social clave en el mundo

contemporáneo lo que ha llevado a Appadurai a formular aquella metáfora de la cultura

que tanto nos gusta, resulta primero necesario clarificar a lo que con tal concepto refiere.

La característica principal que definiría la imaginación ya se ha señalado: constituye el

espacio a través del cual “los individuos y grupos buscan anexar lo global en sus propias

prácticas de lo moderno”. Se trata de un espacio de contestación, de reformulación de lo global a

partir de lo local. Su centralidad en la modernidad radicaría en que la imaginación pasa a

ser parte de la vida cotidiana, despegándose así de los límites definidos por los espacios

del mito, del rito y del arte. La imaginación debe ser distinguida respecto a la mera fantasía orientando la imaginación hacia el mundo y adquiriendo mayor relevancia en la medida que no opera simplemente a nivel individual, sino a nivel grupal.

Así la imaginación no remite directamente a un principio sociológico más amplio: la observación. De ésta es posible señalar lo mismo que Appadurai señala respecto a la imaginación. La observación constituye siempre una diferencia –como la diferencia local global-, que permite la reintroducción de la diferencia en el lado que se indica y que es el lado desde el cual se opera –como es ese anexamiento de lo global en lo local. toda comunicación tiene la forma de una observación. En ese sentido no debe sorprender el alto rendimiento que pueda alcanzar la imaginación en el mundo contemporáneo, pues constituye una forma específica de observación y de comunicación que evidentemente puede formar parte de la vida cotidiana y producir en gran medida lo social.

El objetivo central de esta primera parte puede entonces señalarse como el de realizar un

quiebre radical en la pregunta por la cultura. Sin embargo, aún cuando este giro implica una serie de dificultades derivadas de la aproximación a un nuevo lenguaje teórico, resulta sumamente necesario para repensar la especificidad de lo que indicamos cuando en ciencias sociales decimos ‘cultura’. Pero no se trata aquí de señalar un nuevo punto cero para las ciencias sociales e intentar echar por la borda la larga suma de reflexiones que debemos a nuestros antepasados. La segunda parte de este documento, ‘Cultura y Antropología’ tiene como objetivo mostrar hasta qué punto es posible integrar las múltiples aportaciones que nos entregan la tradición sociológica y antropológica a este nuevo lenguaje.

Las tesis que se indican en esta parte, ‘Cultura y Antropología’, apuntan a indicar dos tipos de fenómenos sociales como característicos de las operaciones de autobservación y heterobservación de la sociedad. La metáfora clave para pensar en tales fenómenos la tomamos de Durkheim y su concepto de ‘efervescencia colectiva’. Respecto a la heterobservación de la sociedad la metáfora clave la tomamos de Castoriadis y más específicamente de aquello que indica como ‘institución imaginaria de la sociedad’. Al igual que en el caso anterior las hipótesis refieren a la forma que esta institución (lo colectivo, lo superior, la nación, lo público) adquiriría en sociedades diferenciadas a partir de criterios distintos.

Se debe plantear, en primer lugar, que los conceptos de autodescripción y autobservación designan operaciones reales de los sistemas sociales. Por lo tanto la discusión teórica de este documento debe comprenderse como una revisión crítica de un marco de distinciones para observar sociológicamente fenómenos reales.

  1. La Autobservación Sistémica.

Habría que comenzar señalando que la autobservación sistémica constituye un proceso social continuo, inherente a la comunicación social. A juicio de Luhmann. La formula propuesta es clara: cada comunicación es, al mismo tiempo, una autobservación, Cada comunicación es una autobservación en la medida que en cada una de ellas se puede observar veladamente o no, “consciente o inconscientemente, temáticamente o no implica, simplemente, una operación que se establece de acuerdo a la identidad sistémica, que la pone en juego. De forma que con cada comunicación del sistema operaría, entonces, bajo su forma más rudimentaria, un procedimiento para la autobservación sistémica.

La autobservación sistémica debe comprenderse entonces como un proceso basal del sistema implicado desde la definición autorreferencial de los sistemas sociales, y que se presenta en cada evento comunicacional ligado a situaciones concretas.

El concepto de autodescripción designa el mecanismo por el cual los sistemas ordenan o coordinan ese continuo de autobservaciones, o comunicaciones.

La construcción de autodescripciones por parte de un sistema tiene por función compensar la limitación propia de todo sistema de ser, en el plano operacional, su propia unidad. Tal como señala Luhmann, la autodescripción opera “representando al sistema como diferencia respecto a su entorno y obteniendo según esa diferencia las informaciones y los puntos direccionales para la conducta de enlace”

Ahora bien, el particular ordenamiento de las formas de autodescripción social en un momento determinado de la historia de un sistema recibe el nombre de semántica. “Llamamos semántica a las premisas de sentido que merecen ser conservadas”

  1. La Autobservación de la Sociedad.

El concepto de sociedad que Luhmann propone constituye un quiebre muy importante dentro de las ciencias sociales. Pues al proponer como elemento constitutivo de la sociedad la comunicación, no sólo deja fuera la referencia a los seres humanos implícita en el concepto de acción, sino que también se distancia de las definiciones territoriales o regionales de la sociedad.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (17 Kb) pdf (422 Kb) docx (322 Kb)
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com