Estare Enfermo? O Que Me Paso?
daderte22 de Abril de 2014
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Concluimos ya. Todas las ideas fundamentales de la física moderna -relatividad, teoría
cuántica, cosmología- nacieron en el primer cuarto del siglo XX. La contribución de Einstein al
conjunto de esas ideas fue mayor que la de cualquier otro científico. Por ello -y debido a la
estructura social del mundo en el que le tocó vivir- poseyó un público como ningún otro
científico ha tenido nunca, y se solicitaron frecuentemente sus opiniones sobre religión,
filosofía, política y otros temas, opiniones que no fue remiso en emitir y, en ocasiones, de
modificar con el curso del tiempo. En el ámbito estrictamente familiar, Einstein dejó bastante
que desear, y ni siquiera su absoluta devoción y dedicación a la ciencia puede servir de excusa
para algunos aspectos de su comportamiento. En lo social, Einstein mostró una preocupación,
integridad e independencia fuera de lo común, pese a que tuvo que enfrentarse a situaciones y
disyuntivas de extremada gravedad, que casi nadie ha tenido que encarar. En ningún campo,
sin embargo, realizó ninguna aportación comparable a las que hizo en el de la física, a la que
dedicó lo mejor de su actividad. Así, sus ideas sobre la imperiosa necesidad de ‘un gobierno
mundial’ son, quizá, más propias de un espíritu utópico que de un conocedor de las sociedades humanas. Hubiera sido interesante conocer su opinión sobre el 1984 de George Orwell, quien
tenía una visión más sombría de los supergobiernos, si tuvo oportunidad de leerlo: 1984 se
publicó en 1949, sólo seis años antes de la muerte de Einstein. Resulta también extraño, y más
en un científico, que entre sus muchas consideraciones sobre la naturaleza humana no hubiera
ninguna alusión a las consecuencias que para esa naturaleza supone la evolución. De hecho, el
nombre de Darwin aparece mencionado en la recopilación Mis ideas y opiniones una sola vez,
creo, y marginalmente. Sin embargo, su lugar prominente en la historia está garantizado por
sus extraordinarias contribuciones a la ciencia y por ser, junto con Newton, uno de los dos
físicos más grandes que han existido. Por ello, si Einstein viviera hoy, contemplaría con
satisfacción cómo la física moderna ha realizado prometedores avances en el camino de la
teoría unificada y de la geometrización de la naturaleza que tanto buscó él, y cómo la teoría
cuántica, que nunca le convenció debido a su carácter probabilístico, está atravesando una
segunda revolución cuyo resultado final aún no es predecible. Cien años después de su Annus mirabilis y cincuenta después de su muerte, la ciencia
continúa explorando el universo de Einstein. Los grandes problemas que él no pudo resolver
determinan, todavía hoy, la frontera del conocimiento. Por ello, apenas entrados en un nuevo
siglo, y ante la creciente trivialización del conocimiento y la cultura, es conveniente recordar lo
que el propio Einstein afirmó en 1952 y que sin duda le es aplicable a él mismo: “sólo hay unas
cuantas personas ilustradas con una mente lúcida y un buen estilo en cada siglo. Lo que nos ha
quedado de su obra es uno de los tesoros más preciados de la humanidad... No hay nada mejor
para superar la presuntuosidad modernista”.
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