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Eutanasia

vanneli6 de Diciembre de 2014

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De acuerdo con su etimología, la eutanasia es una “muerte buena” y, según su sentido originario, expresa la dramática y humanitaria conducta de ayudar a morir apacible y dignamente a quien padece intensos sufrimientos.

Causar la muerte a una persona contra su voluntad, imponérsela, así sea con pena legal, es una acción inmoral e ilegítima en un Estado Democrático de Derecho, pero también lo es retardarle la muerte artificialmente, prolongando su agonía. Como se ve el tema es complejo y escabroso y da lugar a toda una gama de posturas, desde la más naturalista (Dios es el dueño de la vida y Él dispone cuándo se entra a ella y cuándo se sale), hasta la más tecnocrática: “el individuo gravemente enfermo, para quien la vida es un peso, puede decidir cuándo y cómo morir”.

La finalidad del presente trabajo es proporcionar una visión general y amplia de los problemas que se suscitan cuando se habla en la actualidad de Eutanasia. El derecho a la vida y el derecho a morir, con estudios fundamentados en las consideraciones medicas – salud, sociales del derecho, con asuntos importantes como el derecho a una vida digna, el derecho a morir dignamente, con una detallada descripción de la muerte desde varios puntos de vista y la Eutanasia.

Los desenlaces establecidos no sobrepasan el marco de la propuesta del reconocimiento del derecho a la vida, como el primero y el más importante de todos los derechos, es inalienable, irrenunciable e intransferible.

El reconocimiento de la eutanasia estrictamente voluntaria, perfectamente compatible con los principios médicos – salud, constitucionales y bioéticas. El criterio se basa en el respeto a la dignidad humana, tomándose en consideración todos los demás derechos protegidos por la Constitución, como la vida, prohibición de torturas, a la intimidad, el libre desarrollo de la personalidad, libertad de conciencia, de opinión y demás manifestaciones de los derechos humanos tal como se conciben no solo en el ordenamiento jurídico mexicano, sino en el ámbito internacional y cultural al que pertenecemos. También los principios bioéticos: principio de la dignidad humana, de la autonomía de la persona, de la no-maleficencia o no hacer daños, de beneficencia, de justicia y equidad y el juramento Hipocrático que estipula el que hacer medico – salud.

En la Eutanasia esto es especialmente patente y en tal sentido puede decirse que el que hacer se encuentra en una incómoda coyuntura: se requiere marcar el ordenamiento del deber hacer para que prevenga, establezca y decida, pero tales solicitudes parten de supuestos distintos y a veces contrapuestos, que hacen difícil la conciliación.

CONOCIMIENTO DEL TEMA

Historia y significado de la palabra Eutanasia.

En la cultura Greco- Romana “eutanasia” significa el hecho mismo del morir humano como morir bien, sin dolor. No se tiene en cuenta la ayuda al morir. Es sinónimo de deseo y petición: “Consiguió un final fácil y tal como siempre había deseado. Pues casi siempre al oír que alguien había muerto de una muerte rápida y sin tormento, pedía para sí y los suyos una eutanasia semejante jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo solicite. Se dejará morir a quienes no sean sanos de cuerpo”.

En la edad Media esta palabra tiene un significado, ascético- religioso. El cristianismo interpretó la muerte como un morir en el señor, la vida es de Dios. Cualquier intervención para destruirla, cambiarla, altera el orden de Dios. La cultura occidental creó las llamadas artes moriendi por la agonía (con su sentido agónico) y los sufrimientos, el enfermo se asemeja a Cristo y unido a él se purifica y se prepara la otra vida. “El morir bien es una entrega sin condiciones, una aceptación y un ofrecimiento”. En el Renacimiento (siglo XVI y XVII). Se aplica al morir en el sentido físico. La muerte es el último acto de la vida humana y es algo que pertenece al hombre. El concepto de eutanasia es consecuencia de la que se tiene sobre la vida, la salud, el ser humano.

La intervención del profesional de la salud es limitada “yo hice las curas, pero solamente Dios es dueño de la vida y de la muerte, de la curación y de la agonía, de la angustia y de la serenidad”. Para este periodo tenemos el primer significado médico de la “eutanasia”. Es en la utopía de Moro, y en uno de sus últimos libros. El diálogo del consuelo, donde aparece el concepto médico, moral y de persona humana en la eutanasia:

Ya dije que se esmeran en la atención a los enfermos. No escatiman nada que pueda contribuir a su curación. Trátese de medicina o alimentos. Consuelan a los enfermos incurables visitándolos con frecuencia, charlando con ellos, prestándoles, en fin toda clase de cuidados. Pero cuando a estos males incurables se añaden sufrimientos entonces, los magistrados y sacerdotes se presentan al enfermo para exhortarle. Siguiendo los consejos de los sacerdotes como intrépidos de la divinidad, realizan incluso una obra piadosa y santa. Los que se dejan convencer ponen fin a sus días, dejando de comer o se les da un soporífero, muriendo sin darse cuenta de ello. Pero no eliminan a nadie contra su voluntad, ni por ello le privan de los cuidados que le venían dispensando.

Este tipo de muerte se considera algo honorable pero, el que se quita la vida por motivos no aprobados por los sacerdotes y el senado- no es juzgado digno inhumano o incinerado. Se le arroja ignominiosamente a una ciénaga.

En el siglo XIX y XX. El significado médico- ético- jurídico- antropológico y social de la eutanasia, es un problema que preocupa a toda la comunidad, la cual adopta diversas actitudes entre el rechazo y la aceptación.

PRUEBAS, INFORMES Y ESTADISTICAS

La eutanasia: ritualizada, medicalizada, autonomizada.

Estas son las categorías con que, Diego Gracia aborda la historia de la eutanasia, en la obra de Javier Gafo “la eutanasia y el arte de morir”.

La eutanasia ritualizada.

La muerte no es ni ha sido un hecho ´´natural´´ simple y unívoco, sino un complejísimo fenómeno “cultural“. Es una creación del hombre. Esto se advierte muy bien al formular una pregunta tan simple como la de cuándo muere un ser humano. La única respuesta indudable es que el hombre está muerto cuando su cuerpo se descompone. La corrupción orgánica es el único signo cierto de muerte. Este hecho biológico nunca ha sido culturalmente asumible. Los seres humanos no pueden ver cómo se descomponen ante su presencia los cuerpos de las personas queridas. Esto explica que siempre se hayan buscado signos premonitorios de la descomposición orgánica. Desde muy antiguo se conocen como mínimo dos, con los nombres de “muerte cardiopulmonar“ y muerte “cerebral”. El primero, la ausencia de pulso y de respiración, ha sido utilizado por nuestra cultura para definir la muerte. Una persona está muerta cuando carece de pulso y de respiración espontánea.

Es “cultural” el hecho de morir. La hoy llamada unción de los enfermos aparece como un rito de paso de muerte o mejor, de eutanasia. Su objetivo es “ayudar a morir”, hacer posible una “buena muerte”. Este objetivo de ayudar a bien morir se lo han propuesto todas las culturas en sus ritos de paso tanatológicos, utilizando diversos medios: productos químicos (drogas, vinos, derivados del opio, etc.) para que los moribundos perdieran la conciencia y murieran en paz. Otras veces han utilizado venenos.

Todas las culturas se han visto obligadas a “ritualizar “el fenómeno de la muerte. Estos ritos han tenido siempre por objeto “humanizar” el proceso de morir evitando en lo posible el sufrimiento. A partir del nacimiento de la medicina en Grecia, desde ese momento va a ser el médico, la persona encargada de cumplir con esa misión.

La eutanasia medicalizada.

La medicina tiene por objeto luchar por la vida, defender la vida. Pero la medicina occidental ha sido desde sus orígenes una ciencia eutanásica; esta es la tesis de Diego Gracia y que demuestra a partir de los estudios sobre Platón, Averroes, Moro, Binding y Hoche. De ellos por ejemplo Averroes, uno de los máximos médicos de la edad media, es decidido partidario de la eutanasia, y considera que practicarla es función de los médicos de la ciudad. Platón expresa que la ciudad natural o perfecta ha de estar compuesta de hombres “sanos”. Los ciudadanos han de gozar de salud, dado que la salud es inseparable de la perfección. Por eso, en la ciudad ordenada los médicos no tienen cabida.

La eutanasia “autonomizada”.

El interés actual por la eutanasia se debe a que nuestra época ha introducido un nuevo factor en la reflexión sobre ese tema: la autonomía de los pacientes. Hasta la segunda guerra mundial, las prácticas eutanásicas se realizaron, por lo general sin el consentimiento de quienes la sufrían. En las tribus primitivas eran las normas consuetudinarias del grupo social o del clan familiar las que señalaban cuándo una persona debía desaparecer en beneficio de todas las otras. Las prácticas eutanásicas desde los albores de la cultura occidental, en la Grecia antigua, hasta la época Nazi, se basaron en motivos sociales, políticos, médicos, eugenésicos, etc., pero muy pocas veces tuvieron en cuenta la voluntad de los pacientes.

Vivimos en la época de los derechos humanos y, prácticamente, acaba de descubrir que entre estos, está el derecho a decidir- dentro de ciertos límites sobre las intervenciones que se realizan en el propio cuerpo, esto es, sobre la salud y la

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