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Globalizacion


Enviado por   •  26 de Enero de 2015  •  7.336 Palabras (30 Páginas)  •  187 Visitas

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GLOBALIZACIÓN

Un término difícil de definir pero que, en cualquier caso, está determinado por dos variables:

• Una se refiere a la globalización de carácter financiero que ha tenido lugar en el mundo al calor de dos fenómenos: los avances tecnológicos y la apertura de los mercados de capitales.

El Banco de Pagos Internacional ha estimado que las transacciones mundiales de dinero (en los distintos mercados de divisas) asciende a alrededor de 1,9 billones de dólares (cuatro veces el PIB español). Estos flujos de capitales han enriquecido y arruinado a muchos países, ya que la solvencia de sus divisas está en función de la entrada y salida de capitales. Y eso explica, en parte, crisis financieras como las de México, Rusia, o el sudeste asíático. De ahí que los movimientos contra la globalización hayan reivindicado el establecimiento de la llamada Tasa Tobin, que no es otra cosa que la creación de un impuesto que grave los movimientos de capitales.

La otra globalización, se trata de las transacciones de bienes y servicios que se realizan a nivel mundial.

En este caso, son los países pobres y los mayores productores de materias primas (que en muchos casos coinciden) los que reclaman apertura de fronteras, ya que tanto en Estados Unidos como en la UE existe un fuerte proteccionismo. Muchas ONG de las que se manifiestan contra la globalización quieren desarrollar el comercio, pero no los capitales.

¿Qué fue de la globalización?

Mientras el mundo espera cómo se desarrollará el conflicto iraquí, otros asuntos urgentes han desaparecido de la actualidad. ¿Alguien recuerda las agudas polémicas entre globalizadores y antiglobalizadores de hace apenas un año? ¿La pobreza como tema ha pasado de moda?

Era el tema del siglo: ¿cómo evitar una lucha de clases violenta entre los más pobres y los más ricos del mundo? ¿Entre 2.000 millones de personas que día tras día intentan sobrevivir en su lucha contra el hambre y la enfermedad y 500 millones de personas preocupadas esencialmente por la trama de su culebrón diario? En este momento, los ingresos del segundo grupo son unas 30 veces superiores a los del primer grupo. El problema es que esta diferencia no disminuye sino que crece.

Entre ambos grupos se sitúan unos 3.000 millones de personas que se beneficiaron de la globalización. Pueblos, esencialmente en Asia, que en una sola generación han superado la lucha diaria por una vivienda, una ropa y una comida. Son la prueba de que la globalización, el mercado libre y el libre comercio son la mejor vía -la única vía acreditada- para erradicar la pobreza.

Sin embargo, los 2.000 millones de personas más pobres muestran que el libre comercio y la globalización en sí no bastan. En la Unión Europea deberíamos saberlo. Desde la fundación de la Unión hemos contribuido a sacar a los nuevos estados miembros de la pobreza (y en esta década vamos a intentar hacerlo con toda Europa Central y del Este). Mediante el libre comercio, pero también mediante una intensa colaboración, mediante apoyo financiero y sobre todo mediante la participación de los pueblos implicados.

Dejemos pues de correr de una megaconferencia a otra en Monterrey, Roma o Johanesburgo. Dejemos pues, europeos y norteamericanos, de criticarnos y de discutir sobre lo que significa ser globalizador o antiglobalizador. Lo que necesitamos es un consenso sobre un mayor desarrollo, un consenso a favor de mayores esfuerzos tanto europeos como norteamericanos. También en nuestro propio interés.

El año pasado en Doha las negociaciones dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) dieron un giro prometedor hacia más libre comercio y más desarrollo. Pero no debemos esperar a la OMC: los europeos podemos incrementar nuestros propios esfuerzos.

Ya mismo podemos fomentar el libre comercio. La iniciativa europea Everything but Arms de febrero de 2001, en la que 48 de los países menos desarrollados obtuvieron acceso al mercado europeo libre de aranceles y cuotas, constituyó un paso importante. Sin embargo, ¿no es hipócrita que precisamente los productos agrícolas esenciales para muchos países en vías de desarrollo -plátanos, arroz y azúcar- hayan quedado en gran parte excluidos de ese libre acceso a nuestro mercado hasta los años 2006 y 2009?

¿No es significativo que cierto número de países en vías de desarrollo, cuyo nivel de ingresos apenas supera el de los países más pobres, haya quedado excluido de esta medida europea? ¿Y no es lamentable que hasta la fecha la iniciativa europea apenas haya sido seguida por otras grandes potencias comerciales? ¿Dónde está, por ejemplo, Estados Unidos, que parece distanciarse cada vez más de los problemas de la globalización y que recientemente introdujo aranceles de importación sobre el acero e incrementó las subvenciones a la agricultura y al sector textil?

Debemos hacer más. La agricultura es la clave. En los países en vías de desarrollo hasta el 70% de la gente vive de la agricultura.En el norte rico esta cifra casi nunca supera el 5%. Miles de millones de personas dependen de la agricultura para sobrevivir.A pesar de ello, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) siguen manejando tarifas arancelarias agrícolas del 40%. Precisamente, el 40% era la tarifa media para los bienes industriales a mediados del siglo pasado, cuando apenas existía el libre comercio. Ahora esa cifra apenas llega al 5%.

Pero hay más. Las subvenciones que antaño contribuyeron a que Europa pudiera solucionar su escasez alimentaria hoy expulsan de sus tierras a los campesinos en los países en vías de desarrollo.La producción de azúcar en Europa cuesta el doble que en Sudáfrica, pero es el azúcar europeo el que en el mercado local desbanca al azúcar nacional. La importación de leche en polvo europea en Jamaica hizo descender en los últimos cinco años la producción lechera local en una tercera parte. Los pescadores europeos reciben tantas ayudas que con sus flotas modernas son capaces de vaciar los caladeros cada vez más escasos en las costas africanas.

A pesar de las reformas, los campesinos y las explotaciones agrícolas europeos siguen recibiendo subvenciones para desplazar a sus competidores más pobres del mercado. Europa gasta cada año 120 millones de euros en cooperación al desarrollo en Sudáfrica.Sin embargo, debido al dumping del azúcar europeo en su mercado, el país pierde cada año más de 100 millones de euros de potenciales ingresos de exportación. Los europeos combatimos la pobreza con una mano, pero evitamos que desaparezca con la otra. Paliamos la pobreza, pero al mismo tiempo la mantenemos.

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