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LA ECONOMIA CHINA ESTADOUNIDENSE

0801278118 de Junio de 2012

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INTRODUCCION:

Los efectos de China sobre el mundo entero son tan imponentes y potencialmente explosivos que aunque resulte paradójico han sido difíciles de comprender para aquellos cuya responsabilidad era analizar la escena mundial. Esa fue al menos la impresión de los trabajadores y directivos de la fábrica de Harley-Davidson en Milwaukee cuando una terna compuesta por los representantes económicos más importantes de la administración de Bush fue a visitarlos a finales del verano 2003. La secretaria de trabajo Elaine Chao, el secretario del tesoro John Snow y el secretario de comercio Donald Evans llegaron en autobús para pregonar un repunte de la economía en una de las empresas emblemáticas del paisaje estadounidense. Supusieron que los “voraces” fabricantes, aquellos individualistas embutidos en cazadoras de cuero que aportan el estandarte de ser quien produce la última gran motocicleta de Estados Unidos, aplaudirían el canto a favor de la empresa que hacía la administración.

Pero la multitud demostró decididamente fría. Se aproximaba un frente frio procedente de China. Durante los 5 años anteriores Estados Unidos había perdido 2,9 millones de puestos de trabajo del sector manufacturero. Desde el año 2000 Wisconsin había perdido 90.000 puestos de trabajo o, lo que es lo mismo, uno de cada seis empleos fabriles. La mayoría de los trabajadores de Harley tenía una opinión muy clara de por qué había sucedido eso. Las empresas que habían surgido en los alrededores estaban desapareciendo por que los pedidos y los empleos se marchaban al exterior. Contrariada por el tema de China, la confusa Elaine Chao solo podía ofrecer que se garantizarían los puestos de trabajos de los soldados estadounidenses de la Guardia Nacional destinados en Irak cuando estos regresaran. En sus réplicas, John Snow parecía muy confundir la moneda China, y el yuan, con el yen Japonés. Un auditorio asombrado iba poniéndose más nervioso. Según manifestaban los oradores que tomaron la palabra entre el público asistente, China era el asunto más importante de sus vidas económicas, por delante de los impuestos, el déficit presupuestario o los costes de la guerra contra el terrorismo.

Según los que estaban allí reunidos, la forma en que el país compitiera con China determinaría si Wisconsin podría conservar la base productiva que tanto habían lucha por renovar. La gira de los secretarios les llevó por todo el Medio Oriente estadounidense haciendo decenas de paradas. En todo su territorio se encontraron con las mismas preguntas insidiosas cobre China y con multitudes cargas de ira y provistas de megáfonos. Entre los iracundos se hallaban trabajadores y directivos por igual, izquierdas y derechas. Quizá los que más se hacían escuchar eran, los votantes del bando republicano, los pequeños y medianos empresarios que luchaban bajo el peso del creciente poderío productivo del país más poblado del mundo.

Hoy en día la economía de China ya no coge desprevenidos a los líderes del gobierno. Ahora que están informados, nos queda todavía por ver qué deciden hacer, sobre todo porque las reacciones populares hacia China cambian con mucha rapidez, a menudo con función de las agendas políticas y económicas estadounidenses, en mutua competencia. En determinado momento China representara una amenaza, y al día siguiente es nuestra aliada.

Está absorbiendo puestos estadounidenses; es esencial para nuestra punta de competitividad. China alberga los talleres del mundo y constituye el mayor mercado en potencia del planeta.

“LO QUE SABÍAN LOS TRABAJADORES ESTADOUNIDENSES DE LA FÁBRICA DE MOTOCICLESTAS DE HARLEY. “

LA ECONOMIA CHINA – ESTADO UNIDENSE

Es fácil percibir los efectos del alcance global de china si uno lleva en su muñeca un reloj suizo flamantemente falsificado o disfruta de un nuevo reproductor chino de DVD en su hogar. Y en especial aquellos que han perdido o podrían perder sus puestos de trabajo en beneficio de las fábricas chinas sienten sin duda la presencia de China de un modo más acusado.

EN PRIMER LUGAR, LAS BUENAS NOTICIAS.

Pese por cualquier comercio de venta al por menos, examine los precios y las etiquetas que exhiben y quedará claro que China ahorra a los consumidores grandes sumas de dinero.

Afirma Hufbauer que desde tiempos inmemoriales la mayor parte de los negocios estadounidenses y japoneses se han mostrado reacios a trasladar sus procesos de producción a nuevos lugares, a menos que puedan ahorrar con el traslado entre 10 y un 20 porciento.

Si tenemos una cuenta que las manufacturas chinas que llegan a Estados Unidos ascienden a un valor de 150.000 millones de dólares y son por lo general artículos que antes procedían de algún otro lugar, la magnitud del ahorro empieza hacerse visible, otros 450.000 millones de dólares en artículos procedentes de empresas estadounidenses y japonesas con salarios altos que compiten con los productos de China. Todo esto suma, según afirma, casi un billón de dólares en artículos adicionales cuyos precios se ven impulsados a la baja por la competencia china. Incluso la estimación más conservadora de estos efectos resulta impresionante.

Según los cálculos de Hufbauer, si ese casi billón de dólares de comercio con otros países distintos de China representa para Estados Unidos un ahorro de entre un 3 y un 5 por ciento solo, en lugar del 20 por ciento que los chinos pueden hacerles alcanzar, los hogares estadounidenses disfrutan ya de los ahorros adicionales de al menos unos 500 dólares anuales.

PRECIO JUSTO

La presión a la baja ejercida por los fabricantes chinos se pone de manifiesto ahora que suben los precios de las materias primas. En el pasado, cuando las materias primas aumentaban de precio, su coste repercutía a toda prisa sobre los consumidores bienes acabados.

China contribuyó a acumular subidas en el coste del acero, el cobre, el aluminio, el niquel,los plásticos y casi cualquier otro artículo industrial importante en los años 2003 y 2004 los precios de los coches en los principales mercados cayeron.

Las disminuciones de los precios son impresionantes por sí solas, pero si tenemos en cuenta que el coste de la vida en Estados Unidos se elevó un 16 por ciento durante el mismo período, las caídas de los precios impuestas por los artículos procedentes de China proporcionaron un alivio particularmente bienvenido.

A medida que pase el tiempo China continuará ofreciendo a los estadounidenses más gangas, ya que la inmensa mayoría de las importaciones de Estados Unidos todavía proceden de países que pagan unos salarios relativamente elevados. Entretanto, la proporción de importaciones estadounidenses procedentes de los cincuenta y ocho países en los que las personas ganan una veintineva parte, o incluso menos, de lo que ganan los estadounidenses.

“la relación de países incluyen tan conflictivos como Haití, Congo y Nepal, aun que también otros lugares prometedores como la India e Indonesia. “

NO SIEMPRE EL PRECIO JUSTO.

¿Los precios que pagan los estadounidenses por los artículos chinos son más bajos posibles?

Por lo general sí, pero no necesariamente. Depende de lo que se esté vendiendo y de si ese sector industrial tiene éxito presionando al gobierno para que lo proteja.

“Uno de los grandes problemas de la especialización económica es que produce grupos de interés especial en la dinámica política, los líderes políticos suelen acabar representando a los proveedores que pueden donar grandes cantidades de dinero para sus campañas”. (Cox señala que cree que la política económica debería estar orientada en esencia a ofrecer buenos acuerdos a los consumidores.)

Los grupos de fabricantes presionan a los políticos porque sus sectores industriales han apostado muy fuerte en la política; pero en cualquier sector los intereses de un consumidor individual podrían representar solo unos cuantos dólares al año.

Es una cruel ironía del destino que entre ellos que más necesitan el ahorro que representa China se encuentren los que han perdido sus puestos de trabajo porque sus empleadores tenían que reducir costes y elevar la productividad para emular el precio chino, o por que trabajaban para empresas que ya no podían competir de ningún modo. “Wal-Mart es lo mejor que le haya sucedido jamás a la gente pobre”

En mi opinión, allá donde el consumidor es el rey, hasta las prácticas que las empresas estadounidenses califican habitualmente como “dumping” por parte de los fabricantes chinos, deberían considerarse un favor.

Y Cox se refiere al “dumping” como “tesoro”, los países cuyos sectores industriales se enfrentan a la competencia de China deben tomar decisiones muy duras que sopesen los intereses en competencia de los negocios y de los consumidores. Escoger en beneficio del consumidor exige depositar la fe en el mare mágnum económico que está convirtiendo ahora a China en un súper competidor.

Los economistas enseñan que sumándose al tumulto del libre mercado de las naciones se dan a sí misma la mejor oportunidad para la prosperidad. Pero la mayor parte del mundo continua sin vender en el capitalismo centrado del consumidor. Europa, Japón y los países en vías de desarrollo centran sus políticas económicas en gran medida a la protección de sus industrias, de sus trabajadores, o de ambas cosas, antes que en los intereses de los consumidores.

LAZOS QUE ATAN.

El desafío competitivo que plantea China no solo enfrenta, a los estadounidenses entre sí como compradores y trabajadores, sino también como inversores. Lou Dobbs, el influyente

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