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IMPLICACIONES ECONOMICAS EN LA ECONOMÍA ESTADOUNIDENSE RESPECTO A LA IMPLEMENTACION DE ARANCELES A LAS IMPORTACIONES PROVENIENTES DE CHINA


Enviado por   •  23 de Enero de 2022  •  Ensayos  •  1.847 Palabras (8 Páginas)  •  64 Visitas

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IMPLICACIONES ECONOMICAS EN LA ECONOMÍA ESTADOUNIDENSE RESPECTO A LA IMPLEMENTACION DE ARANCELES A LAS IMPORTACIONES PROVENIENTES DE CHINA

En noviembre del 2016, contra todo pronóstico, Donald Trump como representante del partido republicano se instaura en la silla de la oficina oval, posiblemente el puesto de poder más poderoso e influyente a nivel global. Por lo que desde que se tomó por sorpresa a la ciudadanía en general con la nueva presidencia, no es secreto que Estados Unidos ha pasado por un proceso de cambios radicales referente a las políticas implementadas en la nación, como la extrema dureza en el apartado inmigratorio, los pasos significativos respecto a la derogación de la reforma de salud de Obama o la notable desestabilización de los asuntos exteriores respecto al uso de fuerzas militares o lo poco diplomática de sus declaraciones. Dichas medidas, entre muchas otras, han generado un desmedido fervor en su contra pese a seguir teniendo un buen puñado de simpatizantes. Justo allí es donde radica buena parte del encanto y repelús que idealiza a la política: engloba cada aspecto económico y social tratándolo como algo cotidiano, práctico, que nos afecta a todos como ciudadanos de una democracia.

Es bajo ese tipo de cimientos, el que explica por qué se ha observado con lupa y detenimiento la política económica llevada por Trump, la cual entre sus puntos más relevantes destacan el apoyo a fuentes de energías fósiles mediante la explotación de petróleo, gas y carbón, la reducción drástica de impuestos por medio de una reforma fiscal y, por supuesto, el proteccionismo comercial mediante la imposición de fuertes aranceles a los productos importados, especialmente provenientes de China, para obligar a las empresas a producir en el país y así estimular la producción interna. Sin embargo, más allá de toda la coyuntura económica que ha adoptado el país tras todo el conjunto de medidas, las connotaciones de esta última abarcan una amplia gama de implicaciones no solo a nivel macroeconómico, sino que también entra en juego un factor vital dentro del escenario: la política exterior.

Por definición, la adopción por parte de un país de implementar barreras al comercio a uno o varios países se considera como una guerra comercial, término que es totalmente lo contrario al libre comercio. Por lo que la decisión por parte de EE.UU de imponer fuertes aranceles, específicamente al acero y al aluminio, implica tácitamente un panorama coyuntural en donde más allá de los efectos colaterales que impactan en la economía estadounidense al ser el mayor importador de acero en el mundo, persiste una tensión global entre ambas superpotencias. No es casualidad que China ya haya impuesto aranceles de 25% en forma de represalia a 106 productos estadounidenses y Trump haya dado respuesta de ello por medio de un tweet: ‘’cuando un país está perdiendo muchos miles de millones de dólares en comercio con prácticamente todos los países con los que tiene negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar’’. De esta manera, justifica su acción inicial en imponer barreras comerciales, evidenciando así su postura conservadora en pro de imponer la industria nacional a toda costa, ya que asegura que los tratados comerciales han sido los culpables del aumento del desempleo. No obstante, por mucho ajetreo político que dichas medidas hayan desencadenado y, desde ya, estén bajo el recelo del ojo internacional, surge una interrogante crucial dentro del análisis: ¿qué implica económicamente para EE.UU una guerra comercial?

Como toda economía, la estadounidense a lo largo de su amplia historia no ha estado exenta de altibajos. Han pasado desde picos altísimos de crecimiento, recesiones significativas, hasta períodos verdaderamente alarmantes como la ya conocida Gran Depresión de los años 30. Sin embargo, en la actualidad, no es descabellado afirmar que el panorama económico de EE.UU goza de una envidiable solidez, por mucho que la crisis financiera iniciada en el 2008 haya supuesto un punto de inflexión y aún haya secuelas de ello. Basta con mirar ciertos indicadores que demuestran una salud paulatina a nivel macroeconómico durante el 2017, según el Departamento de Comercio: tasa de inflación de 2.13%, tasa de desempleo en 4.1% y un crecimiento del PIB en un 2.3%, el cual actualmente tiene un valor de 18,57 billones de USD. No obstante, persiste un detalle a contracorriente y está aunado a su sector externo. En ese mismo año se registró el mayor déficit en la balanza de pagos desde el 2008, el cual aumentó hasta 566.600 millones de dólares, un 12.1% más que en el 2016 y el mayor en nueve años, cuando el déficit superó los 700.000 millones de dólares. Ello es debido a un enorme incremento en las importaciones debido al alza en la demanda de teléfonos móviles y productos de consumo de China, lo cual amplió la balanza de pagos negativa de EE.UU en un 12.8%, evidentemente superior a las exportaciones, que pese a que aumentaron en un 0.6% por mayores ventas de la industria automotriz local, el déficit sigue siendo más que palpable.

Por tanto, el inicio de una guerra comercial bajo una coyuntura económica parcialmente estable implica directamente abandonar la zona de confort para sumirse en todo un proceso de reajuste tanto en el mercado real, el mercado monetario y el sector externo. Empecemos por esté último: aplicar aranceles a las importaciones de acero y aluminio en un 25% y 10% respectivamente conlleva a una disminución de estas debido al encarecimiento de dichos productos. Por otro lado, se evidencia un exceso de demanda de las firmas estadounidenses que ameritan de la utilización tanto de acero como de aluminio para su producción, por lo que se derivan dos escenarios:

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