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La Cosiata

yennyzuleima24 de Agosto de 2011

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La Cosiata (de la cosa esa) o revolución de los morrocoyes fue un movimiento político que estalló en Valencia llevado a cabo por el general Patricio Lopez el 30 de abril de 1826 con la finalidad de separar a Venezuela de "La Gran Colombia". Originalmente no tuvo la intención de separar a Venezuela de la Gran Colombia, sino de exigir la reforma de la Constitución de Cúcuta y anunciar su rompimiento con las autoridades de Bogotá, aunque manteniéndose bajo la protección del Libertador. Un movimiento similar hacia 1829 logró la separación completa del departamento de Venezuela de la antigua Colombia. Los críticos de Páez consideraron que con este evento traicionaba a Simón Bolívar y su idea unificadora, para conseguir la formación de la República de Venezuela, auspiciada en gran parte por "José Antonio Páez".

Carlos Soublette afima en 1826: «El nombre de colombiano es la cosa más destituida de significación, porque nos hemos quedado tan venezolanos, granadinos y quiteños como lo éramos antes, y quizás con mayores enconos». Lo cual comprueba -afirma Vallenilla Lanz- que la Colombia de Bolívar no fue jamás una nación, sino un Estado Militar».

El Libertador, en efecto, veía esta unión como una necesidad militar. En carta a O'Leary, fechada en Guayaquil, el 13 de septiembre de 1829, dícele Bolívar: «Los hombres y las cosas gritan por la separación, porque la desazón de cada uno compone la inquietud general. Últimamente la España misma ha dejado de amenazarnos; lo que ha confirmado más y más que la reunión no es ya necesaria, no habiendo tenido esta otro fin que la de concentración de fuerzas contra la metrópoli».

La Constitución de Cúcuta causó malestar entre los venezolanos, y fue jurada en Caracas bajo protesta por la Municipalidad. Santander en la Vicepresidencia de la República, y la escogencia de Bogotá como capital, fueron también puntos de discordia. En Venezuela, pues, se veía con disgusto una unión con los granadinos que en nada la favorecía. La constitución central, que no podía ser reformada antes de 10 años, preveía ciertas medidas federales con el paso del tiempo, pero dependía de la cultura de acatar la constitución y la ley.

Mientras bandas de bandoleros pululaban en Venezuela que estaba recuperándose de la guerra emancipadora, ante el temor de una supuesta Santa Alianza, mediante la cual se estaría formando en Europa un poderoso ejército para reconquistar a América, Santander decreta el 31 de agosto de 1824 un alistamiento general de todos los ciudadanos, de dieciséis hasta cincuenta años, con las excepciones del caso.

Fue una orden terminante, reiterada, y quizás por la misma repugnacia que causaba a Páez su cumplimiento, el Jefe llanero demoró su ejecución casi todo el año siguiente. En la capital de Venezuela, existía el "Club de Caracas", entre ellos, el coronel Francisco Carabaño o el periodista Antonio Leocadio Guzmán y el doctor Miguel Peña, estos dos autores del proyecto de coronación de Bolívar. Esta circunstancia fue aprovechada para preparar un coup d'État.

El llamado general a alistamiento por el general venezolano fue un completo fracaso, pues en un principio solo pudo reunir 800 ciudadanos; a pesar de todo, el ciudadano general de brigada Juan Escalona, intendente del departamento de Venezuela, ofreció su valiosa cooperación para hacer cumplir el decreto. Al hacer una segunda y tercera convocatoria con el mismo resultado, que el historiador David Bushnell atribuye a la incapacidad de los venezolanos de formar milicias nacionales en comparación con Nueva Granada, Páez ordenó a tropas de los batallones "Anzoátegui" y "Apure" que condujeran a todos los ciudadanos que fueran encontrados en las calles para encerrarlos en el convento de San Francisco, autorizó a las tropas para que allanaran las casas y abrir fuego si era necesario; al comienzo de saqueos, violaciones y asesinatos, el general venezolano se divertía en las riñas de gallos. Existen historiadores que niegan esta version y se inclinan hacia la hipotesis de que José Antonio Páez fue llamado por el senado de Bogotá por no haber cumplido la orden de alistamiento oportunamente. Siempre permaneció la amenaza de una flota española envíada con la finalidad de reconquistar sus antiguas colonias, hasta el punto que en carta del 6 de julio de 1826, Santander mencionaba a Bolívar que: "En el oficio de Páez a Ud., escrito por el animoso Peña, me han llenado de groseros e inmerecidos insultos. Ud. sabe cuál ha sido mi conducta con Páez, con Venezuela y con toda la República; sabe a cuáles disposiciones del Congreso he concurrido y a cuáles me he opuesto; sabe mi repugnancia a que se acusase al general Páez, y los pasos que di para impedirlo, y sabe, en fin, que mi carácter es franco y sincero. Yo espero que Ud. me haga la debida justicia, si le responde, y si no, en cualquier acto público, pues mi honor como magistrado puede padecer por estas indignas venganzas del doctor Peña. Ud. es justo, y hace justicia sin consideraciones humanas. Esta confianza me anima y consuela en el presente caso […] Me parece que Ud. debe contar a todo trance con Urdaneta, Bermúdez, Carreño, Padilla y todos los pardócratas para oponerse a los planes monárquicos de Páez y Carabaño. Páez se imagina ser el príncipe reinante en Venezuela, y por eso está tan embullado. Montilla, no reconoce semejante reyezuelo. Quizá han pensado en ganarme ofreciéndome el principado de Cundinamarca; pero yo vivo más contento de ciudadano en un régimen en donde nada hay vitalicio y las leyes tienen vigor por su propia fuerza… Deseo mucho, mucho hablar con Ud. antes que vaya a Venezuela. Importa, pues conociendo el país colombiano y a muchos hombres, puedo darles informes oculares y cuantas noticias Ud. quiera. La escuadra española, compuesta de un navío de 74, dos fragatas de 50 y dos de 44 y una goleta, ha estado el 9 frente a Santa Marta, y el 14 frente a Cartagena. No es cosa de cuidado… Soy de Ud., mi general, su más agradecido servidor y fiel amigo, F. de P. Santander".

Cumplió, pues, enérgicamente, el decreto. El Intendente y el Concejo de Caracas lo acusaron de hacer una recluta con excesos y abusando de su autoridad. Desgraciadamente, la acusación contra Páez prosperó en el Senado de Colombia, al ser admitida el 27 de mayo por 15 votos contra 6. Santander envió su informe al Congreso, y al final dice que no habiendo tribunal que juzgue a Páez, le corresponde esa función al Congreso. El Senado, en efecto, suspende a Páez de la Comandancia General y le llama a Bogotá para que responda los cargos en su contra.

Cabe aquí la expresión de Bolívar, que lo estaba previendo todo: «A mis ojos, la ruina de Colombia está consumada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso». El general Páez había manifestado que llegaría a Bogotá para comparecer ante el Senado, que iba a juzgarlo.

Enviando la documentación correspondiente para presentar el informe de la situación solicitado, el Vicepresidente Santander aprovechó para solicitar que el Congreso procediera con mucha prudencia en una crisis política que estaba afectando la relación entre Caracas y Bogotá; y también recordó la brillante trayectoria del general Páez y la necesidad de contar con su persona si era posible por el bien de la Unión. En carta del 30 marzo de 1826 a su viejo camarada de armas, decíale: "...A S. E. el general Páez, etc., etc... Mi querido general, compañero y amigo: Tengo el disgusto de anunciarle que el Senado, por una mayoría de votos, ha admitido la acusación intentada contra usted por la Cámara de Representantes. Bien sensible me ha sido este procedimiento, aunque puedo asegurar a usted, por lo que he entendido, que no ha habido animosidad por parte del Senado. Se presenta a usted una nueva ocasión de acreditar sumisión a la ley y de poner en claro su conducta militar en los sucesos del día 6 de enero pasado en Caracas con motivo del alistamiento. Debe usted, para lograrlo, hacerse de documentos bastantes que comprueben los motivos urgentes que le impelieron a destacar partidas de tropa armada por las calles, la conducta que ellas observaron, las órdenes que les dieron, y el tiempo en que permanecieron en la operación de recoger gente, porque parece que a este punto está reducido el capítulo de acusación. Yo puedo anticipar la opinión de que con tales comprobantes, el juicio será favorable a usted, quedará satisfecha la opinión pública, vindicado el Gobierno que le confió a usted la comandancia general, y confundidos sus enemigos. Tenga usted confianza en la integridad de los senadores; ellos respetan mucho la opinión general y tienen probidad para no fallar por pura pasión e intereses privados. Seis de ellos, a saber: el general Padilla, el teniente coronel Márquez y los señores Maldonado, de Guayaquil, Briceño, de Trujillo, Espinosa, de Quito, y Arroyo, de Popayán, no han votado por la admisión de la acusación. Es superfluo en estas circunstancias que yo ofrezca a usted mis servicios personales, pues usted sabe que me he considerado siempre su amigo, y este título debo acreditarlo en ocasiones como la presente. Yo facilitaré a usted cuantos medios legales estén a mi alcance para que usted logre la más solemne y completa vindicación. Usted me avisará oportunamente cuando llegará a esta capital, y cuanto puede necesitar en ella. Deseo ardientemente hacer a usted cualquier servicio útil y coadyuvar a dejar bien puesto su honor y reputación, y salvos los derechos del pueblo. Si usted quiere usar el informe que dí a la Cámara de Representantes en este negocio, puede usted pedirlo oficialmente; en él me parece que procuré inclinar a la Cámara a suspender su deliberación

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