La Ecología Integral.
stpanfyInforme25 de Mayo de 2016
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La gran voz de la comunidad científica de hoy-en-día presume la capacidad de entregar vida del agua; ya que, sin más, sería el elemento que de alguna manera trajo los primeros indicios de vida al globo terrestre. No sólo hay agua en nuestro recóndito rincón del universo, sino que también es parte fundamental del resto de este; planetas, constelaciones, incluso asteroides lo poseen, pero en ninguno de ellos ha tomado tanto realce como en la tierra.
Chile, en su amplitud, posee una zona costera que recorre desde el comienzo de su territorio hasta el fin (y más allá) de este. Y no sólo es de mar el agua que nuestra línea posee, también proviene de diversos ríos que caen de manera común desde las alturas de la Cordillera de los Andes; esa larga franja que parece aislarnos del resto del continente americano.
Hoy en día la tenemos en despiste. El descuido de este vital elemento cada vez es más desmesurado e inconsciente; sin importar el por qué estamos agotando cada vez más su potencial. El desperdicio y el descuido, nos ha llevado incluso a perder nuestro derecho humano sobre ella; ya que, al igual que todo, el interés económico que corre tras su beneficio, la ha tomado entre sus manos, y ha privatizado ríos, lagos y mares. Quitándonos nuestra libertad de acción y decisión sobre el agua que en ellos corre.
En Chile han existido diversos casos de conflicto en torno al agua, desde discusiones económicas, industriales y agrícolas; hasta la clara escasez que sufre una parte de la población. El día en que nuestra situación frente al agua cambió, fue el momento en que el código de aguas otorgó el derecho otorgado del agua a quien lo requiriese. Lo que en un futuro decantaría en la privatización de las aguas de uso sanitario, marcó enormemente un cambio en nuestra realidad.
Entre el período 1994-1999, el ex presidente de la República de Chile inició la privatización y mercantilización del agua para uso sanitario. El agua en Chile había cambiado de dueños: pasando de un bien humano y estatal; a un bien económico que cualquier entidad privada con interés monetario pudiera poseer. Con el pasar del tiempo, esto tomó peso y repercusión para quienes la vida no era un fácil pasar.
Los precios se dispararon a la cima y pronto se dejó notar el problema de fondo: Chile se había convertido en el país con uno de los servicios más caros de agua potable en toda América Latina. Superando incluso, en un 60%, los precios promedios de los países de la OCDE.
Hoy nos vemos afectados por una situación que nació de todo este perfecto y armado plan por la privatización del recurso que más importancia tiene sobre nuestras vidas. Y me referiré al problema de la mala dirección de Aguas Andinas. Empresa que no hubiera alcanzado su actual poderío sin las normas de regularización sanitaria impuesta por Eduardo Frei.
Hace unos días el panorama en nuestra ciudad se vio enmarcado por las fuertes lluvias que llegaron para causar problemas a la gran mayoría de los ciudadanos. Todo debido a la carente y poca preparación para efectos ligados al común –y para nada terrible- sistema frontal que acecha año a año nuestras ciudades. Pero esta vez algo nuevo y diferente tuvo el suceso: el proyecto Alto Maipo, a manos de Andrónico Luksic, dueño de Aguas Andinas y el resto de Chile, vendría en espera de la llegada de las lluvias para echar en culpa el desastre que sus obras hidroeléctricas causarían.
La naturaleza del hombre presume un dominio donde se participe junto a ella, pero los grandes empresarios y grupos económicos parecen hacer caso omiso a su relación con la misma. Causante del desastre, Aguas Andinas cortó el suministro de agua potable para la gran mayoría de comunas en la capital de nuestro país bajo el motivo de la turbiedad
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