La constitucion EXPLICACIÓN DE LA PORTADA
pmeduar9Documentos de Investigación3 de Octubre de 2015
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CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA
1991
¿UN FIASCO?
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EXPLICACIÓN DE LA PORTADA
La caricatura es de PETER ALDOR, y fue tomada de 20 años de caricatura del editorial testimonio 1968. Se titula “Conferencia de Desarme” y nosotros la llamamos “Nuestros Diálogos de Paz”, pues no hay ninguna diferencia.
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Lo anterior, porque llevamos 200 años echándonos bala y no hemos tenido un minuto de paz, pues el concepto que tienen las burguesías nacionales, que son las que siempre nos han gobernando, es el mismo postulado norteamericano: “con el enemigo no se dialoga, al enemigo se le elimina”.
Álvaro Uribe Vélez, desde su nefasto periodo autoritario de ocho años, y aun antes, ha perseguido a sus contrarios con ánimo retaliativo y de venganza, al igual que los anteriores gobiernos. Los llamó la culebra y los ha perseguido sin descanso. Para ello se han invertido seiscientos millones de pesos por minuto en perseguirlos, sin lograr su objetivo, y es por eso que el gobierno actual manifestó, “la culebra está viva”.
Desde luego no morirá, así hayan matado a todas las culebras, porque los hechos generadores de esa lucha contra el establecimiento, aun persisten; la corrupción en todos los órganos del poder público, la violencia, las masacres, los desaparecimientos forzados, los más de tres mil seiscientos falsos positivos, el desplazamiento de mas seis millones ochocientos mil personas a quienes se les arrebató con la violencia sus tierras; un congreso y unos partidos políticos sin ideologías, sin programas coherentes y duraderos, personalizados hasta el tuétano de los huesos, sin que les interese para nada la patria y lo único que buscan es “coger” al país para su servicio, el de sus amigos y el de los poderosos intereses económicos extranjeros.
Mientras todo esto ocurre, hay en Colombia mas de 23millones de colombianos que se encuentran en el umbral de la miseria absoluta y más de diez millones de personas están sin empleo y el invierno, que llegó como caballo apocalíptico, inundó las tierras colombianas y se llevo las pobres carreteras y caminos que existían, los ríos se salieron de madre y miles de personas fueron aplastadas por la caída de sus hogares de barro, construidos en las laderas de las montañas o en los barrios de los pobres hacinados en las grandes ciudades, lugar donde llegaron después de haber sido desplazados.
La justicia no ha llegado y cuando llega, llega tarde y la mayoría de las veces, la justicia se toma como arma y no como justicia y como arma para perseguir a los contrarios.
Es un hecho, el estado, fiel reflejo de la Constitución Colombiana, ya se ha definido como “el gerente general de las empresas de las burguesías nacionales, y de las empresas multinacionales. A ellos no les interesa sino sus empresas, sus mercancías, no los hombres”.
DIGAMOS ANTES DE EMPEZAR
Del año 1500 a 1800 llegó a este Continente Indiano, la invasión europea.
Como producto de esta dominación la que aún perdura, no quedaron sino vestigios de las civilizaciones anteriores, creándose el concepto de que “nosotros somos descendientes de una raza vencida”, y que vivimos inmersos en la “ideología del colonizado”, que mantiene la nostalgia monárquica en la ideología burguesa de nuestros países.
Siempre se le ha rendido pleitesía a todo lo proveniente de países poderosos, al tiempo que se descalifica y desestimula el esfuerzo propio de su pueblo, en el terreno de la innovación científica, tecnológica, cultural, económica, política, religiosa y filosófica.
Dicen por ahí, que en el año de 1810, se empezó a gestar la independencia colombiana y con posterioridad, el nacimiento de la República, y que como tal, produjo el fenómeno del Estado, en el que nos encontramos.
Tanto en nuestro país, como en todos los países del continente Indiano, se desarrollaron todas las doctrinas del estado, traídas de Europa y todas ellas, forjaron nuestro destino, del que aún no hemos sido capaces de cambiar, por estar inmersos en él, como si éste fuera bueno y se debe perpetuar, por generaciones de generaciones.
Fue así como se desarrollaron por nuestros cultores de la civilización que nos rige, las teorías teológicas, naturalistas, materialistas, contractualitas, clásicas, del derecho civil y penal, y realistas del Estado, sin que desde luego operen en su integridad en nuestro medio, por haber venido de culturas del norte, que nada tienen que ver con nuestros trópicos.
Desde la bárbara invasión europea a nuestro continente 1492 (Siglo XV) hasta nuestros días año 2014 (Siglo XXI), es decir durante seiscientos años de invasión, borraron nuestra civilización y nuestra cultura, nuestros esbeltos cuerpos desnudos fueron cubiertos con harapos y enterraron e incendiaron nuestras tradiciones, y nos sumieron en un periodo tenebroso de la historia, donde se olvidó sistemáticamente la cultura, nos invirtieron los valores de la vida y el concepto de la naturaleza.
Durante esos años de invasión y doscientos años de la República, “con la intervención norteamericana a cuestas”, la civilización impuesta fue pontifical, absolutista, feudal, anárquica, inquisitorial e ilógica, dogmática y cerrada, fideista e irracional, pues hizo de la existencia humana un manantial de inarmonías, de la ciencia una cábala de sutilezas y del arte un símbolo grotesco.
La religión impuesta, la que cambió nuestros dioses naturales, por uno imperfecto de creación humana, ha sido para nosotros, no solo un factor de dominación, sino que con ella se ha doblegado al pueblo colombiano, haciéndolo sumiso y resignado. La llegada de Europa y la religión cristiana a nuestro continente, debe ser considerada como una maldición.
Para mantener y defender estos principios, nuestros gobernantes, desde el segundo[1] hasta el último, se lanzaron a la aventura de la guerra y se creyeron Cruzados al estilo medioeval, y defensores de la religión y de la iglesia, y torturaron y mataron sin compasión alguna a los impíos, a todos aquellos que se salieron del redil, dejando en los campos colombianos ríos de sangre y montañas de cadáveres.
No se han dado cuenta que los cruzados perdieron todas las guerras, y nunca pudieron traer a Europa el llamado “Santo Sepulcro”.[2]
Por ponerse en esas se olvidaron gobernar, y después de haber recibido en 1821 con la Constitución Bolivariana, 2.411.600K2, de tierra para que la cultivaran y recogieran sus frutos, lo que hicieron fue incendiarlas, y las que no incendiaron las regalaron.
En esa Constitución Bolivariana se dijo:
“Artículo Primero: Los pueblos de la Nueva Granada y Venezuela quedan reunidos en un solo cuerpo de nación, bajo el pacto expreso de que su gobierno será ahora y siempre popular y representativo.
Articulo Segundo: Esta nueva nación será conocida con el título de “República de Colombia”.
Artículo Tercero: La Nación Colombiana es para siempre e irrevocablemente libre e independiente de la monarquía española, y de cualquiera otra potencia o dominación extranjera. Tampoco es ni será nunca el patrimonio de ninguna familia o persona”.[3]
Teniendo en cuenta lo anterior, y pasados los años, ayer teníamos 1.138.910K2 y hoy tenemos que restarle 75.000K2 que perdimos por la negligencia de todos los gobernantes, pero en especial de Andrés Pastrana Arango, Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, personajes de ingrata recordación.
Pero los que no hemos saltado todavía hechos pedazos, en estas guerras sin sentido, estamos hoy aquí, reconociendo la torpeza del pueblo colombiano, que consistió en haber seguido a esa clase dirigente, inepta y débil, irresponsable y egoísta, que para desgracia nuestra y como una maldición, tuvieron, tienen y tendrán, quien sabe hasta cuándo, en sus manos nuestro destino.
VEAMOS PORQUE DECIMOS TODO ESTO
CAPITULO I
En la hora de ahora, los derechos del individuo como tal, cuentan generalmente poco, porque las prerrogativas más esenciales de la persona humana y para hablar en la lengua del día, un poco pasada de moda, las garantías a la libertad individual y de seguridad personal, han sido sacrificadas a tal extremo, que los espíritus se han habituado a éste estado social permanente, sin darse cuenta de los peligros que puedan representar a la larga, este estado de cosas que atentan contra sus derechos, contra el desarrollo social, contra la cultura, contra las costumbres, y lo que es peor, contra la vida misma, llegando al extremo, y eso es llegar demasiado lejos, que al lado de los códigos penales toda una legislación de policía y de seguridad pública se han instaurado y con esas prácticas policiales se ha llegado hasta el aplastamiento del individuo, renaciendo de esta manera las peores épocas de las masacres selectivas, los desaparecimientos y desplazamientos y demás practicas violentas contra la población civil, ejecutados por las dictaduras y los gobiernos autoritarios que predican el Estado Social de Derecho.
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