La diferencia entre mujeres y hombres en el mercado de trabajo
osmar_98Ensayo28 de Mayo de 2015
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Dentro del panorama europeo, las diferencias entre mujeres y hombres en el mercado de
trabajo español se distinguen por ser especialmente acusadas. Así, a pesar de la positiva
evolución experimentada en los últimos años, en nuestro país las brechas en salarios,
tasas de actividad y empleo siguen siendo muy elevadas. Además, la segregación
horizontal y vertical en las ocupaciones sigue limitando tanto los salarios de las mujeres 36
como su presencia en puestos de máxima responsabilidad, de tal forma que la sobrerepresentación
femenina en contratos a tiempo parcial mal remunerados y, en general,
en ocupaciones con bajos salarios, las sitúan en una posición de clara desventaja
económica. La combinación de éstos y otros factores socio-culturales que impregnan y
delimitan el conjunto de oportunidades al que cada individuo se enfrenta, hace que las
mujeres sigan ocupando a día de hoy una posición secundaria tanto en la esfera pública
como en el mercado laboral, a pesar del notable incremento experimentado en su nivel
educativo en las tres últimas décadas.
Estas desigualdades explican en buena medida los procesos de pobreza y exclusión
social de un porcentaje importante de los hogares españoles. Una decidida intervención
pública encaminada a reducir las brechas en participación y empleo entre sexos,
incidiendo especialmente en una mayor incorporación al empleo de las mujeres
pertenecientes a los hogares con menos recursos, no sólo tendría un impacto positivo en
términos de la consecución de mayores cotas de igualdad, sino en términos de un mayor
éxito de los programas de lucha contra la pobreza existentes. Además, no debemos
olvidar que en nuestra sociedad la obtención de importantes derechos sociales vía
prestaciones públicas (desempleo, pensiones, invalidez etc.) está cada vez más
vinculada a una presencia regularizada y estable en el mercado laboral. Por otro lado,
políticas encaminadas a reducir los niveles de discriminación salarial existentes
permitirían, en particular, que los hogares constituidos por mujeres solas redujesen sus
elevados niveles de pobreza. En el caso concreto de los hogares monoparentales con
menores a su cargo la puesta en práctica de este tipo de medidas parece especialmente
urgente, dada la precaria situación de los mismos en el mercado de trabajo. En este
sentido, la ampliación de la oferta pública de plazas en centros de educación infantil
debería ser también un objetivo prioritario en el futuro inmediato.
Indudablemente, los servicios públicos no deberían restringirse al cuidado de menores,
sino de personas dependientes en general. Tradicionalmente nuestro Estado de Bienestar
ha sido tacaño en esta materia y por ello acarreamos un importante déficit. La ley de
dependencia pretende subsanar esta carencia, pero su mayor o menor grado de éxito
dependerá del número de plazas que se acaben ofertando en centros especializados y del
nivel de cobertura alcanzado. Por otro lado, hasta el momento nuestra legislación ha
considerado la corresponsabilidad dentro el hogar como una cuestión exclusiva del 37
ámbito privado, no promoviendo medidas en esta dirección. En este sentido, la
recientemente aprobada ley de igualdad ofrece un cambio tímido, pero esperanzador, al
ir introduciendo paulatinamente permisos de paternidad de mayor duración sin aumentar
simultáneamente los de maternidad. Asimismo, es destacable el papel que dicha ley
puede jugar dentro del ámbito empresarial, al promover la elaboración de planes de
igualdad e impulsar una mayor presencia de las mujeres dentro de los
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