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La influencia de los microorganismos en el ambiente


Enviado por   •  6 de Febrero de 2012  •  Ensayos  •  1.214 Palabras (5 Páginas)  •  1.157 Visitas

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1La influencia de los microorganismos en el ambiente

La atmósfera no tiene una microbiota autóctona, pero es un medio para la dispersión rápida y global de muchos tipos de microorganismos. Además hay una importante transferencia de ellos y de sus metabolitos gaseosos entre la atmósfera, la hidrosfera y la litosfera. Aunque la atmósfera es un ambiente hostil para los microorganismos, en la troposfera inferior se encuentran un gran número de ellos.

Determinadas localizaciones temporales de la troposfera pueden ser hábitats adecuados para el crecimiento de los microorganismos. Las nubes poseen agua, intensidad de luz y concentración de CO2 suficiente para permitir el crecimiento de los microorganismos fotoautótrofos. En zonas industriales, puede haber, incluso, la suficiente concentración de sustancias orgánicas en la atmósfera que permita el crecimiento de algunos microorganismos heterótrofos. Sin embargo, la «vida en el aire» es sólo una posibilidad fascinante sin ninguna prueba concluyente y su importancia en la práctica es pequeña

Los microorganismos pueden ser transportados rápidamente, en forma de bioaerosoles, a través de grandes distancias con el movimiento del aire que representa el mejor camino de dispersión. Algunos han creado adaptaciones especializadas que favorecen su supervivencia y su dispersión en la atmósfera.

El transporte se realiza sobre partículas de polvo, fragmentos de hojas secas, piel, fibras de la ropa, en gotas de agua o en gotas de saliva eliminadas al toser, estornudar o hablar. Los microorganismos dispersados en el aire tienen una considerable importancia biológica y económica. Numerosas enfermedades de plantas son causadas por hongos y algunas por virus y bacterias que se trasmiten por el aire, produciendo graves pérdidas en las cosechas (Waggoner, 1983) Varias enfermedades del hombre y los animales, víricas, bacterianas y fúngicas se transmiten por la atmósfera y a menudo se producen brotes epidémicos. Los microorganismos presentes en el aire también pueden contaminar los alimentos y materiales orgánicos (cuero, textiles, papel) produciendo su alteración. Además, los microorganismos por su metabolismo o trasformando la materia orgánica, son la fuente principal de los gases producidos biológicamente en la atmósfera: amoníaco, óxido nítrico, óxido nitroso, sulfhídrico, anhídrido carbónico. Aunque las cantidades emitidas son insignificantes con respecto a las emitidas por el hombre o la industria, pueden contribuir a producir deterioros en algunos ambientes y materiales, como pinturas y el mal de la piedra de los monumentos o corrosión de metales

La existencia de una multitud de corpúsculos en el aire fue observada desde la antigüedad. Lucretius (55 a.C.) observó las partículas de polvo brillando en un rayo de sol en una habitación oscura y concluyó que su movimiento se debía al bombardeo de innumerables e invisibles átomos en el aire, aunque fue necesario esperar al descubrimiento del microscopio para ver que en el

aire había microorganismos vivos. Las esporas de los hongos fueron vistas por un botánico napolitano, Valerius Cordus, en el siglo XVI, pero fue Micheli (1679-1737) quien primero las dibujó observando las esporas de los mohos que se transmitían por el aire (Miquel y Cambert, 1901). Leeuwenhoek (1722) observa y describe por primera vez las bacterias en distintos ambientes y supone que «estos animálculos pueden ser transportados por el viento mediante el polvo que flota en el aire.

Las bacterias, cuyos tamaños celulares oscilan entre 0,5 a pocos micrómetros de diámetro, tienen valores de S/V 100?1000 veces mayor que la mayoría de las células eucariotas, entre 20 y 100 μm de diámetro. El tamaño de las bacterias básicamente está regido por limitaciones en la difusión de los sustratos (límite superior de tamaño) y por el volumen (acumulado) que ocupan las diferentes moléculas y/o estructuras (límite inferior de tamaño) (Nealson, 1997; Schulz y JØrgensen, 2001). Según esto, las periódicas reclamaciones del ?descubrimiento? de procariotas de diámetro inferior a 80? 100 nm son difíciles de creer

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