La influencia que ha tenido el internet y las redes sociales en la vida de las personas
Laura RestrepoResumen16 de Mayo de 2023
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Textos:
- El peligro de las redes sociales - Alberto Manguel
- Tuiteo, luego existo – Umberto Eco
- ¿Para qué sirve el profesor? - Umberto Eco
El propósito principal de los textos es hablar de la influencia que ha tenido el internet y las redes sociales en la vida de las personas, enfocándose principalmente en sus hábitos de lectura y cómo obtienen la información.
Anteriormente, la escuela debía ser un medio de formación donde se transmitían nociones como las tablas de multiplicar o las capitales de los países; pero con la aparición de la radio, el cine y la televisión, algunas de estas nociones empezaron a ser asimiladas por los niños en el ámbito de la vida extraescolar. Esto les permitía tener conocimiento acerca de temas que antes de la aparición de estos medios de comunicación, ni siquiera eran explicados por los profesores.
Los medios de comunicación de masas transmiten mucha información, incluso valores, pero hay que comprobar esas informaciones. El papel de un profesor, además de informar, es el de formar; más allá de aprender fechas y datos, en la clase se debe establecer un diálogo continuo, una confrontación de opiniones, una discusión entre lo que se aprende dentro del aula de clase y lo que ocurre fuera de ella.
En la actualidad, existe el internet, que es la Gran Madre de todas las enciclopedias. En él, las informaciones que se pueden encontrar son bastante amplias, y a veces, menos profundas que las que posee un profesor; sin embargo, internet dice casi todo, menos cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar esas informaciones. En efecto, todas las personas tienen la capacidad de almacenar esas informaciones, pero es necesario decidir cuáles se deben recordar y cuáles no. El profesor sabe enseñar el arte de la selección o sabe que debería saberlo, además, puede ofrecer el ejemplo de alguien que se esfuerza por comparar y juzgar lo que internet pone a su disposición.
Ahora bien, estamos en una sociedad de lectores, la diferencia de los lectores de este siglo con los del pasado, es lo que ha ocasionado la incursión de las redes sociales, epicentros de información inmediata e incesante, textos fugaces muchas veces impulsados más por el arrebato que por el razonamiento. Cabe destacar que los inventores de la escritura, los contables, tenían un propósito, asentar una transacción comercial, pero posteriormente se descubrió que, además, la escritura otorgaba el poder de testimoniar, argumentar, convencer y mentir. Es más, grandes revoluciones se produjeron a raíz de un libro que argumentaba un cambio y, por ende, en algunos casos, se prohibía aprender a leer con el fin de evitar este tipo de acciones. En la actualidad, ese papel limitador lo tienen las redes sociales, donde se favorece la concesión y la fugacidad.
Hay que tomar en cuenta que existen formas literarias como el refrán que comparten esta forma, la diferencia radica en que las redes sociales masifican la tendencia en la que los argumentos son reemplazados por frases que, aunque en ocasiones son ingeniosas, la mayoría de las veces son vacías o triviales.
Las redes sociales obedecen a la lógica de la ocurrencia y no a un debate sustancial. Los riesgos de estas formas de comunicación son la brevedad y la falta de argumentación. De hecho, el internet está lleno de opiniones irrelevantes. Por ejemplo, las opiniones expresadas en Twitter son irrelevantes, debido a que, habla todo el mundo y aunque es posible expresar ideas geniales en ciento cuarenta caracteres, esta misma cantidad de caracteres puede simplificar la complejidad de una reflexión y, por ende, empobrecer el debate del público.
Según un estudio de Maryanne Wolf sobre la evolución del cerebro del lector en el mundo digital, las nuevas generaciones de lectores podrían estar atrofiando procesos cerebrales, como la capacidad crítica o la reflexión. Este no es un peligro derivado solamente por tuitear o por leer mensajes de textos, es por reducir la dieta a solo lo que se ve en las redes sociales.
Finalmente, la solución no es dejar de informarnos por Twitter o Facebook, la solución es retomar la lectura, leer más; que la dieta como lectores vaya más allá de lo que se ve día a día en las redes sociales.
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