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Las fábricas movedizas: autogestión en tierras de Macri


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2021  •  Prácticas o problemas  •  2.559 Palabras (11 Páginas)  •  75 Visitas

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Las fábricas movedizas: autogestión en tierras de Macri

21/09/201

 

Impopar y Nuevo Amanecer, la primera y la última de las cuatro fábricas recuperadas en Tandil, tierra natal del presidente Mauricio Macri, cuentan sus historias, los desafíos autogestivos en épocas de caída de ventas y tarifazos. La experiencia cooperativa como sostén y generadora de puestos de trabajo.

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Rodolfo Mascetti está sentado delante de un monitor, de un teclado, de un mouse, de una CPU, en fin, de una computadora, y dice:

“Yo no sabía usarla”.

Mascetti habla desde el primer piso de la metalúrgica Impopar, recuperada en 2003, cuando en Tandil aún no se sabía qué significaba una fábrica recuperada. “Tampoco una planilla Excel”, dice este hombre de 54 años, hoy presidente de la primera empresa autogestionada por sus trabajadorxs del municipio, que fabrica, comercializa y vende calefactores, termotanques y cocinas en un invierno más frío que lo habitual.

Tandil es la tierra natal del presidente Mauricio Macri, aunque las referencias locales están más orientadas a campos sin declarar que a afectos comunales. Mascetti: “Dicen que la mitad lo repudia y la otra mitad lo ama. Pero hoy creo que es más lo primero”. Entre el escándalo Panama Papers y las cuentas offshore en Bahamas y Panamá, la declaración jurada del Presidente también generó algunos interrogantes: en 2014 dijo que tenía el 100 por ciento de un “lote de terreno” de 510,2 hectáreas en Tandil, luego dijo que en realidad eran 5102 y este año declaró solamente 5102… metros cuadrados.

En la remisería de la terminal municipal, el hombre que atiende el teléfono no sabe qué responder cuando se le pregunta por el Presidente. “Venía acá de chico, a la casa de la abuela, pero nada más”. Tampoco demuestra mucha emoción cuando se le menciona que Argentina tiene un presidente tandilense. El cajero del bar de la terminal es más directo: “Estuvo cinco minutos. No es Del Potro”, dice, por el tenista argentino, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río, oriundo de estos pagos.

El hombre que atiende el teléfono en la remisería, en cambio, sí tiene claras las coordenadas exactas de dos de las fábricas recuperadas del distrito: Impopar y Nuevo Amanecer, la más antigua y la más reciente, respectivamente, referencias ineludibles para pensar este presente de crisis, tarifazos y salidas colectivas creativas.

Porque hacia allí vamos.

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El trabajo previo

Delante de la computadora en Impopar, Mascetti cuenta la historia:

“A mediados del ´99 la empresa había adquirido una deuda mayor a los 10 millones de dólares. Imaginate en ese momento. Era incomprensible, además, para una empresa que había facturado 20 millones durante el período 92-96 y llegó a contar con más de 250 empleados. Trabajábamos con tres turnos. Esto no paraba. Para evitar la quiebra entra en concurso de acreedores, donde se congelan las deudas y comienza una negociación. Desde esa fecha, la empresa no podía adquirir más deuda, y para controlar que no sucediera y velar por los intereses de los acreedores, aparece el síndico. El dueño, mientras, nos decía que teníamos que poner el hombre. Apareció otra empresa, Armagás, con la excusa de que Impopar estaba inhibida a realizar contratos comerciales con las cadenas Megatone, Frávega, Carrefour. Mientras, aportamos nuestro trabajo desde noviembre de 2001 a marzo de 2002, con un salario de 300 pesos”.

Hasta que no aguantaron más.

Hicieron paro.

Tomaron la fábrica.

“Casi un mes estuvimos. Nos ayudó mucho la Universidad. Siempre estuvo al pie. La señora del rector nos salió de garante para entrar. ¿Sabés cómo viajábamos a golpear puertas? Con boletos universitarios. No teníamos plata. Fue una lucha terrible”. Noemí Payero, secretaria, había entrado en el ´91 y pasó por los sectores de chapas, doblando caños y línea de ensamble: “Fue una amargura. No veíamos ningún panorama: no sabíamos qué hacer para poder seguir, porque vos tenés que vivir, tenés que comer, tenés que cubrir las necesidades básicas. Y se complica. La época era complicada”.

Argentina, de a poco, recién estaba recuperándose de la crisis del 2001.

Y de las cenizas había comenzado a llamear una palabra: autogestión.

Mascetti: “No había experiencia. No habíamos escuchado nunca de hablar de cooperativa. No había quién nos dijera: ´Vayan y toquen estas puertas´”. Payero: “Fue extraño: la primera vez que escuché la palabra cooperativa fue del dueño, porque quería formar una con nosotros y él seguir como dueño. Se quería beneficiar de muchas cosas, como la caída de los años de aportes. Teníamos miedo. Algunos pensaban que era mejor gerenciada, otros no. ¿Cómo seguir? La empresa debía un montón de plata a proveedores, a todos. ¿Cómo tener la credibilidad que nos fíen algo?”.

Oscar Villar, 47 años, en la fábrica desde el ´97, brinda esas respuestas:

“Hay una parte muy traumática que viene antes de la conformación de la cooperativa. Yo fui delegado gremial de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), allá por el ´98, y empezamos a darle continuidad a las asambleas dentro de la fábrica cuando había algún tipo de conflicto o sólo para informar algo. Llevó un largo período, pero logramos dos cosas: que nos empecemos a juntar entre todos y también tomar confianza en nosotros mismos, entre los propios compañeros. En no ver al otro como sospechoso de que te puede llegar a buchonear por las ideas que tenés. En las metalúrgicas hay una gran presión de las patronales, no sólo por la producción sino también por el disciplinamiento al que someten a los trabajadores: el trabajador se va enajenando porque su misión es solamente ver la máquina. Por eso, en el 2003, ya no nos era ajeno poder resolver las cosas en junto, y fuimos nosotros en la sede de la UOM donde decidimos armar la cooperativa. El trabajo previo, entonces, había servido”.

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La vaca dorada

Con toda la carga simbólica del nombre sobre los hombros, Nuevo Amanecer fue la última recuperada en Tandil. Ya había pasado la experiencia de Impopar, los conflictos en Cerámica Blanca (2011) y Ronicevi (2012), cuando en 2013 una nueva experiencia autogestiva nacía desde las profundidades de los tambos. La fábrica El Amanecer había sido fundada a fines de la década del ´30 y tenía dos patas: una en Mar del Plata, otra en Tandil. Hoy son más de 100 socios entre las dos, donde no sólo se mantuvieron las fuentes de trabajo sino que generaron más.

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