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LÁZARO CÁRDENAS EN LA MEMORIA COLECTIVA


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2014  •  2.400 Palabras (10 Páginas)  •  327 Visitas

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LÁZARO CÁRDENAS EN LA MEMORIA COLECTIVA

Los valores que se expresan en la memoria popular de Lázaro Cárdenas son paternalismo, asistencialismo, providencialismo, justicia social y soberanía nacional, 20 años después, su figura vuelve a ser un símbolo central en el debate sobre la reforma energética, en la medida en que la expropiación del petróleo –la iniciativa presidencial más importante desde las Leyes de Reforma consolida el nacionalismo de la Revolución Mexicana. El 21 de mayo para conmemorar su natalicio, el 18 de marzo para recordar la expropiación petrolera, y el 19 de octubre como aniversario luctuoso. La memoria colectiva sobre el general está contenida en la historiografía, la tradición oral, la iconografía, los rituales y los discursos político y educativo. Cárdenas es percibido como un héroe y como un santo, es divinizado, adquiere dimensiones mesiánicas. Representa los atributos del hombre rural, noble y puro frente a la corrupción de lo urbano. El cardenismo representa una de las corrientes políticas con más fuerza en el México contemporáneo, ha formado parte del poder y de la oposición. Cárdenas encarna arquetipos que están en el inconsciente colectivo: es juez, gobernante, guerrero, padre y amante; Lázaro Cárdenas ha pasado a formar parte del panteón oficial y su imagen ha sido usada para sustentar la ideología del régimen. Representa la legitimidad del Estado, desde donde enfrentó a los enemigos del pueblo. Conjunta la fuerza de la Revolución con la legitimidad del poder. Es una figura ambivalente: para el Estado representa el orden establecido y para la oposición es el símbolo de los ideales traicionados por el sistema, era un dictador, un comunista, un esclavo de sus apetitos sexuales, un cacique feudal. Esta ambivalencia se manifiesta en varios niveles: es radical, hace justicia, pero también consolida el sistema. Es un símbolo de justicia social que está inserto en un universo simbólico más amplio del que obtiene significado: la Revolución Mexicana. Por mito entendemos una narración con un significado simbólico que implica a personajes de proporciones heroicas. Revelan distintos anhelos y aspiraciones, entre los que destaca el deseo de justicia social como una aspiración persistente. Al estudiar un mito se conoce la cultura que lo produce, ya que a través de él la sociedad objetiva valores y afirma posiciones. Cárdenas se vincula al concepto de patria y se convierte en un exponente de valores ampliamente compartidos como el nacionalismo, el indigenismo, la justicia social, el secularismo, el respeto por la naturaleza y el igualitarismo. Representa la sencillez y la generosidad de la gente común, del pueblo: es un valor republicano y democrático. Cárdenas es un medio útil para la expresión de intereses, a favor o en contra del sistema. Este es el aspecto político del mito: se convierte en un lenguaje argumentativo que expresa demandas, posturas políticas, es una justificación del cambio social y una manera de asumir una posición política, de plantear una utopía. ya que se ubica en el centro mismo de la polémica de la “disputa por la nación” entre un proyecto nacionalista estatista y otro neoliberal, polémica que atravesó los últimos años del siglo XX y que sigue vigente. Cardenismo como acontecimiento histórico (de justicia social, de democracia); qué valores y prácticas culturales están implícitos en la “mitificación” del cardenismo, tales como el culto al poder, la reverencia ante el Estado y ante el presidencialismo, el paternalismo y providencialismo propios de las culturas subalternas, el reconocimiento de la honradez, la justicia y el ánimo de defensa popular y la aplicación de los principios de la Revolución Mexicana. La Revolución fue hecha por y para las masas, de ahí que los gobiernos emanados de ella sean automáticamente legítimos. Encontramos también a la Revolución Mexicana como el parteaguas histórico que marca nuestra vida actual. “pensamos a partir de ella, nos movemos por ella o contra ella, en ella y por ella actuamos, sobre ella indagamos el pasado, incluso el más remoto, en ella fincamos nuestro desarrollo futuro, parecido o diferente a ella; por ella somos lo que somos; ella ha acabado identificándonos como nación” el gobierno y sus ideólogos inevitablemente imbuyeron a estas figuras con los valores y el carácter de la cultura dominante: nacionalismo, machismo, cristianismo. Lázaro Cárdenas se convertiría, por la radicalidad de sus acciones gubernamentales, en el artífice del consenso hacia el Estado de la Revolución. Para el pueblo, se convirtió en un héroe en la medida en que, sencillamente, llevó a la práctica los ideales y los programas más demandados: repartió la tierra, se enfrentó al imperialismo, se puso de lado de los obreros retando a los patrones, escuchó al pueblo, estuvo en contacto con él. El mito surge por una necesidad colectiva, lo que demuestra que la construcción simbólica es más necesaria que los discursos “científicos”.

Una primera etapa sería entre 1937 y 1950, periodo en el que nacen el mito y el antimito: se gestan el héroe y el villano. El mito de Cárdenas nació desde la candidatura presidencial, aunque su actuación como soldado de la Revolución y la gubernatura de Michoacán habían generado una imagen pública. El mito engendró a su contrario: el antimito. Así, el discurso social sobre Cárdenas está atravesado por la oposición central héroe/villano, que engendran mito y antimito. Los debates más importantes del sexenio cardenista fueron sobre el carácter de la Revolución: liberal o nacionalista, las modalidades de la propiedad, la educación socialista y el modelo económico: socialismo o capitalismo. Inicia en este periodo la construcción del antihéroe: el comunista, el dictador, el demagogo, el agitador. Trabajó desde niño, tuvo un constante afán por aprender, desde muy joven fueron notables sus dotes de hombre valeroso. Luis Cabrera inauguró la interpretación del periodo como comunista. Cabrera establece una clara diferencia entre la revolución de entonces, encabezada por Madero, consumada por Carranza y cristalizada en la Constitución de 1917, y la Revolución de ahora, cuyo objetivo es destruir la Constitución y “sustituirla por las nuevas teorías sobre la organización de una sociedad sin clases”. Novo percibe a Cárdenas como un hombre tranquilo, nacionalista, viril, patriarcal, mesurado, misterioso, autónomo, certero y, sobre todo, apegado a la justicia. En la descripción de Cárdenas hecha por Weyl aparecen las mismas constantes que en otros discursos: la identificación con personajes míticos, la referencia a los ojos y a la mirada, la fuerza unida a la mesura, la capacidad de escucha, su fuerza física, su contacto directo con el pueblo. En suma, la visión de este autor

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