Marcaje Y Secuestro
sequeracay5 de Julio de 2013
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INTRODUCCION
En los últimos ocho años, "el aumento del secuestro en el mundo ha sido del 70 por ciento” señala Hiscox. ''La estimación más realista es de 20.000 a 30.000 secuestros por año en el mundo'', como sostiene Dana, ex director de la filial francesa de Pinkerton. Y dentro de estas cifras y porcentajes, alarmantemente para nosotros, Latinoamérica presenta el mayor índice de secuestros en comparación con cualquier otra región del mundo.
Según el reporte de Hiscox, Colombia, Brasil y México figuran entre los países más peligrosos del mundo en materia de secuestros.
En México, el secuestro de ciudadanos de clase media, se ha vuelto muy frecuente. Actualmente a escala nacional se han registrado entre ocho y diez mil secuestros anualmente y esta actividad se a colocado dentro de los 5 primeros lugres de producción en el país (indica Madrid). Las víctimas son secuestradas por breves períodos de tiempo y liberadas con el pago de rescates pequeños en lo que normalmente se conoce como un secuestro Express.
Pero en México también existen los secuestros de ejecutivos cuyas cifras van en aumento, esto debido a que los montos que se piden por la libertad de la personas son exorbitantes y de llegar a concretarse el secuestro, los secuestradores tendrían asegurada su economía por muchas generaciones.
En este ensayo, mi intención es dar a conocer información sobre el secuestro, como evoluciona y los efectos que produce así como por que es importante cooperar en esta lucha en contra de este delito tan atroz y como esta lucha requiere de la cooperación de la comunidad para combatirlo. Y para esto hay que partir considerando que las personas deben estar en el primer lugar de todos los asuntos, pues lo que está en juego es su libertad y su seguridad. Continuar indiferentes solo contribuirá a que aumenten las víctimas.
SECUESTRO
Según la definición común se trata de un acto en donde se priva de la libertad a un ser humano, o a un grupo de personas.
Por lo general dicha privación dura un tiempo determinado y muchas veces se hace con la idea de conseguir algún tipo de bien ya sea monetario o de otra índole. También se llevan a cabo secuestros para pedir favores políticos, mediáticos, sociales o placenteros. Todo aquel que lleva a cabo un secuestro, se conoce como secuestrador.
Cuando se concretan los secuestros, existen otro tipo de delitos que se llevan a cabo como el tráfico de mujeres, de menores y de familiares, así como también la venta de información y el chantaje. Otros estudios revelan que algunos tipos de secuestros, se concretan por venganzas relacionadas a envidias o riñas sentimentales.
En todas partes del mundo se considera el secuestro como un crimen que se castiga duramente y en Estados Unidos algunas penalidades incluyen cárcel de por vida y hasta la muerte. Lamentablemente, en muchas ocasiones los secuestros terminan en asesinato de las víctimas y en todos los casos los sobrevivientes llegan a sufrir graves desórdenes sicológicos y emocionales, siendo el más conocido el Síndrome de Estocolmo, una reacción síquica que hace que la victima de secuestro desarrolle afinidad por su secuestrador.
CONSECUENCIAS
LA FAMILIA DEL SECUESTRADO
En las familias víctimas de secuestro se produce un impacto emocional traumático. El efecto perturbador se hace extensivo a la actividad laboral y a la familia. Antes que la psicología lo formulara conceptualmente, era sabido que el comportamiento humano bajo presión sufre modificaciones sustanciales.
Cuando ocurre un secuestro, la actividad diaria y la vida familiar se desorganizan. Aparecen dificultades para dormir, para concentrarse, para comer... Generalmente, la memoria se altera y hasta los detalles más obvios se olvidan.
Los miembros de la familia reaccionan a la situación y la asimilan de forma diferente. Esto puede generar conflictos por el distinto grado en que cada uno siente la ausencia del secuestrado.
En estos momentos, la normalidad y la tranquilidad se rompen y el equilibrio de la familia desaparece. Papá o mamá no saben cómo asumir su nuevo rol familiar, laboral , social, y los hijos pueden convertirse en una carga más.
No se tienen la disponibilidad, ni la energía para continuar con las actividades que se venían desempeñando y simplemente no se puede y no se quiere hacer nada.
Los problemas familiares que existían antes del secuestro se agudizan en estos momentos y, en consecuencia, las peleas aumentan.
Durante la ausencia del secuestrado, el factor económico también puede desencadenar discusiones familiares, ya que poner precio a un ser humano, tratar de garantizar su vida, deshacer sociedades familiares, conyugales o laborales, conseguir préstamos y pagar intereses producen una gran tensión.
AMPLIACIÓN SOBRE LA CULPA
La impotencia: La familia al no saber qué hacer, dónde pedir ayuda se sume en una constante frustración que le produce rabia, lo que aumenta las discusiones y conflictos, muchas veces sin razón aparente.
La represión: La familia y los amigos consideran que todo sería mejor si no se experimentaran, ni se expresaran los sentimientos propios de esta situación, pero no expresarlos es perjudicial y a largo plazo conduce a dificultades mayores.
El temor: Se tiene la sensación de estar siendo vigilados permanentemente y perseguidos tanto por los secuestradores como por otras personas que pueden causar daño. - El miedo: Los familiares temen por lo que pueda pasar con su ser querido o con alguno de ellos.
La angustia: Aparece cuando se está ante lo desconocido; la incertidumbre y la zozobra, son resultado, muchas veces, del largo silencio de los secuestradores.
La noticia del secuestro de un familiar siempre causa un gran impacto (shock), desconcierto y sorpresa en el núcleo familiar.
El tiempo y el teléfono se convierten en los peores enemigos; quisiéramos que en cada llamada o en cada comunicación se resolviera el secuestro. Todos se preguntan si serán capaces de resistir tantos meses, tanta incertidumbre, desasosiego y dolor.
Todo este drama continúa con altibajos; unos días es más intenso, otros, menos. Sólo hasta que el secuestrado aparece, se desvanece.
La gran mayoría de las familias no establecen acuerdos previos sobre como actuar en caso de que alguno de sus miembros sea secuestrado, ya que ésta situación se presenta normalmente de manera inesperada. En los primeros momentos prima la confusión, el aturdimiento, el desconcierto, la angustia, el miedo y la desesperación, pero siempre se mantiene la esperanza de que el ser querido vuelva al hogar.
La mayoría de las personas secuestradas son cabeza de familia. Este miembro familiar tiene la particularidad de que es el elemento cohesionador del grupo, ejerce el liderazgo y en él descansa, la mayoría de las veces, la responsabilidad económica del núcleo familiar. La necesidad de su presencia es entonces más imperiosa para la supervivencia económica de la familia y para reasegurarla emocionalmente, orientándola y generando el sentimiento de protección que necesita para que sus miembros se sientan seguros frente a agentes externos amenazadores. Según esta argumentación, lo que prima no es la condición de cabeza de familia para ser elegido como posible víctima de secuestro; sino que el plagiado sea la persona por quien la familia está más dispuesta a negociar y a pagar rescate; bien sea, por el valor afectivo que representa para la totalidad de los miembros, o bien sea que es la persona que tiene mayor probabilidad de morir en el trance del cautiverio
Sin embargo, cuando la familia aún no tiene certeza de que la desaparición del miembro es un secuestro, porque los plagiarios no se han comunicado, entonces busca a su ser querido en todo tipo de lugares, en casa de sus amigos, en clínicas, hospitales, estaciones de policía y en medicina legal. Posteriormente, al no encontrarlo sobreviene la ansiedad al esperar comunicación de parte de alguna organización delictiva. Dicha ansiedad y desesperación aumenta mientras el silencio continúa, además, denunciar a las autoridades el delito, es otro motivo más de angustia. A medida que transcurre el tiempo se hace más evidente la ausencia del secuestrado y aparecen pensamientos nuevos para minimizar el dolor como: "Él está de viaje" o "se quedó a dormir en la finca". Esto demuestra que no hay una asimilación inmediata de la desaparición de la persona (Fundación País Libre, 1999).
Cuando la familia tiene la certeza de que es víctima de un secuestro, opta por buscar un negociador que adelante el proceso con los plagiarios y ejerza un liderazgo entre los miembros del grupo. Por lo general es alguien cercano a ella, sea por lazos familiares o de amistad. Las condiciones que se tienen en cuenta para la escogencia del negociador son: La capacidad de persuasión, la flexibilidad la tolerancia a la frustración, la experiencia adquirida en otros secuestros, el grado de proximidad que tenga a la familia y al plagiado antes de cometerse el secuestro; y, el tipo de relaciones que posea con instituciones gubernamentales, civiles y militares. El negociador no actúa solo, tiene como soporte a la familia, tomando las decisiones después de haber consultado con éstos. (Pulido, 1988).
En ésta etapa las pruebas de supervivencia representan un papel psicológico muy importante en la estabilidad de
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