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Mas Allá De Logros Y Malogros


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  2.034 Palabras (9 Páginas)  •  249 Visitas

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MÁS ALLÁ DE LOGROS Y MALOGROS

Ejercer la vida, leer las pistas y animarnos a los acertijos

¿La escuela fracasa cuando los alumnos fracasan?

La entrevistada, Carina Rattero, la escuela fracasa cuando “no pasa nada”, porque lo que pasa o tiene peso, no hace guiños, ni deja señas. Cita a uno de sus maestros, el cual decía que la relación pedagógica se reduce al paso de algo que va de la carpeta del profesor al cuaderno del alumno, sin que nada toque la cabeza ni el corazón de uno ni del otro. Entonces dice que ahí es donde la escuela fracasa.

Estoy de acuerdo con Carina cuando dice que la escuela fracasa cuando “no pasa nada”, y eso está relacionado con la actual crisis de la educación, vinculada con los cambios sociales: el valor despreciado del esfuerzo, el arrebatado derecho a la evaluación, el sentido perdido de la labor educativa y los radicales cambios que se han producido en las formas de comunicarse, acceder a la información, aprender y socializarse. Scarfo dice: “Vivimos en una sociedad que nos transmite que el estudio, el esfuerzo y el trabajo importan poco. Los chicos lo perciben junto a un mensaje social que dice: todo se negocia”. Si, como dice Silvina Gvirtz, la educación no deja de ser una apuesta que, en el presente, se realiza hacia el futuro; creo que deberíamos tener cuidado a la hora de hablar de fracaso. Este discurso se instala en el ambiente escolar y se etiqueta tanto a alumnos como a docentes. Entonces, el “fracaso escolar” y los fenómenos con los que se expresa: repetición, abandono, baja apropiación de aprendizajes, etc, son una construcción social y no biológica o ambiental del alumno. Tenemos ahí el desafío de “tocar su cabeza y su corazón” ya que todos los niños pueden aprender.

¿Los alumnos fracasan porque la escuela ha “fabricado una idea del éxito” a través de normas que no todos logran comprender?

Carina dice que el fracaso o el éxito son efecto de la fabricación, se definen en relación con un supuesto conocimiento que la escuela valora como tal, de ciertas expectativas. Se pregunta, si la palabra éxito significa buen resultado, ¿entonces un resultado no esperado es un fracaso? Desde la mirada evaluadora se ven los resultados, pero no se atiende a una ética de las consecuencias, entonces el supuesto fracaso es además culpabilizado por su fracaso. Habla de la evaluación, que apunta a clasificar y nombrar y al hacerlo, asigna un lugar, fija una particularidad. Según la entrevistada, este es un modo de pensar que estrangula la apuesta educativa, pretende controlar, confisca lo por venir, somete las búsquedas y el entretanto al resultado, desestima los rodeos, las interrogaciones, y sólo puede ver logros y malogros.

Reflexiona que aún en estos tiempos de turbulencias, que parecieran poner en crisis nuevas y viejas pedagogías, algunas cosas siguen presentes e inalteradas: pasos calculados de una secuencia técnica, preguntas que presuponen una respuesta y no dan otra posibilidad que descubrir lo que se espera, lecturas que se ponen en escena para encontrar en el manual la respuesta a u cuestionario, etc. Carina dice que esto implica un modo de comportarse y un modo de responder que, tal vez, permite a quién descubre y acepta las reglas, transitar sin mayores dificultades por la institución escolar. Aun cuando no necesariamente sea posible una experiencia, los educadores saben que la educación no está allí, porque cuando hay educación las consecuencias son siempre impensadas.

Entendiendo que el presente está en crisis y hay una gran incertidumbre sobre el futuro, la institución escolar (y no sólo está) y su propia misión entran en crisis. Silvina Gvirtz dice que el rol de la pedagogía, más que servir, que derivar cursos de acciones que todos deban seguir, debería identificar problemas y ofrecer una crítica radical. La pedagogía tiene entonces ante sí el desafío, tanto en su práctica como en su teoría, de desprenderse de esa idea instrumental del saber, de la cual se derivan las recetas para la acción. La escuela hoy, mantiene la idea de clasificar, nombrar, asignar un lugar, fijando una particularidad del alumno en relación a la evaluación y a la percepción que tiene en docente de cada alumno. Esto excluye, es el fracaso como producto: una certificación de la desigualdad. La “idea de éxito” de las instituciones escolares responden a normas que, muchas de ellas, han quedado desactualizadas. Esto tiene relación con los cambios que enfrenta la educación que, Silvina Gvirtz enuncia:

 El conocimiento deja de ser lento, escaso y estable.

 La escuela deja de ser el canal único mediante el cual las nuevas generaciones entran en contacto con el conocimiento y la información.

 La palabra profesor y el texto escrito dejan de ser los soportes exclusivos de la comunicación educacional.

 La escuela ya no puede actuar más como si las competencias que forma, los aprendizajes a que da lugar y el tipo de inteligencia que supone en los alumnos pudieran limitarse a las expectativas originadas en la Revolución Industrial.

 Las tecnologías tradicionales del proceso educativo están dejando de ser las únicas disponibles para enseñar y aprender.

 La educación ya no se identifica, exclusivamente, con el ámbito Estado-Nación e ingresa, ella también, en la esfera de la globalización.

 La escuela deja de ser una agencia formativa que opera en un medio estable de socialización.

¿Es posible reconstruir la esperanza, transformar ese discurso en otro?

Según la entrevista es posible y necesario transformar ese discurso en otro. Nos encontramos muchas veces encorsetados en lo que ya ha sido pensado como lo razonable en pedagogía: lo que un docente debe hacer, el modo correcto, lo habitual, la verdad acerca de qué es un buen alumno, qué es enseñar, cómo leer, explicar, qué etapas marcarían eso llamado proceso para aprender.

Carina dice que el lenguaje pedagógico está plagado de clisés y estereotipos que aprisionan nuestros modos de ver, de pensar, de interpretar, y los ordenan en categorías generales. Dice que la pedagogía se nombra en el cruce del conocimiento científico y en el despliegue de una serie de dispositivos

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